lunes, 18 de marzo de 2013

El Imperio Medio egipcio


Tras el colapso del Imperio Antiguo a finales del III milenio a.C., Egipto quedó dividido en dos. Fue el príncipe Mentuhotep quien, desde Tebas, reunificó el país y dio origen al Imperio Medio, una de las etapas más gloriosas de la historia del Egipto faraónico.

Hacia el año 2061 a.C., Mentuhotep II, rey de Tebas, derrotó a sus enemigos y amplió su poder a todo Egipto. Empezaba así una de las épocas más gloriosas de la historia faraónica. La autoridad de los reyes del Imperio Antiguo se quebró a inicios del Primer Período Intermedio: revueltas, pérdida de poder por parte de los faraones, saqueos... Hacia 2170 a.C., los nomarcas, los poderosos gobernadores de las provincias, se habían convertido en los verdaderos dueños del país. Pronto descollaron dos de ellos: los de Heracleópolis y Tebas, que dieron lugar a sendas casas reales. De este modo, los soberanos de las dinastías IX y X controlaban el Bajo Egipto desde Heracleópolis, mientras que los de la dinastía XI señoreaban el Alto Egipto desde Tebas. Por fin, el rey tebano Mentuhotep II se impuso y hacia 2061 a.C. unificó el país, proclamándose soberano del Alto y el Bajo Egipto. Con él se inició una época de esplendor en todos los campos, que sería recordada durante largo tiempo: el Imperio Medio. Los faraones tomaron diversas medidas para fortalecer el poder real. La primera fue la adopción de la corregencia: el rey, en vida, asociaba a su heredero al gobierno. Con ello se querían evitar las luchas por el trono a la muerte del soberano. El sucesor solía desempeñar el cargo de general y se ocupaba de las campañas militares. La segunda medida fue la centralización administrativa del país mediante las figuras del visir y los gobernadores reales. De esta manera, se pretendía poner fin a la acumulación de poder en manos de los nomarcas, que había llevado a la desaparición del Imperio Antiguo. Como tercera medida para robustecer su autoridad, los reyes procuraron cambiar el centro de gravedad del país, en busca de un contrapeso a los focos de poder ya establecidos. Para ello, trasladaron la capital e impulsaron el desarrollo de El Fayum, un gran oasis. Con el inicio del Imperio Medio, Tebas, la cuna de los faraones de la dinastía XI, se convirtió en la nueva residencia real endetrimento de la antigua capital, Menfis. Con el traslado de la capital al oasis de El Fayum, los faraones de la dinastía XII acometieron un ambicioso programa de irrigación para explotar y ampliar los recursos agrícolas de la zona y poder alimentar a la numerosa población que se trasladó hasta allí. Se creó un sistema de canales para regular la entrada de agua del Nilo en el oasis (que dista unos 30 kilómetros del río) y se construyeron ciudades de nueva planta como Kahun, edificada por orden de Sesostris II para albergar a los obreros que construían las tumbas de la cercana necrópolis real de Il-Lahun. Mentuhotep II expulsó de Egipto a los invasores y, para asegurarse el control de Nubia -que había perdido durante el Primer Período Intermedio-, edificó una serie de fortalezas que llegaban hasta la segunda catarata, en la frontera meridional de Egipto. La actividad comercial tuvo gran importancia: son muchos los productos manufacturados egipcios que encontramos en la zona del mar Egeo, como sucede en la isla de Creta, y en el Próximo Oriente, por ejemplo, en Biblos, en la costa del actual Líbano. Por otro lado, Amón se convirtió en el dios nacional de Egipto, y Montu fue relegado a segundo plano; se empezó a construir el gran santuario de Amón en Karnak. Mientras florecía el culto a Amón en Karnak, se erigía otro centro religioso en Abydos, a unos cien kilómetros al norte de Tebas, como lugar de culto al dios funerario Osiris. El Imperio Medio fue una época de gloria para Egipto, pero el final de este período es mal conocido. La unidad del país del Nilo se quebró definitivamente hacia 1644, con la llegada al poder de los faraones extranjeros, los hicsos.

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