A lo largo de la historia de la humanidad el
arte constituye un espejo en el que los seres humanos ven reflejada su propia
realidad, y esto no sólo en cuanto al mundo material, sino a una realidad más
sutil que pertenece a las regiones del espíritu, a los secretos recovecos de la
mente superior del hombre. Los símbolos son a menudo los elementos que permiten
conocer aunque en forma velada una sabiduría, un estado de alma o una etapa de
evolución espiritual y material en la vida de una civilización.
Cuando el
símbolo se manifiesta en el arte nos comunica una idea, un mensaje, quizás una
creencia o un mito lejano, pero jamás comunica algo que no exista en la realidad
concreta o abstracta del mundo. Tres ejemplos de civilizaciones no europeas en
la historia del arte nos pueden ayudar a apreciar mejor los alcances del símbolo
y sus connotaciones particulares, aunque no aprehendamos del todo su
significación más profunda, ya que existen secretos en las obras que no se dejan
alcanzar por las interpretaciones personales más inteligentes, por este motivo y
para evitar caer en errores me he apoyado en autores que por su conocimiento en
la materia pueden ayudarnos a realizar un acercamiento más certero al universo
de los símbolos presentes en el arte indio, egipcio y azteca.
Arte de la India
El carácter
simbólico del arte indio es evidente y muy probablemente por la falta de
familiaridad con la religiosidad, la mitología y la filosofía del pueblo indio,
en el pasado algunos eruditos occidentales no libres de prejuicios estéticos y
religiosos, vieron en la escultura india figuras “horribles y grotescas”,
desprovistas de toda belleza. Kali, quizás la divinidad femenina más importante
dentro del hinduismo es un ejemplo de lo anterior. Su aspecto puede parecer
grotesco a primera vista, pero ella para los indios es la Madre Divina y
simboliza lo bueno y aterrador presente en la naturaleza cósmica, ella posee los
atributos de la creación, conservación y destrucción de todo cuanto
existe.
Como otras
deidades en el arte indio, Kali posee cuatro brazos. Un artista indio ya
desaparecido Sananda Lal Gosh, en la emotiva biografía que escribiera sobre su
hermano, el mundialmente conocido Swami Paramahansa Yogananda nos describe la
simbología de Kali, he aquí un corto extracto de su obra “Mejda”.
“Sus dos brazos
derechos representan Su poder para crear universos y conceder bendiciones y
salvación a Sus devotos. Sus dos brazos izquierdos blanden una cimitarra y una
cabeza decapitada, respectivamente. Estas representan Su poder para conservar el
cosmos y causar su disolución en el Espíritu cuando Ella haya concluido Su danza
de la creación”.
En las
representaciones pictóricas de Kali también se pueden observar un collar que
lleva puesto, este es un rosario de cráneos que viene a representar el alfabeto
sánscrito compuesto de cincuenta sonidos. Sus tres ojos condensan los estados
del mundo: creación, conservación y destrucción, se dice que en la luz de sus
ojos toda ignorancia queda aniquilada. Sus dientes brillantes que muerden su
lengua roja colgante evoca la cualidad que los indios llaman sattva,
presente en los sabios, es la cualidad que discierne y purifica; su lengua roja
es rajas, la cualidad de la naturaleza presente en el hombre de acción;
su pecho expresa la ternura maternal, Kali es el sustento de la creación y por
tanto de sus hijos; su cintura rodeada de manos humanas indica el ciclo de
reencarnaciones por las que el alma debe pasar y que son el producto de acciones
equivocadas y deseos insatisfechos.
Tal vez nos
parezca un tanto difícil de entender en principio, pero la trascendencia del
arte y el pensamiento indio no han dejado de influir en Occidente. En la obra
singular del francés Gustave Moreau confluyen las influencias de Delacroix, el
arte del Renacimiento italiano y lo que el novelista J.K. Huysmans llamo
equivocadamente “artes hieráticas de la India”, ya que su hieratismo es apenas
perceptible y por el contrario en la mayoría de obras de arte indio se aprecia
un gran dinamismo. Moreau como figura clave del movimiento simbolista en Francia
en el campo de las artes plásticas, nos legó en su Júpiter y Semele de
1896, una obra que recuerda en forma impresionante el simbolismo
indio.
El Arte de Egipto
No se puede
conocer el mundo egipcio sin apelar a sus numerosos símbolos presentes en su
arte, como muy bien lo hace saber el egiptólogo Richard H. Wilkinson:
“Los egipcios
buscaban representar muchas de sus creencias religiosas e ideas sobre la
naturaleza del cosmos a través de los símbolos. En este sentido se utilizaron
objetos simbólicos y pinturas para destacar lo trascendental y lo
intangible”.
Cualquier
estudio sobre el arte egipcio debe tener en cuenta por tanto los símbolos
empleados por los antiguos artistas egipcios, en los que se narraba y
representaba la vida del hombre y sus ocupaciones, así como sus divinidades. Los
símbolos fueron empleados como especie de amuleto para librar al egipcio del mal
en la vida y después de la muerte, la creación y el origen de la vida también
tuvieron manifestaciones simbólicas. Isis, la divinidad femenina mejor conocida
por la mente occidental se la halla en no pocas estatuas y amuletos. En estas,
Isis, esposa de Osiris, el dios supremo del mundo subterráneo, en posición
sedente amamanta a su hijo Horus. Muy probablemente con la llegada del
cristianismo tal imagen fue trasplantada por los artistas para representar a la
Virgen María y el Niño.
Pero la anterior
no era la única forma en la que se solía representar a Isis, también aparecía en
el arte egipcio llorando la muerte de su esposo Osiris o protegiendo al dios sol
en su nocturno viaje por el mundo subterráneo. Debe tenerse en cuenta que tanto
los jeroglíficos, como los colores, materiales y números empleados por el
artista egipcio forman el lenguaje simbólico propio de la sabiduría de los
antiguos iniciados. Egipto siempre fue por mucho tiempo una civilización
envuelta en el hermetismo.
Durante el
Renacimiento y particularmente en el círculo del filósofo italiano Marsilio
Ficino existió un fuerte interés por el antiguo Egipto. Los obeliscos egipcios
cobraron tanta importancia, que la palabra “obelisco” circuló por entonces en
varias lenguas europeas y estos fueron entendidos como símbolos de la fama
eterna. En el terreno práctico se le erigió un obelisco al papa Sixto V en Roma
durante 1587 y una de las causas por las cuales el monje dominico Giordano Bruno
fue conducido a la hoguera fue el querer revivir la religión de los
egipcios.
Arte Azteca
El
abstraccionismo y el simbolismo caracterizan en gran medida a un arte del cual
abjuró el hombre renacentista por estar asociado a prácticas rituales
sangrientas. Los aztecas emplearon la violencia y el terror para someter a otros
pueblos y esto se refleja en su arte. Coatlicue madre de los dioses de la guerra
y así mismo diosa de la luna y de las estrellas australes, presenta un aspecto
verdaderamente aterrador. Su rostro lo conforman dos cabezas de serpiente, no
posee cintura y parece asomarse en el centro de la pieza escultórica una
calavera, de su cuello cuelga un collar de manos cortadas y de corazones, las
serpientes aparecen por doquier en los brazos, en las manos y en la falda. Tanto
las manos como los corazones son símbolos de los sacrificios humanos practicados
por los aztecas hasta la llegada de Hernán Cortés y sus hombres en 1521.
Coatlicue tuvo
una influencia a largo alcance al servir como fuente creativa a artistas
mexicanos de la primera mitad del siglo XX como David Alfaro Siqueiros y Rufino
Tamayo. Es muy importante hacer notar la relevancia que algunos animales como la
serpiente han tenido en este tipo de civilización, E.H. Gombrich en su
Historia del Arte menciona el caso de Tlaloc, dios de la
lluvia.
“En esas zonas
tropicales la lluvia es con frecuencia cuestión de vida o muerte, pues sin ella
sus cosechas pueden fallar y perecer de hambre. Se comprende, pues, que el dios
de las lluvias y las tormentas asuma en su espíritu la forma de un demonio de
terrorífico poder. El alba, en el cielo, aparece en su imaginación como una gran
serpiente y, por ello, muchos pueblos americanos han considerado a la serpiente
de cascabel como un ser sagrado y poderoso”
La escultura de
Tlaloc reproducida en el citado libro de E.H. Gombrich muestra como el dios está
compuesto de serpientes, aunque su forma temible posea un mayor naturalismo que
la abstracta Coatlicue. En Tlaloc pueden verse una boca, una nariz y unos ojos
conformados exclusivamente por serpientes.
Conclusión
Son tantas las
sociedades que han recurrido al simbolismo en su arte, como se puede observar en
los celtas, en el arte paleocristiano, en el arte bizantino y de la Edad Media
en Occidente, así como en los períodos siguientes del Renacimiento y el Barroco
y teniendo presente además otros pueblos como el arte ritual de Nueva Guinea y
el arte profundamente simbólico de los indios rojos de Norteamérica entre otros.
Aquí tan sólo se ha destacado el papel de tres civilizaciones que por su riqueza
simbólica tienen mucho que enseñarnos.
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