La necrópolis de Guiza es la mayor del Antiguo Egipto,
con enterramientos datados desde las primeras dinastías. Su esplendor
lo alcanzó durante la cuarta dinastía, cuando se erigieron la pirámide de Jufu (Keops), también conocida como la Gran Pirámide, la pirámide de Jafra (Kefrén) y la relativamente pequeña pirámide de Menkaura (Micerino), junto con varias otras subsidiarias menores, templos funerarios, Templos del Valle, embarcaderos, calzadas procesionales y se excavaron fosas conteniendo barcas solares ceremoniales; también se esculpió en la roca de la meseta la Gran Esfinge de Guiza.
Asociados a estos monumentos reales se encuentran numerosas mastabas
de miembros de la familia real, otras concedidas por el faraón a
funcionarios y sacerdotes, y algunos monumentos de épocas posteriores
relacionados con el culto a los antepasados.
De las tres pirámides principales se conserva su núcleo, conformado por bloques de piedra caliza, pero de su revestimiento, de caliza pulida o granito
rosado, solo quedan algunos restos, pues estos bloques fueron
utilizados para construir edificios en la cercana ciudad de El Cairo.
La pirámide de Jafra
(Kefrén) parece la más alta, pero es debido a que fue construida sobre
una zona más elevada de la meseta de Guiza; en realidad es la que se
adjudica a Jufu (Keops) la de mayor altura y volumen. La Gran Pirámide estaba considerada en la antigüedad una de las Siete maravillas del mundo, y es la única de las siete que aún perdura.
A finales del Imperio Antiguo, durante la sexta Dinastía había en Guiza varios cientos de tumbas.
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