Una enfermedad ósea y la malaria crónica causaron la temprana muerte, a los diecinueve años, del faraón Tutankamón, según un estudio del Consejo Supremo de Antigüedades de El Cairo que se publicó ayer en la revista Journal of the American Medical Association y que Zahi Hawass presentará hoy en la capital egipcia. Los investigadores utilizaron varios métodos, incluyendo ADN de las momias reales, para concluir que la familia padecía una acumulación de malformaciones. Se diagnosticaron varias patologías, incluyendo un trastorno óseo denominado enfermedad de Kohler II, aunque ninguna por sí misma causó la muerte de Tutankamón.
El estudio confirma además que su padre fue Akenatón, uno de los precursores del monoteísmo al instaurar el culto al dios sol Atón. El informe de Hawas y su equipo, realizado entre septiembre del 2007 y octubre del 2009, también establece que la momia KV35EL es la de la reina Tiye, abuela de Tutankamón y madre de Akenatón. Los investigadores apoyan el parentesco de las momias del faraón hereje y de su madre en que ambas comparten rasgos antropológicos únicos y el mismo grupo sanguíneo. La momia KV35YL, de nombre desconocido y hallada en la tumba KV35 del Valle de los Reyes, ha sido identificada como la probable madre de Tutankamón. Su identidad se ha atribuido a menudo a Kiya, segunda esposa de Akenatón.
El análisis de cuatro de las momias, incluida la del joven faraón, ha revelado la presencia del parásito Plasmodium falciparum, causante de la malaria. Parece ser que una oligodactilia en el pie derecho y un pie izquierdo deforme, le obligaban a andar continuamente con bastones, hecho que corroborarían los más de 130 encontrados en su tumba. Esta malformación en sus extremidades inferiores pudo ser la causante de la caída que le provocó una fractura en la pierna, diagnosticada hace ya unos años, que al infectarse por malaria acabó con la vida del débil faraón.
Los investigadores comandados por Hawas no han descubierto ni en Tutankamón ni en su padre, Akenatón, signos de que sufrieran ginecomastia (desarrollo de los pechos en varones) o el síndrome de Marfan (crecimiento de la longitud de los miembros) lo que pone fin a las especulaciones sobre el singular aspecto de las esculturas del período de Amarna, en la que se representa a los faraones con rasgos femeninos muy desarrollados.
Fotografía
Associated Press - Zahi Hawass, el Presidente del Consejo de Antigüedades de el Cairo, junto a la momia momentos antes de que fuera sometida a una prueba de escáner.
No hay comentarios:
Publicar un comentario