LA LENGUA DE LOS FARAONES.
LA ESCRITURA JEROGLÍFICA.
Incomprensibles y fascinantes, los jeroglíficos son tan
estéticamente bellos como prolijos en historia. Sus
artífices, los escribas, formaban parte de las clases
sociales más elevadas, algunos, incluso, fueron
inmortalizados en esculturas o textos que alaban su oficio.
MIL PREGUNTAS
MIL PREGUNTAS
La administración del Estado en
Egipto fue algo esencial. Su correcto
funcionamiento sólo era posible gracias
a una amplia red de funcionarios
cualificados, capaces de llevar a cabo
eficazmente todas las tareas burocráticas
que requería. Pero, ¿qué estudios
eran necesarios para pertenecer
a esa clase privilegiada que no tenía
que arar los campos de sol a sol?
Esencialmente, bastaba con saber
leer y escribir, además de poseer unos
simples conocimientos matemáticos
–sumar, restar, multiplicar y dividir– y
álgebra. Los personajes que reunían
todas estas características eran los famosos
escribas.
Pero los escribas no
sólo trabajaban para el Estado: escribir
una carta para un vecino o leer
su correspondencia era una función
lucrativa que podía desempeñar `armado´ de papiros, tintas
roja y negra,
una paleta y pinceles. La educación
de estos funcionarios consistía, esencialmente,
en dedicar varios años
de su infancia en la escuela a copiar
textos y aprender a manejar con soltura
los más de 800 signos básicos de
los que consta la escritura jeroglífica
egipcia, principalmente en su versión
cursiva, llamada hierática. Los hijos de los nobles y ricos lógicamente podían optar a una educación superior pero hasta a los vástagos de un campesino o un siervo se les estaba permitido llegar a ser un destacado miembro de la administración o incluso regentar el preciado puesto de visir. Difícil –cierto– y poco común –también– pero posible.
cursiva, llamada hierática. Los hijos de los nobles y ricos lógicamente podían optar a una educación superior pero hasta a los vástagos de un campesino o un siervo se les estaba permitido llegar a ser un destacado miembro de la administración o incluso regentar el preciado puesto de visir. Difícil –cierto– y poco común –también– pero posible.
¿Qué era lo primero que aprendían
los futuros escribas egipcios? Algunas
normas básicas como que un mismo
signo puede representar una idea o
concepto (ideograma) o un sonido
(fonograma), dependiendo de cada
situación. Que el sentido de la escritura
no es fijo e indistintamente
puede ser de izquierda a derecha o
viceversa –se sabe porque los signos `miran´ hacia el origen del texto–. También era muy importante saber que se podía escribir en columnas y, que en este caso, siempre se hacía desde arriba hacia abajo. No se usaban espacios entre palabras ni tampoco signos de puntuación como los nuestros. En la mayoría de los casos, los signos se disponían agrupados en cuadrantes imaginarios, evitando superficies vacías.
A día de doy, en el siglo XXI, este tipo
de escritura sigue siendo algo oculto
para la mayoría de los mortales, sin
embargo, los egiptólogos expertos
en jeroglíficos son también capaces
de descifrar el significado. Y, ¿qué es
lo primero que ha de aprender un
escriba español?. Ahora ya no es necesario
tener dotes artísticas, memorizar
cientos de signos y valores fonéticos
e ideográficos, ni pasar la infancia
practicando gracias a programas
informáticos editores de escritura jeroglífica
–como el Amanuense 4.0– y
conocimientos adecuados impartidos
por especialistas
viceversa –se sabe porque los signos `miran´ hacia el origen del texto–. También era muy importante saber que se podía escribir en columnas y, que en este caso, siempre se hacía desde arriba hacia abajo. No se usaban espacios entre palabras ni tampoco signos de puntuación como los nuestros. En la mayoría de los casos, los signos se disponían agrupados en cuadrantes imaginarios, evitando superficies vacías.
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