lunes, 15 de octubre de 2012

Conocer Historia Secretos egipcios La depravada vida sexual de los faraones


La sombra de una sospecha general sobre el hasta ahora resplandeciente reino de las pirámides se confirma: la depravación sexual y la degeneración. Aquellos monarcas que se hacían adorar como «aniquiladores» y «pilares del mundo», que ordenaban la construcción de monumentales edificios de piedra y dormían en camas de oro, eran posiblemente víctimas de perversas costumbres sexuales. El mito central de Isis y Osiris gira en torno al incesto. Esta pareja de hermanos, según la mitología, reinaba, feliz, sobre Egipto. Pero Osiris fue asesinado y arrojado al río descuartizado. Isis reunió los trozos de su cuerpo, los recompuso y pudo así mantener una última relación sexual con su hermano, fruto de la cual nació Horus. Cualquiera conocía en el antiguo Egipto esta historia, de gran importancia política, pues al faraón se lo consideraba la encarnación del divino Horus. Solo él era el soberano y el garante de la fertilidad del país.Numerosos especialistas se resisten a aceptar que el comportamiento privado de los monarcas se pareciese al de la mitología, pero lo cierto es que los nuevos hallazgos no hacen más que confirmarlo. Albert Zink, director del Ötzi Institut en Bolzano, Italia, y el biólogo molecular Carsten Pusch pertenecen al pequeño círculo de los elegidos para estudiar el material genético de los faraones del antiguo Egipto. Y desde 2007 llevan adentrándose en sepulcros pútridos y extrayendo la médula ósea de los muertos... con las que realizan un test de paternidad de los viejos reyes. Hasta hoy se han investigado 16 momias. Un primer informe se publicó en el Journal of the American Medical Association y asombró a todos. Los investigadores elaboraron un árbol genealógico de cinco generaciones (ver gráfico), identificaron a las compañeras íntimas de los faraones y hallaron patógenos de la malaria y también indicios de asesinato.Pero lo que más sorprendió fue la vida sentimental de Akenatón (faraón entre 1353 y 1336 antes de Cristo), cuyos restos, conservados sin nombre, en el Valle de los Reyes, junto a Luxor, han estudiado con rayos X. Los expertos tienen ya hasta el equivalente genético de las huellas dactilares de este líder religioso, que creía que solo había un dios, Atón, y prohibió los demás, inventando así el monoteísmo. üDe akenatón solo se sabía que se había casado con Nefertiti, su prima, con la que tuvo seis niñas. Pero los expertos en ADN descubrieron también que el rey deseaba a otra dama, de la que hacia 1340 antes de Cristo disfrutó en la Ciudad de Atón. Se trataba de su propia hermana.Nueve meses después nació un bebé: Tutankamón, el famoso rey niño, cuya lujosa tumba resistió casi intacta durante milenios.El estudio comparativo genético lo demuestra de forma inequívoca y confirma uno de los mayores tabúes del mundo antiguo: la familia real de la XVIII dinastía practicaba con absoluta normalidad, generación tras generación, el incesto. Y durante unos 250 años conformó un círculo sanguíneo cada vez más estrecho, hasta estrangularse. Ya no eran primos con primas, o hermanos con hermanas. Al final de la dinastía, según figura en los jeroglíficos descifrados, se unían padres con hijas y, en un caso, un abuelo con su nieta. Ese fue Amenofis III padre de Akenatón y abuelo de Tutankamón, al que le encantaba la versión antigua del lap-dance, el striptease que la mujer realiza sobre el regazo del hombre, y que recurría a su vez a los servicios de una dominatrix para excitarse. Los textos de la época se refieren a ella como la «señorita Látigo». Desde un punto de vista dinástico, estas costumbres no tenían consecuencias entonces. Varios faraones llegaron a engendrar cientos de hijos. Pero príncipe real solo podía ser el primer hijo de la gran esposa real, que era casi siempre la hermana del faraón. Literalmente.Los antepasados de Tutankamón habrían sido muy celosos en la «conservación de la sangre», según el egiptólogo alemán Christian Loeben. Querían ennoblecer su descendencia con la sangre más pura. No imaginaron que esa conducta produciría daños genéticos. Con frecuencia, los faraones presentaban pies zambos o planos, columnas vertebrales deformadas, principio de paladar hendido... En el caso de Tutankamón, el último eslabón de la cadena, los problemas físicos alcanzaron un punto dramático, aunque las esculturas y relieves lo muestran saludable. El estudio médico de su cadáver ya había confirmado que caminaba con gran esfuerzo. Dos de sus huesos metatarsianos estaban atrofiados. El tejido se necrotizaba... Según Carsten Pusch: «Presentaba una rara enfermedad hereditaria, llamada enfermedad de Köhler II». Este diagnóstico resuelve el enigma de por qué en la tumba 130 había bastones ornamentados. Hasta hoy se creía que eran cetros, pero eran muletas.En un momento dado, el joven probablemente tropezó y se cayó al suelo. Las imágenes de rayos X muestran una fractura no curada por encima de la rodilla. Esta herida, unida a una infección de malaria, demasiado para su endeble constitución, fue finalmente la causa de su muerte.También Amenofis ha sido sometido al análisis genético y su momia presentaba un pie zambo. Y es que también él se saltó todos los límites al casarse, a los 40 años, con su propia hija, algo que nadie había osado hacer antes. Para el pueblo egipcio este enlace era completamente inaceptable.No está claro qué llevó al rey a romper ese tabú. Quizá fue el sentirse tan superior a los demás que lo único a su altura era mantener relaciones con sus hijas. Sí es seguro que las desastrosas preferencias en materia sexual de la dinastía se intensificaron durante el reinado de su hijo Akenatón. Según los registros, él se casó con tres de sus hijas. Lo cierto es que en Amenofis, en su hijo y en su nieto, Tutankamón, se concentra la clave que define aquella época. El abuelo dejó en herencia un Estado pleno de grandeza, perdida luego bajo el reinado de su hijo y desaparecida con su nieto.üCuando Akenatón muriÓ, en elaño 17 de su reinado, Egipto estaba descompuesto. Ejércitos extranjeros amenazaban sus fronteras. La hierba crecía en los templos. Los sacerdotes de Amón aprovecharon el vacío de poder para hacer olvidar aquellos sucesos. Proscribieron el nombre de Akenatón, volvieron a la antigua fe y coronaro a Tutankamón, aún un niño.Pero el hábito del incesto no se perdió. El pequeño rey debió casarse con su hermanastra Ankesanamón. Él tenía 8 años; ella, 15. Y ya había estado casada con el padre de ambos, Akenatón.Entre los hermanos, la relación no se quedó en lo platónico. Lo demuestran dos fetos embalsamados hallados en la tumba de Tutankamón. De apenas 40 centímetros de largo, estaban dentro de pequeños sarcófagos de madera. Los genetistas concluyeron que ambas criaturas eran de Ankesanamón y su hermano. El primer aborto se realizó en el quinto mes de embarazo; el otro, en el séptimo.Poco después murió el propio rey. Lisiado e infectado por la malaria, acabó arrastrándose por el palacio. Tenía 19 años. El país más bello y poderoso del mundo se encontraba sin faraón ni sucesor masculino. La dinastía estaba ante el abismo.Entonces Amenofis, ya con más de 60 años, intentó salvar el linaje real casándose con la reina, su propia nieta. El plan fracasó. Todo terminó. No quedó más que el resplandeciente tesoro de Tutankamón, con sus quintales de oro y joyas... y la sospecha de que, en la cima de su poder, fueron los propios monarcas de Egipto quienes desataron la maldición biológica que acabó con ellos. El proyecto genético de investigación iniciado en 2007 y que ha sacado a la luz todo esto se paralizó tras la llegada a Egipto de la ola de rebeliones en los países árabes. Pero se confía en que se reinicie pronto. Los expertos están convencidos de que estamos a punto de entrar en un universo nuevo. n
Cadáveres hedonistasIzquierda: un mural con evidentes alusiones sexuales, en Medinet Habu, a orillas del Nilo, frente a Tebas, refleja el libertinaje que se vivía en la corte de los faraones. Derecha: la momia del príncipe real, conde de Tebas, a punto de ser analizada en una tomografía computarizada para confirmar su identidad y estudiar la causa de su muerte y hábitos.
¿Figuras inocentes? 1. El faraón Akenatón y Nefertiti, antes de que él se casara con su propia hermana y engendraran a Tutankamón. 2. Figuras hechas de alabastro de la tumba de Tutankamón. Se trata de dos parientes. En la corte del faráon, las relaciones incestuosas estaban bien consideradas. 3. Bajo relieve en el templo de Kom Ombo, cerca de Luxor. Hasta hace poco, la iconografía egipcia resultaba inocente. Hoy, todo se reinterpreta 4. Akenatón, con una de sus hijas. Se casó con tres de las que tuvo.
El "CSI" de los faraones Izda.: la momia de Maiherpri, una princesa de más de 3500 años, es preparada para un estudio en el Museo Egipcio de El Cairo. Dcha.: el arqueólogo Mostafa Wazery y un colaborador inspeccionan la base de una estatua. Ambos integran el equipo de 17 expertos egipcios, alemanes y americanos que estudian los 131 tesoros hallados en la tumba de Tutankamón.

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