A principios del siglo XX la mayor parte de la historia del antiguo
Egipto era desconocida para la mayoría de la población. Poco se sabía de
aquella época, y menos aún de la mayor parte de los faraones egipcios.
Aunque se asocien las Pirámides de Egipto con los enterramientos de los faraones, lo cierto es que solo se usaron en el Antiguo Egipto
entre las dinastías III (2650 a. C.) y XIII (1750 a. C.), pero ya en la
dinastía XVIII (1300 a. C.) se prefería excavar grandes tumbas con
varias salas en el interior de parajes escarpados (Valle de los Reyes).
Estas salas se decoraban y llenaban de valiosos objetos y en ellas se
depositaba el cuerpo embalsamado de los faraones, dentro de un sarcófago.
La tumba de Tutankamón de la dinastía XVIII
permaneció oculta durante más de tres mil años. Existen evidencias de
que fue sacada y luego restaurada en los meses posteriores a su
enterramiento, pero el cambio de dinastía, y la tierra desplazada de los
desescombros de otras tumbas próximas provocó que un siglo después del
enterramiento de Tutankamón, el emplazamiento de su tumba o incluso la
misma existencia del faraón habían sido olvidados. Los ladrones de
tumbas de las dinastía XIX y XX incluso llegaron a construir algunas
cabañas encima de la tumba sin sospechar de su existencia.
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