Los templos egipcios fueron construidos para el culto oficial de los dioses y la conmemoración de los faraones en el Antiguo Egipto
y en las regiones bajo su dominio. Los templos eran vistos como el
hogar de los dioses o faraones a quienes eran dedicados y en ellos los
egipcios llevaban a cabo diversos rituales, las funciones centrales de
la religión egipcia: realizar ofrendas
a sus dioses, recrear pasajes mitológicos a través de festivales y
protegerse de las fuerzas del caos. Estos rituales eran vistos como
necesarios para que los dioses mantuvieran la maat, el orden divino del universo.
El cuidado del hogar de los dioses era obligación de los faraones,N 1
que dedicaron ingentes cantidades de recursos para la construcción y el
mantenimiento de los templos. Por necesidad, los faraones delegaban la
mayoría de los rituales en una amplia casta sacerdotal,
aunque la mayor parte del pueblo llano permanecía al margen de la
participación directa en las ceremonias por tener prohibido el acceso a
las zonas más sagradas de los templos. A pesar de ello, el templo
siempre fue un importante centro religioso para todos los egipcios, que
iban a ellos a rezar, realizar ofrendas y buscar la guía de los oráculos.
La parte más importante del templo era el naos o sancta sanctorum,
que normalmente albergaba una imagen de culto, una estatua del dios.
Las estancias que rodeaban el santuario crecieron en tamaño y lujo con
el paso del tiempo, y así los templos pasaron de simples santuarios en
el período predinástico (fines del IV milenio a. C.) a los enormes edificios de piedra del Imperio Nuevo (1550-1070 a. C.) en adelante. Estos templos se encuentran entre los ejemplos más grandes y duraderos de toda la arquitectura egipcia, y aparecen decorados y ordenados según los complejos patrones del simbolismo religioso. Su diseño típico consistía en una serie de salas cerradas, patios abiertos y monumentales accesos flanqueados por pilonos,
todo alineado por un eje que marcaba la ruta de los festivales
procesionales. En torno al templo propiamente dicho se solía crear un
muro que encerraba diversos edificios secundarios. Los grandes templos
también poseían gran cantidad de tierras en las que empleaba hasta miles
de laicos para satisfacer sus necesidades. Los templos fueron, además
de centros religiosos, importantes enclaves económicos. Los sacerdotes
que se encargaban de estas poderosas instituciones gozaban de gran
influencia en el gobierno de Egipto, y a pesar de su ostensible
subordinación al faraón, a veces plantearon significativos desafíos a su
autoridad.
La construcción de templos en Egipto continuó a pesar
del declive de la nación y su pérdida de independencia bajo el dominio
del Imperio romano. Sin embargo, con la llegada del Cristianismo
la religión politeísta egipcia tuvo que afrontar una creciente
persecución, y el último templo fue cerrado en el 550 d. C. Durante
siglos, los templos sufrieron destrucción y abandono. No fue hasta
comienzos del siglo XIX, y especialmente tras la invasión napoleónica de Egipto, cuando crecería el interés por el país del Nilo entre los occidentales, dando lugar al nacimiento de la egiptología
y al auge del turismo para visitar los restos de aquella civilización.
Docenas de templos han sobrevivido hasta nuestros días y algunos son
atracciones turísticas de fama mundial, contribuyendo de manera
importante a la economía del Egipto
moderno. Los egiptólogos continúan estudiando los templos
supervivientes y los restos de los destruidos, pues son valiosas fuentes
de información sobre la sociedad del Antiguo Egipto.
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