Uno
de los grandes misterios de la Antigüedad es el elevado nivel
científico que alcanzaron algunas civilizaciones. El Egipto faraónico es
un claro ejemplo. Según las crónicas incluso los sabios griegos iban a
Egipto a perfeccionar y ampliar sus conocimientos, sobre todo en
matemáticas, campo en el que llegaron a los avances más insospechados,
en algunos casos, sin explicación para el hombre actual.
Para
los matemáticos egipcios las reglas no eran ningún enigma: sabían
restar, sumar, multiplicar y dividir perfectamente además de llevar a
cabo complicadas ecuaciones que lo serían igualmente hoy en día para
nuestros estudiantes de educación secundaria, es más, Pitágoras, que
llegó a ser venerado en la Grecia clásica, bebió de las fuentes
egipcias.
En
principio se cree que este desarrollo científico se debió a pura
necesidad: el Nilo era fuente de vida como lo es también actualmente y
había que saber con exactitud cuando se producirían las subidas y
bajadas del nivel del agua ya que ello marcaba toda la actividad del
reino por lo que la geometría adquirio un perfeccionamiento inusitado.
Esta necesidad llevó a todo lo demás, como por ejemplo la medición de
los niveles del agua y de las fincas circundantes al río para ser todo
debidamente registrado naciendo las unidades de longitud como el codo.
Serían
los escribas los depositarios de todo el saber matemático que guardaban
en sus escritos por lo que gozaban de un gran prestigio social pues
todo el mundo les veía como verdaderos sabios. Eran quienes registraban
para los gobernantes todos los detalles importantes como las subidas del
Nilo, que servían para hacer estudios estadísticos, la producción
agrícola para determinar qué medidas tomar si había sequía, la capacidad
de almacenamiento en los silos además de confeccionar censos de
población, muy importantes para conocer los recursos humanos de los que
disponían los faraones pero también el modo en que debían ser
distribuidos los alimentos en caso de necesidad por lo que también
censaban las cabezas de ganado. Los registros de los escribas permitían
también conocer los excedentes que eran comercializados exportando a
otros Estados de la época e importando lo que verdaderamente
necesitaban, dato que era conocido precisamente por los registros.
Del
mismo modo que los escribas eran apreciados por los monarcas lo eran
también los arquitectos que dejarían para la posteridad monumentos que
recordarían la obra faraónica así que eran instruidos en ciencias como
la física o las matemáticas. De ellos dependía la administración del
trabajo de las obras públicas y el traslado de material que no pocas
veces debían traer de lugares lejanos lo que requería conocimientos
importantes para emprender tan magna obra y un ejemplo perfecto son las
pirámides.
En
las villas egipcias había otra profesión muy apreciada, la de los
médicos que solían aprender sus técnicas de sanación en escuelas
vinculadas a los templos ya que encomendaban su trabajo a los dioses. De
este modo, algo que calaba tanto en la espiritualidad de la población
como era su salud podía ser utilizado por los sacerdotes como
justificación de su existencia. Digamos que al estar asociada la
medicina a los templos a través de lo que hoy llamaríamos Hospitales
universitarios ya que no solo eran centros de salud sino también
escuelas de medicina, todo ello en dependencias que formaban parte de
los complejos monumentales religiosos, la población egipcia relacionaba
la medicina con un don divino agradeciendo de distintas maneras a los
sacerdotes el que permitieran con sus rezos que los dioses hicieran ese
regalo a los mortales (la medicina era gratuita pero los templos
acababan cobrándoselo por otros medios indirectos). Los dioses patronos
de la medicina eran Dyehuty, adoptado también por los griegos y la diosa
Sejmet.
El papiro de Lahun
es un tratado de ginecología de lo más avanzado que incluye otros
conocimientos sobre matemáticas pero lo más asombroso no es su contenido
pues ya tenemos otros muchos ejemplos de los avances egipcios en
diferentes materias sino su antigüedad: se cree que data del año 3.000
a.C
Por
este papiro y otros conocemos que los médicos egipcios sabían cuales
eran las enfermedades más comunes de las mujeres y como tratarlas de
modo efectivo. Una mujer egipcia iba regularmente a su ginecólogo como
lo hacen en la actualidad y se ponían en sus manos para que les
siguieran durante sus embarazos con revisiones periódicas (recomendaban
música relajante para las mujeres embarazadas ya que ayudaba al feto
dentro del útero, una técnica que en la actualidad se consideraba
novedosa). Un "ginecólogo" del Egipto antiguo podía recomendar a una
mujer como quedarse embarazada enseñándole a conocer su ovulación y una
vez preñada podría indicarle, al cabo de varios meses de embarazo, cuál
sería el sexo del feto. Del mismo modo, los médicos recetaban métodos
anticonceptivos si se los solicitaban. Además, la medicina estaba
regulada como un verdadero sistema de seguridad social tal y como los
actuales ya que era gratuita, universal y disponible las veinticuatro
horas del día para todo el que la necesitara, lo que quiere decir que
las Casas de la Vida, como eran llamados los Hospitales
del Egipto antiguo, contaban con sus propios servicios de urgencias y
bañeras con agua termal para una más pronta recuperación de reumas de
todo tipo. Las medidas higiénicas eran probablemente las más avanzadas
de toda la Antigüedad, incluso mucho más de lo que lo fueron en la Edad
Moderna europea donde brillaban por su ausencia.
Como
los médicos de los tiempos actuales, también los egipcios de la
Antigüedad tenían una carrera o cursus honorum como lo llamarían los
romanos posteriormente, extensible a los escribas. Existían los médicos
especialistas y cuando adquirían una gran experiencia se convertían en
lo que hoy conocemos como médicos intensivistas ya que prácticamente
conocían todos los males y enfermedades (no confunfir con los
profesionales de la medicina general, hasta hace pocos años llamados
médicos de cabecera). Después de un período itinerante de más o menos
años, podían finalmente ingresar en algún templo para ejercer como
médico de prestigio o instalar su propia consulta en su residencia
habitual. La especialización médica alcanzó espectaculares avances como
la posibilidad de operar cataratas, lo que está documentado.
Que
nadie se engañe con respecto a la diagnosis médica egipcia puesto que
no tenía nada que ver con la de épocas posteriores más basadas en
fenómenos espirituales que empíricos, al contrario que en el Egipto
antiguo donde preguntaban al enfermo sobre los síntomas de su dolencia,
si había antecedentes familiares, se llevaba a cabo una exahsutiva
investigación del entorno del paciente para encontrar una posible
explicación de su mal y se planificaba un tratamiento y seguimiento
médico del paciente a medio plazo procurando en primer lugar impedir que
el enfermo sufriera en exceso recetándoles fármacos naturales pero
también minerales como la sal, el cobre, ocre, etc. que le aliviaran,
estudiando a continuación la enfermedad detenidamente para intentar
frenar su desarrollo y finalmente buscando su curación definitiva, si
era posible.
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