Casado con la bella Nefertiti, accedió al trono a los 18 años. En el quinto año de su reinado decidió romper con el orden establecido, imponiendo la nueva religión y cambiando su propio nombre de Amenofis por el de Akenatón (el que es grato a Atón); la capital fue trasladada a una ciudad nueva, Aketatón (Tell-el-Amarna), situada a medio camino entre las dos capitales tradicionales del Imperio, Tebas (en el Alto Egipto) y Menfis (en el Bajo Egipto).
La religión que trató de establecer se basaba en la superioridad de Atón sobre los demás dioses del panteón egipcio, lo que implicaba una tendencia monoteísta, incluso si el propio faraón seguía siendo adorado como un dios, intermediario privilegiado hacia el supremo Atón; los templos de los demás dioses fueron cerrados, sus propiedades confiscadas y sus símbolos destruidos (especialmente los dedicados a Amón-Ra, deidad predominante en la religión tradicional, cuyos sacerdotes habían acumulado poder y riquezas).
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