lunes, 30 de abril de 2012

Los Faraones negros

Hace dos mil quinientos años, la tierra de Egipto era dominada por los faraones negros. Vinieron del reino de Kush, de la parte norte de Sudán actual. Kush era el antiguo nombre de Nubia. Durante décadas, estos reyes negros reinaron sobre territorios amplios, extendidos desde los manantiales del Nilo hasta las orillas del Mar Mediterráneo. La historia los recuerda como la XXVa dinastia de faraones.

Estos faraones de Kush eran profundamente religiosos, y tenían un gran respeto por la tradición. La vida cultural y religiosa de Egipto, luego de un período floreciente, decaía al momento de su llegada. Pero, con ellos, se produjo un renacimiento. Restauraron los antiguos templos, construyeron nuevos. Dieron nueva vida a las ceremonias religiosas que habían caido en desuso.

Cuando, en el siglo VII AC, los faraones negros fueron eliminados de Egipto, regresaron a sus tierras donde reinaron aún más de mil años. Y construyeron para sus dirigentes, muchas más pirámides de las que había en Egipto.

Arquitectura

Egipto es una tierra de grandes monumentos que dan testimonio del paso de diversas culturas. Pero de todas ellas, la que despierta mayor interés y define mejor al país es la que floreció en tiempo de los faraones.

La arquitectura egipcia sobresalió en la arquitectura funeraria y religiosa, en cambio en la arquitectura civil por los materiales empleados del ladrillo quedan pocos monumentos. Tanto la arquitectura funeraria como la religiosa están orientadas hacia la vida de ultratumba y esta idea provoca la monumentalidad característica de este arte. Desde la dinastía tercera se impone el sepulcro de forma trapezoidal llamado mastaba, pero en el reinado del faraón Zoser se construyó en el desierto de Sakkarah la primera pirámide escalonada que es el resultado de la superposición de varias mastabas.


Entre el año 2630 y 1640 A.C los faraones egipcios se construyeron tumbas en forma de pirámides. Consideraciones arquitectónicas y motivos religiosos desempeñaron un papel en la introducción y desarrollo de la pirámide. Sin embargo, persiguiendo un mismo propósito, las pirámides difieren en su forma, dimensiones, diseño interior y otros detalles. Dos son los tipos básicos: la pirámide escalonada y la pirámide propiamente dicha.



Reinando los faraones Cheops, Chefren y Mykerynos se construyeron las célebres pirámides de Gizeh. La mayor es la de Cheops de 146 metros de altura. Durante el Imperio Medio los sepulcros eran realizados en el Valle de los Reyes, estaban excavados en la roca y tenían un pórtico arquitrabado. Pasillos enormes conducían hasta la cámara mortuoria y estos sepulcros llamados hipogeos eran aún más famosos en el Imperio Nuevo, prueba de ello es la tumba del faraón Tutankamen.

Los templos egipcios se derivan de los primitivos templos de madera que se levantaron en la época predinástica. El templo de piedra se formaba de las siguientes partes:

a) Avenida de las esfinges o de los carneros.
b) Los dos obeliscos que representan los rayos solares.
c) El gran pílono o puerta trapezoidal.
d) La sala peristílica que no suele estar cubierta y que está dedicada al pueblo.
e) La sala hipóstila que tiene techo y que está reservada a la nobeza.
f) El santuario en donde se encuentra la imágen de la divinidad y que solamente pueden
entrar los sacerdotes y el faraón.

La religion en el antiguo Egipto

Antiguo Egipto es el nombre dado a la civilización que floreció en el valle inferior del Nilo desde el 3100 al 30 a.C. Los diferentes cambios en los campos político y económico a lo largo de todo este tiempo también debieron cambiar las posturas filosóficas y religiosas; sin embargo tenemos motivos suficientes para hablar de la religión egipcia como un todo en sí misma.

La religión ocupa un lugar importante en la civilización faraónica. Se la puede considerar bajo dos aspectos: el culto divino propiamente dicho y la religión funeraria.

Los dioses del Antiguo Egipto –como se representan en templos y tumbas- presentan formas muy complejas y extrañas, mitad animales, mitad humanas. En realidad conocemos muy poco sobre las creencias religiosas egipcias, ya que no hay estudios de la teología egipcia hechos por los antiguos pobladores.

Muchos de los dioses egipcios representaban las fuerzas poderosas del mundo natural. La prosperidad de Egipto dependía de la diaria reaparición del sol y de la inundación anual del río, y estas fuerzas naturales (junto con otras) eran consideradas como dioses que era necesario aplacar y estimular por el culto y el sacrificio.

Los dioses iban con frecuencia asociados a ciudades particulares. Probablemente esto se remonta al periodo prehistórico, cuando Egipto era una serie de comunidades individuales. Cuando éstas se unieron para formar más vastas unidades políticas, sus divinidades locales fueron adquiriendo también gradual importancia a escala nacional. El dios Amón, por ejemplo, originario de la ciudad de Tebas, vino a ser una especie de dios nacional que protegió y guió a la nación durante el Nuevo Imperio, cuando Tebas era la sede central de la familia reinante.

También el faraón era a veces considerado como un dios y a él dirigían sus miradas. La monarquía divina constituía el centro dinámico unificador del Egipto antiguo. Se atribuía al dios solar el haber sido el primer monarca en los tiempos primitivos, y el faraón era su hijo, su imagen y su encarnación física. Por sus títulos formales el faraón era el compendio vivo de cuanto de divino había en el Valle del Nilo, y en su personalidad compleja abarcaba los atributos de todos los dioses en él encarnados. En teoría, era él el sacerdote de cada templo y cada dios, aunque en la práctica se viese obligado a delegar sus funciones sacerdotales en los miembros del clero local, que en calidad de vicarios suyos oficiaban en su nombre y personificaban a los dioses en las diversas ceremonias.

También los animales constituyen un aspecto interesante de la religión egipcia, aspecto que variaba según el lugar y el tiempo. En algunos casos, todos los animales de una determinada especie fueron considerados sagrados y fueron momificados y sepultados en grandes monumentos: babuinos, cocodrilos, ibis e incluso gatos y perros. En otros casos un animal particular era elegido como encarnación de un dios.

Egipto faraonico

LUXOR.
Pequeña ciudad situada en el emplazamiento de la antigua Tebas, ofrece los más ricos tesoros del Alto Egipto. Su templo a Karnak, está dedicado al dios sol Amon Ra. Es aquí en donde se encuentran las ruinas de la grandiosa sala hipóstola con sus 134 columnas de granito rosa, algunas con 23 m de altura. Antiguamente, el camino de Karnak a Luxor, de unos 2km de largo, estaba construido por una avenida bordeada de esfinges con cabezas de carnero. Algunas sobreviven. Aquí se podrá visitar el templo dedicado a Amón, levantado por los faraones Amenothep III y Ramsés II, que se puede considerar el Partenón de la arquitectura egipcia por su perfecto clasicismo.
Lo que la mayoría de los visitantes conocen actualmente como Luxor, es un área separada en tres partes: la cuidad misma de Luxor, la Villa de Karnak a un par de kilómetros hacia el noreste y los monumentos de la necrópolis de la antigua Tebas en el banco occidental del Nilo. A lo largo del Río, el que por alguna razón parece ser más majestuoso en este lugar, las hileras de las estacionadas “feluccas” y barcazas antiguas comparten el banco este y sus costeras con hoteles flotantes de cadenas hoteleras, algunas de renombre mundial. Detrás de la fachada presentada al turista, se encuentran calles abigarradas, con viviendas hechas de adobe y llenas de gente, casi todas amigables. Luxor es, en definitiva, uno de los puntos inolvidables de la visita a Egipto.
TEBAS, LA CIUDAD DE LOS MUERTOS
Célebre en el mundo por las sepulturas de los grandes faraones, también guarda tumbas de sacerdotes, reinas, funcionarios y grandes dignatarios, adornadas con frescos que se conservan admirablemente. En el Valle de los Reyes se visita normalmente la Tumba de Tutankhamon, Deir el-Bahri y el templo de la Reina Hatshepsut. Este templo, adosado al acantilado, posee diversas terrazas escalonadas en una de las cuales se narra con pinturas y bajorrelieves, el nacimiento de esta Reina. Dentro del área se visita, además del Valle de los Nobles y el Valle de las Reinas, el Templo de Medinet Abu y los colosos de Memnon, antes de regresar a Luxor mismo.
EL TEMPLO A DENDERAH.
Hathor fue la diosa del placer y del amor; normalmente se le representaba como a una vaca o como mujer con cara de vaca y sobre su peinado llevaba colocado un disco solar, entre dos cuernos. Ella era la diosa beneficiaria del amor maternal y familiar, de la belleza y de la luz. Los griegos la asociaron con Afrodita. El templo amerita una visita especial porque y si aunque todo indica el declive de un estilo puro de arte egipcio, se conserva maravillosamente y será una visita para ser atesorada: completo, con un techo masivo de piedra, cámaras obscuras, pasajes subterráneos y columnas muy altas inscritas con jeroglíficos, el Templo principal de Hathor está casi intacto, mientras que la necrópolis de Denderah incluye tumbas de dinastías tempranas y evidencia de que Chepos y otros faraones más tardíos construyeron el complejo del templo en la forma que ahora se conserva. Aunque destruido por los ptolomeos y los romanos, su muy peculiar diseño sugiere se construyó en el sitio de un templo antiguo, reproduciendo el carácter y mitología del templo original. Hathor fue también la nodriza de Horus, antes de convertirse en su compañera y representa a Ihy, el aspecto juvenil de los dioses creadores. Denderah fue un sitio de ritual, en donde Hathor dio nacimiento a Horus y este templo se levanta, al filo del desierto, como esperando su regreso.
ABU SIMBEL.
El Templo Mayor es uno que Ramsés II, faraón de Egipto, construyó en Nubia y uno de los más completos en cuanto a construcción y de más bella arquitectura. Es el más grande, dedicado al culto del Dios del Sol, Ra-Horasty y, como guardianes se ven cuatro colosos gigante es de Ramsés de una altura de 20 metros cada uno. El templo presenta otras figuras, todas celebrando la salida del sol, entre ellos monos babuinos, la familia del faraón que incluye a su madre y a su esposa. Nefertary, hijos, hijas... Adentro y al fondo, con el sancta santorum, existen cuatro estatuas de dioses y de Ramsés mismo y hasta aquí llegan los rayos del sol por la mañana, en días determinados del año: el 21 de Febrero y el 22 de octubre, día de su nacimiento y día de su coronación, respectivamente.

lunes, 23 de abril de 2012

Antiguo Egipto

Ahotep sigue luchando contra los hicsos quien en el norte siguen reinando con una brutalidad que multiplicada por diez es superior a la que venían practicando. Mientras la reina ha reconquistado una gran parte del sur pero con uno de los precios más grandes que se pueda llegar a pagar: tras la muerte de su esposo en combate también pierde a su hijo mayor, que ha sido misteriosamente envenenado.
La reina vuelve a rehusar, una vez más, ser coronada faraón y prepara a su segundo hijo Ahmose para que tome el poder. Mientras tanto, los egipcios están listos para una batalla final, asedian la ciudad de Avaris que es la capital de los hicsos, porque ya nada puede pararles.
Después de cien años de ocupación y de millares de muertos, por fin Egipto va a renacer de sus cenizas gracias al coraje y a la determinación de una mujer. Sin la reina Ahotep el valle de los reyes no habría existido y nunca se habría dado el período de esplendor que fue el Imperio Nuevo, con grandes faraones como por ejemplo Ramsés II.
Como información fuera del libro, quiero añadir que la momia de esta reina fue hallada en 1858 en Tebas, una ciudad a la que nunca abandonó.

El gobierno del faraon

Cuando los distintos grupos humanos que se fueron instalando en el Valle de Egipto, se terminaron por conformar en nomos, especie de pequeños poblados agrícolas. En el transcurso del IV milenio antes de Cristo, aproximadamente, dichas aldeas se fueron consolidando en dos reinos, el ALTO EGIPTO (en el Valle) al sur de Egipto; y el BAJO EGIPTO (en el Delta y parte del Valle) al norte de Egipto. Ambos reinos eran rivales entre si, hasta que alrededor del año 3.100 a.C, coincidiendo con la transformación urbana se produjo la unificación de ambos reinos en un solo. De esta manera Egipto se organizó en un Estado centralizado, gobernado por un Faraón. Según las investigaciones de los historiadores, el primer faraón egipcio, unificador del reino, fue Nemes, del Alto Egipto, al cual aotros historiadores indentifican como Narmer.
Así se inicia la historia del Egipto, la que tradicionalmente se divide en tres perídos brillantes (Imperios):
  • Imperio Antiguo: (aprox. 3200 al 2200 a.C) Se unifica Egipto en un solo reino. La capital del imperio primero fue en Thinis y luego en Menfis, cerca del delta. En esta época se desarrolla la agricultura y se realizan las primeras expediciones comerciales. El río Nilo unificó todo el imperio.
  • Imperio Medio: (aprox. 2100 al 1650 a.C) Se termina un período de anarquía y luchas internas, imponiéndose de nuevo un poder centralizado del Faraón. La capital se establece en Tebas, en el sur, lejos del delta. Se fomenta el progreso material, y se realizan expediciones militares al sur y noreste de Egipto. Este período se termina con la invasión de los pueblos hicsos, alrededor de 1700 a.C.
  • Imperio Nuevo: (aprox. 1550 al 525 a.C) Se logra expulsar a los hicsos, y se inicia un nuevo período de prosperdiad y desarrollo cultural. Tebas vuelve a ser la capital, y se construyen magníficas construcciones. Con los faraones Tutmes III y Ramsés II se realizan grandesa conquistas territoriales en Nibia, Siria y Fencia. Antes de empezar el primer milenio antes de Cristo, el imperio comienza su decadencia. A los problemas internos por el poder, se suman nuevas invasiones de pueblos como los asirios y los persas. El imperoi Egipcio terminará, cuando se convierta en una provincia más del Imperio Romano.

Prehistoria

Tras la progresiva retirada de las glaciaciones, se incrementaron los pastizales y las diversas poblaciones indígenas fueron concentrándose tras el proceso de desertización del Sahara. Existían diversas culturas indígenas identificables por sus diferentes utensilios, objetos cerámicos y ritos funerarios.
El periodo neolítico que comienza en Canaán hacia el 9000 a. C., llegará a Egipto sobre el año 5000 a. C. Las crecidas del río Nilo como consecuencia de las lluvias en sus fuentes y las torrenteras de arcilla procedentes de Etiopía dieron lugar a ricas y fértiles tierras de limo. Se conviene que hacia el 4000 - 3500 a. C. existió una unificación del territorio a través de las previas comunidades locales, los nomos: el Bajo Egipto, cuyas principales ciudades eran Buto y Sais y el Alto Egipto con capital en Hieracómpolis, adoptando como principal divinidad a Horus.
Conquistado el delta del Nilo, hacia el 3000 a. C., Menes, procedente de Tinis, será considerado por los épigonos de Manetón el fundador de la primera dinastía faraónica.

viernes, 20 de abril de 2012

El Faraon y el concepto del poder

Lo primero que hay que entender a cerca del faraón es que no es un dios, pero tampoco tiene las características de un ser humano. El concepto de poder real se concibe en el plano de lo divino e implica dos generaciones: la de Horus que gobierna Egipto y la de Osiris de quien Horus es heredero.
El rey encarna en la tierra el concepto divino de poder. Encarna la fuerza que mantiene el universo en orden, la fuerza divina en un cuerpo mortal. El orden social que estableció el primer faraón que gobernó en el país unificado, el faraón Meres, es parte inmutable del orden cósmico que se da a través de Maat.
Maat es el principio que limita el poder del rey a pesar de que éste no tenga límite. Si un faraón falta a Maat, puede sufrir la damnato memoriae ya que traiciona a la justicia y a la verdad, al orden que representa Maat. Por ello se pierde la pista a determinados faraones. EL egipcio no es cínico, sino que borra de la memoria la existencia de un ser malo que se puede enfrentar a Maat.

En el mundo egipcio el faraón puede cargar con todo el peso por ser un ser divino. La palabra egipcia para faraón es NTJR (“el dios”) o NTJeR NeR (“el buen dios”), como la encarnación terrena del dios Horus. Horus era un dios que aparecía ya en el periodo predinástico y que recibía culto en todo Egipto a través de acepciones locales y regionales.
Como podemos ver en la estatua sedente de Kefren como símbolo de la unión de las Dos Tierras, el faraón transmite la sensación de poder en estado puro, más allá de su cuerpo humano. En la cabeza le acompaña un halcón que extiende sus alas con una gran pureza de líneas, se trata de la representación de Horus, como un protector del poder real. En esta escultura nos encontramos la unión de la forma animal y humana del dios Horus.

jueves, 19 de abril de 2012

El Egipto Faraonico

El territorio que ocupó el Egipto antiguo está situado en torno al río Nilo. Durante la mayor parte de su recorrido el río discurre por un estrecho valle al que los egipcios llamaban Alto Egipto. Poco antes de su desembocadura, el Nilo se abre en un ancho delta, el Bajo Egipto.
La influencia del Nilo en la civilización egipcia fue decisiva. La necesidad de regular el curso del río y sus crecidas anuales (de junio a septiembre) obligó a los egipcios a construir canalizaciones, a organizar los trabajos del ciclo agrícola mediante un poder político centralizado y a estudiar el curso de los astros para prevenir los cambios estacionales.
Además de ser la fuente de la vida en medio de un territorio desértico, el Nilo sirvió durante miles de años como vía de comercio y comunicación. Todo ello llevó al historiador griego Herodoto a calificar a Egipto como un «don del Nilo».

Tres mil años de historia

Hacia el año 3100 a. C. el rey Narmer (llamado Menes por los griegos) unificó los reinos del Alto y el Bajo Egipto, por lo que se le considera el primer faraón. A partir de entonces se distinguen tres grandes etapas en la historia egipcia:
  • El Imperio Antiguo (2800-2200 a. C.), en el que destacan los faraones Keops, Kefrén y Micerinos, los constructores de las grandes pirámides de Gizeh.
  • El Imperio Medio (2000-1780 a. C.), en el que los faraones conquistaron tierras en Nubia, al Sur de Egipto, tras la invasión de los hicsos (1650 a. C.).
  • El Imperio Nuevo (1570-1065 a. C.), en el que destacaron los faraones Tutmosis III y Ramsés II, que extendieron el Imperio egipcio en Oriente (Palestina, Siria).
En los últimos siglos de su historia, Egipto fue dominado varias veces por pueblos extranjeros, como los persas y los griegos, hasta su conquista por los romanos en el año 31 a. C.
Copia realizada por Weindenbach de la piedra Rosetta. A principios del siglo XIX se encontró enterrada una piedra de basalto negro con inscripciones en tres alfabetos distintos: el jeroglífico, el demótico y el griego. Champollion, un estudioso francés, encontró la clave para descifrar las inscripciones egipcias.

La pirámide social

El faraón concentraba en sus manos todo el poder. Los egipcios le consideraban un dios y no podían mirarle ni tocar su cuerpo.
En torno al faraón estaba la clase privilegiada, formada por:
  • Los nobles, que poseían parte de las tierras y ocupaban los cargos más importantes, como los de visir o primer ministro.
  • Los escribas, funcionarios que sabían leer, escribir y contar y que, por ello, administraban los dominios del faraón.
  • Los sacerdotes, dedicados a los ritos religiosos.
El resto de la población, la gran mayoría, eran campesinos, que cultivaban las tierras del faraón y de los templos, a los que debían entregar parte de la cosecha, y artesanos. También había esclavos, pertenecientes en su mayor parte al faraón, que los utilizaba en la construcción de los grandes monumentos, en el trabajo de las minas y en el ejército.

Cultura egipcia

Los antiguos egipcios nos legaron extraordinarias obras arquitectónicas y artísticas, así como notables textos literarios. Además de grandes templos, como los de Karnak y Luxor, construyeron diversos tipos de tumbas monumentales, entre las que destacan los hipogeos (tumbas excavadas en la roca) y las pirámides.
La religión egipcia se basaba en la creencia en una vida posterior a la muerte, lo que explica la costumbre de momificar los cadáveres para preservarlos de la corrupción. Los egipcios eran politeístas y cada dios tenía sus propios templos y sacerdotes.
La primera forma de escritura se basaba en jeroglíficos, signos que expresaban objetos y que se utilizaban sobre todo en inscripciones sagradas. Posteriormente, los egipcios desarrollaron un sistema ideográfico, en el que cada símbolo podía expresar distintas cosas. Estos signos llegaron a formar un alfabeto de 24-28 letras, que con el tiempo fueron estilizándose en lo que se conoce como escritura demótica.

miércoles, 18 de abril de 2012

Ramses II

Ramsés II fue el tercer gobernante de la XIX Dinastía, perteneciente al Imperio Nuevo. El país estaba bien estructurado y hacía un milenio que se usaba la escritura jeroglífica, su sistema religioso era politeísta.
Ramsés II nació hacia el año 1326 a.C., accedió al trono imperial hacia 1301 a.C. y murió alrededor de 1234 a.C. siendo el suyo uno de los reinados más largos de la historia de Egipto.
Durante 67 años, su gobierno fue muy importante en la civilización egipcia.
No era de origen real, sino militar. Su abuelo fue el faraón Ramsés I, general del ejército y visir, durante el reinado de Horemheb, que lo sucedió al no tener éste descendencia.Al morir Horemheb, se inicia la XIX Dinastía, conocida como la Edad de Oro de la civilización egipcia.Durante ésta, los gobernantes intentaron mantener la estabilidad del pais, dentro y fuera de sus fronteras. En la Dinastía anterior, se habían producido desórdenes generales, provocados por las nuevas ideas de Ajenaton, que implantó el monoteísmo, representado por el dios Aton. Este cambio afectó a toda la sociedad. Sus sucesores dieron marcha atrás volviendo a las ideas anteriores.
Su padre fue Sethy I (1291-1279 a.C.), y su madre la reina Tuya, hija de militares. Tuvo dos hermanos y dos hermanas, con los que vivió en Luxor.
Desde su infancia fue educado como futuro faraón de Egipto. Su educación estuvo a cargo de un preceptor, posiblemente Paser, visir de su padre, que le enseñó a escribir y leer, matemáticas , geometría, astronomía, política, religión y moral.

El Egipto de los Faraones

Quizás entre el público que siente interés por la historia no es suficientemente conocida la atracción que los griegos de la Antigöedad sintieron por el Egipto de los faraones, por su historia, su sabiduría, su arte. Platón creó el mito de Atlántida a partir de la supuesta información que los sacerdotes egipcios proporcionaron al legislador ateniense Solón. El mismo filósofo aplaudía sus artes figurativas porque consideraba que el ejercicio de idealización llevado a cabo en tiempos muy antiguos era muy convincente y se había traducido en un modelo que resultó válido durante muchos siglos, porque reflejaba mejor que el griego el acercamiento a la idea de belleza. El helenismo eligió las pirámides como una de las siete maravillas del mundo. No todos tienen presente que Cleopatra, a la que se disfraza como modelo o tipo de mujer egipcia pertenecía a la helenística dinastía de los Ptolomeos que llevó a cabo parcialmente un proceso de maquillaje para adaptarse a lo que seguía imponiendo el viejo Egipto. La egipcia diosa Isis se incorporó a los cultos mistéricos, primero helenísticos y luego romanos, al tiempo que un escritor griego como Plutarco era autor de una obra tan significativa como Iside et Osiride. Y es imposible olvidar que algunos de los edificios salvados de la isla de Philae se levantaron durante los gobiernos de los emperadores romanos Trajano y Adriano, pese al aspecto ofrecido ajeno al arte romano. Un personaje a veces tan contradictorio como Plinio el Viejo al tiempo que estaba fascinado por los gigantescos obeliscos que llegaban a Italia en barcos construidos especialmente para transportarlos, consideraba con un cierto desprecio el exceso de lo egipcio que repugnaba a su sentido práctico romano. Y nunca cesó este interés, esta curiosidad, este deseo de encontrar las claves que explicaran ese mundo extraño, como muestra en el siglo XVII un personaje tan curioso como el jesuita alemán Atanasius Kircher, que llegó a ofrecer una lectura disparatada de los jeroglíficos que causó en su momento cierta sensación.

¿Por qué este interés? Ante todo, porque es una de las primeras culturas que pasa de la prehistoria a la historia. Crea entonces un modelo de sociedad en la que el poder político y el religioso se apoyan mutuamente y tal entendimiento incide en el buen funcionamiento del orden cósmico, favorecido asimismo en lo material por la importancia de las crecidas periódicas del Nilo, sin paralelo en otras zonas. Es importante, por otro lado, porque en unas fechas muy antiguas con Akhenaton se esboza una especie de monoteísmo en buen medida sin precedentes. Al contario que las culturas de Mesopotamia no fue en principio en especial agresivo con sus vecinos. Por otro lado, a la mujer en la sociedad se le reconoció una dignidad superior al trato que recibió entre los griegos.

Pero todo esto no ayuda a comprender por completo el deslumbramiento de Occidente. Porque fundamental es el descubrimiento de su arte. La existencia de numerosas canteras de diferentes clases de piedra (calcáreas, granito, pórfido, diorita, etc.) favoreció el desarrollo de una arquitectura de poder sobre todo religiosa que en parte sigue en pie y que anonada por su grandiosidad y coherencia. Egipto da un salto en el desarrollo de la historia de la arquitectura con el conjunto funerario del faraón Djoser o Djeser en Saqqara dirigido por Imhotep (talla de la piedra, conocimiento de la estereotomía,…) que en cierta medida no será superada hasta las complejas estructuras dinámicas romanas. Templos como los de Karnak, completados con pintura y relieve, pese a que en parte se han venido abajo, siguen produciendo entre los visitantes la impresión de algo concebido a medida sobrehumana.

Pero asimismo estos materiales fueron soporte de una escultura igualmente excepcional, policromada con frecuencia, en la que se perciben tendencias figurativas diversas desde el idealismo majestuoso patente en solemnes imágenes faraónicas como las de Khefrén, hasta el realismo de Kaaper, “el alcalde del pueblo”, pasando por el exquisito, refinado y deformante arte de Amarna. Sin olvidar que tampoco dejó de utilizarse como material la madera en ejemplares que aún han llegado a nosotros. Creó gigantes a la misma escala que la arquitectura (Amenhotep III en los “colosos de Memnon”, Ramses II en Abú Simbel, Akhenaton) y esculturas menudas de minucioso acabado. De hecho, fue en Egipto donde por vez primera se concibió un canon de proporciones del cuerpo humano descompuesto en sus partes principales, utilizando el puño y el codo como unidad de medida.

El clima seco permite la milagrosa conservación de algo tan frágil como la pintura mural. Desaparecida casi por completo con los palacios, abunda en las tumbas sobre todo del Imperio Nuevo, preservada en excelente estado (y alguna dañada por desgracia en nuestro tiempo). Esta pintura y el relieve configuran una estética en extremo personal, de modo que a veces se habla de un relieve pintado y otras de una pintura en relieve. El conjunto de mastabas antiguas, como la del “tjaty” o visir Mereruka de la dinastía VI o el menos importante Ti, se anima además al añadir textos en los que se hace intervenir a los mismos protagonistas que discuten entre sí, incluso se insultan. Diferentes son los elegantes y más solemnes relieves de la tumba de Ramosé, teniendo a la vista la revolución de la Amarna de Akhenaton.

Además disponemos de ajuares funerarios que incluyen joyas de diseño excelente y color deslumbrante (algunas entre ellas influyeron en el diseño de occidente no hace tanto tiempo), objetos de la vida cotidiana como sillas, camas, cajas para perfumes, etc. Todo ello completa un material inmenso que proporciona una visión, aunque parcial (falta casi toda la gran arquitectura civil y su complemento pintado o en relieve), incomparablemente más rica que la de otra cultura antigua contemporánea. Y nos ofrece el primer gran modelo de sociedad que concibieron los humanos al pasar de la prehistoria a la historia.

La lengua de los faraones

La administración del Estado en Egipto fue algo esencial. Su correcto funcionamiento sólo era posible gracias a una amplia red de funcionarios cualificados, capaces de llevar a cabo eficazmente todas las tareas burocráticas que requería. Pero, ¿qué estudios eran necesarios para pertenecer a esa clase privilegiada que no tenía que arar los campos de sol a sol? Esencialmente, bastaba con saber leer y escribir, además de poseer unos simples conocimientos matemáticos –sumar, restar, multiplicar y dividir– y álgebra. Los personajes que reunían todas estas características eran los famosos escribas.
Escriba. Caliza, alabastro y cristal de roca. Imperio Antiguo. Museo del Louvre. Saqqara E3023Pero los escribas no sólo trabajaban para el Estado: escribir una carta para un vecino o leer su correspondencia era una función lucrativa que podía desempeñar `armado´ de papiros, tintas roja y negra, una paleta y pinceles. La educación de estos funcionarios consistía, esencialmente, en dedicar varios años de su infancia en la escuela a copiar textos y aprender a manejar con soltura los más de 800 signos básicos de los que consta la escritura jeroglífica egipcia, principalmente en su versión
cursiva, llamada hierática. Los hijos de los nobles y ricos lógicamente podían optar a una educación superior pero hasta a los vástagos de un campesino o un siervo se les estaba permitido llegar a ser un destacado miembro de la administración o incluso regentar el preciado puesto de visir. Difícil –cierto– y poco común –también– pero posible.
¿Qué era lo primero que aprendían los futuros escribas egipcios? Algunas normas básicas como que un mismo signo puede representar una idea o concepto (ideograma) o un sonido (fonograma), dependiendo de cada situación. Que el sentido de la escritura no es fijo e indistintamente puede ser de izquierda a derecha o
viceversa –se sabe porque los signos `miran´ hacia el origen del texto–. También era muy importante saber que se podía escribir en columnas y, que en este caso, siempre se hacía desde arriba hacia abajo. No se usaban espacios entre palabras ni tampoco signos de puntuación como los nuestros. En la mayoría de los casos, los signos se disponían agrupados en cuadrantes imaginarios, evitando superficies vacías.

martes, 17 de abril de 2012

Kefrén, el faraón de la gran Esfinge

En la llanura de Gizeh se alzan tres impresionantes pirámides construidas por faraones de la dinastía IV.Kefrén, hijo de Keops y padre de Micerino, fue quien erigió la segunda pirámide de Gizeh, hacia 2520 a.C. Su amplio complejo funerario, del que la pirámide forma parte, está protegido por la Gran Esfinge, eterno guardián dela necrópolis, tal vez imagen de Kefrén mismo o de su padre Keops.

Heródoto presentó a este rey de la dinastía IV como un déspota que explotaba a sus súbditos. En realidad, lo único seguro es que construyó la segunda pirámide más grande de Egipto, que se alza majestuosa en la meseta de Gizeh. Kefrén levantó su pirámide junto a la de su padre Keops, pero no fue el primer sucesor de este rey. Quien subió al trono tras la muerte de Keops fue su hijo Didufri. Khaefre, nombre egipcio que los griegos convirtieron en Kefrén, fue uno más de los faraones egipcios que nos han legado grandiosos monumentos y apenas nada sobre sus vidas. Los arqueólogos han tenido que basarse en su interpretación de los monumentos rescatados de las arenas del desierto para ofrecer una reconstrucción de los acontecimientos de este período. Aunque el resultado no siempre ha sido satisfactorio. La localización de una mastaba erigida en Kefrén podría indicar que no era el heredero designado, ya que éste debía ser enterrado en una pirámide. Hoy sabemos que Didufri gobernó más de veinte años, lo que le habría dado tiempo de sobra para terminar su pequeña pirámide de 60 metros de altura y habría permitido alcanzar la edad adulta a alguno de sus hijos. Sin embargo, no le sucedió ninguno de ellos, sino su hermanastro Kefrén. ¿Podría ser, entonces, que hubiera sido éste quien en realidad usurpara el trono al legítimo heredero? Varios datos así lo sugieren. En cualquier caso, lo cierto es que Kefrén se convirtió en monarca de las Dos Tierras y, como tal, se hizo edificar una tumba grandiosa. Para erigir la pirámide de Kefrén se usaron bloques de piedra de tres toneladas, mayores incluso que los utilizados en la construcción de la pirámide de Keops. Pero aún siendo notables e impresionantes, ni la pirámide de Kefrén ni sus templos son los monumentos más conocidos relacionados con este soberano: este honor recae en la extraña e impresionante estatua, mitad león, mitad ser humano, que se yergue majestuosamente justo al lado del templo bajo. Nos referimos a la Esfinge, un animal fantástico que, según los egipcios, actuaba como guardián de las puertas del Más Allá. Tras el período faraónico, la Esfinge no cayó en el olvido; se convirtió, de hecho, en uno más de los monumentos de Gizeh visitado por los turistas de la época grecorromana. Desgraciadamente, no puede decirse lo mismo del propio Kefrén. Según Heródoto, fue un faraón despótico y odiado por sus súbditos, ya que obligó a toda la población a trabajar en la construcción de su tumba.

Baja Epoca

Muchos estudiosos de Egipto consideran a esta dinastía como la última del Tercer Periodo Intermedio, pero en algunas tablas cronológicas la incorporan como la primera de la Baja Epoca.
El fundador de la dinastía XXV fue Shabaka (Sabacón). Al subir al trono se proclamó rey de todo Egipto. Este y sus sucesores ciñeron la doble corona pero nunca renunciaron a sus orígenes manteniendo la necrópolis y la capital en Napata (cerca de la cuarta catarata). Construyeron muchos templos, la mayoría consagrados al dios Amón y siguiendo el puro estilo egipcio. A pesar de tener su propia lengua indígena (la meroítica), las inscripciones de los templos se realizaron en un correcto egipcio clásico.
Durante la dinastía Nubia cobró mucho auge la institución de las Divinas Adoratrices de Amón en Tebas, poniendo al frente de este cargo a alguna hija del faraón regente.
En cuanto a la política exterior, los faraones Nubios debieron afrontar durante su reinado las amenazas de los Asirios. Los reyes Sargón II, Senaquerib, Asaradón, Asurbanipal lucharon en el Delta del Nilo contra sus contemporáneos egipcios Shabaka, Shabataka (Shebitku), Tahlq (Tarco), Tanutimen (Tantemani), Nekau I (Necao). Se iban alternando las victorias hasta que Psametico el hijo de Nekau I que se había refugiado en Siria, hizo frente a Asurbanipal venciéndole y expulsando a los Asirios de Egipto. Con el reinado de Psametico comienza una nueva dinastía. La XXV

La tumba Egipcia

Las pirámides eran tumbas reales y su construcción solo tuvo lugar en el Imperio Antiguo. Solo se enterraban faraones en las grandes pirámides. A veces alrededor de una de ellas, vemos pequeñas pirámides subsidiarias para las esposas del faraón, miembros de la familia real o de la corte.
Dentro de algunas de las pirámides, encontramos paredes enteras llenas de jeroglíficos, a los que llamamos "Textos de las Pirámides"
También en el Imperio Antiguo los altos dignatarios se hacían construir tumbas que se llamaban Mastabas. Mastabat, es una palabra árabe que vale para designar un banco de madera donde exponer la mercancía para su venta en el mercado. Estas tumbas en forma de pirámide truncada debían parecerse a los puestos de venta de los mercados, y los árabes las llamaron asi. Tenían varias salas, entre ellas, la cámara funeraria.
Una característica de las mastabas eran las estelas llamadas de "falsa puerta". Esto era la representación en bajorrelieve de una puerta muy alta y estrecha, con una especie de persianilla, también en piedra, arrollada en la parte superior del dintel. Estas "falsas puertas" tenían por finalidad que el alma del difunto pudiera salir del sepulcro por medio de fórmulas mágicas. Esta representaba la puerta por la cual volver al mundo de los vivos.
También en las mastabas se decoraban las paredes con ofrendas para el alma del difunto. En estos paneles de bajorrelieve se representan todas las cosas que se ofrecen al alma del fallecido. Los egiptólogos les llaman a esta relación de ofrendas "el menú", pues siempre consta de miles de panes, de cervezas, de ocas, de frutas, de rollos de lino, de aceites, etc.
Las mastabas mejor conservadas se encuentran en la necrópolis de Saqqarah, cerca de El Cairo.

Cronlogia del Antiguo Egipto

El primer problema que se presenta al estudiar la cronología es que los antiguos egipcios no utilizaron un único sistema para fechar. No tenían ningún concepto de una era similar al Ab urbe condita romano, el Anno Domini cristiano o la Hégira musulmana, ni siquiera algo parecido al concepto limmu usado en Mesopotamia. Por lo tanto fuerzan al cronólogo a compilar una lista de faraones, determinar la duración de sus reinados, y ajustar los posibles interregnums o corregencias. Esto conduce a otros problemas:
  • Todas las listas Reales de Egipto son parciales, pues faltan partes del texto (por ejemplo, el canon Real de Turín), o bien el texto está completo pero no proporciona una lista completa de reyes, aunque solo falte un período corto de la historia egipcia.
  • Hay información sobre el mismo reinado que está en conflicto en diversas versiones del mismo texto; el historiador Manetón es conocido solamente por referencias que a él hicieron escritores posteriores, tales como Eusebio de Cesarea, Sexto Julio Africano y Jorge Sincelo. Desafortunadamente las fechas para un mismo faraón varían, a menudo sustancialmente, dependiendo de la fuente intermedia.
  • Se carece de datos exactos de la duración de los reinados de casi todos los reyes de Egipto

lunes, 16 de abril de 2012

Faraon

Máxima autoridad política del Antiguo Egipto. El primero fue Menes, quien gobernó en fecha imprecisa hacia el año 3100 a.C., y la última fue Cleopatra VII, quien gobernó entre los años 49 y 31 a.C. y aunque algunos historiadores pretenden que el título no equivalía al de rey, otros opinan que en general, los faraones fueron monarcas absolutos que gobernaban a su placer sus dominios, por lo siguiente: nombraban los nomarcas o gobernadores de provincia, elegían los generales que habían de mandar sus ejércitos, y resolvían los problemas más arduos de Hacienda y Obras Públicas, de cuyos Ministerios, como hoy diríamos, tenía las oficinas en su mismo Palacio

Las tumbas egipcias

Período predinástico


Durante la extensa historia de la civilización egipcia, el tipo de tumba empleada para el enterramiento del difunto así como el ajuar funerario asociado, fueron cambiando. Antes de que se iniciara la época dinástica egipcia, es decir, antes de que reinaran los primeros faraones sobre la totalidad de Egipto hacia el año 3100 a.C., ya se observa un progresivo enriquecimiento en la arquitectura de las tumbas y en su ajuar.

Si nos remontamos a las fases más antiguas del neolítico egipcio, las culturas de Fayum A y Merimde en la región del Bajo Egipto, y la cultura de Badari en el Alto Egipto, que abarca prácticamente todo el V milenio a.C.  presentan unas necrópolis relativamente similares, son tumbas simples consistentes en una fosa en la que el difunto era colocado en posición fetal, acompañado por unos pocos objetos de ajuar, principalmente recipientes de cerámica.

Según transcurre el IV milenio a.C. las tumbas cada vez se hacen más complejas y se aprecia perfectamente una diferenciación social, pues algunas de ellas son muy pobres en ajuar funerario y técnica constructiva y otras poseen un gran número de enseres asociados. Esta evolución se puede apreciar comparando los enterramientos típicos de los tres períodos predinásticos principales del IV milenio a.C. (Naqada I, Naqada II y Naqada III)

Valle de los reyes

Necrópolis utilizada por los faraones egipcios del periodo del Imperio Nuevo (1570-1070 a.C.), situada en la orilla occidental del río Nilo, en las proximidades de la antigua ciudad de Tebas y frente a la actual ciudad de Luxor.
Aunque sólo a algunos kilómetros al oeste del curso del río, el valle está limitado por altos acantilados y una entrada larga, estrecha y sinuosa. Antes del Imperio Nuevo, los faraones de Egipto construyeron complejos funerarios consistentes en tumbas piramidales con templos adyacentes. El faraón Amenofis I (1551-1524 a.C.), de la XVIII Dinastía, se separó de la tradición y construyó su templo más cerca del curso del río, ocultando su tumba más al norte y al oeste, en los acantilados. Sus sucesores continuaron esta práctica, pero decidieron que sus tumbas estuvieran dentro del valle. Este fue probablemente un intento de impedir la profanación y saqueo de las tumbas reales. Aunque ya no estaban marcadas por una pirámide construida con millones de bloques esculpidos, las tumbas se sitúan bajo la pirámide natural de la Escarpa, conocida actualmente como el Cuerno (en árabe, Al Qurn).
En este emplazamiento se han encontrado treinta y cuatro tumbas, empezando con la de Seti I (1312-1298 a.C.), que fue descubierta en 1817 por el explorador y arqueólogo italiano Giovanni Battista Belzoni. El cuerpo de Seti, junto con otras 39 momias reales que se habían trasladado de sus lugares originales de descanso, fue hallado en 1881 en una gran cámara funeraria en el lado de los acantilados del Nilo. La mayoría de las tumbas se excavaron en la roca sólida y contienen una multitud de estancias con textos jeroglíficos y escenas mágicas y simbólicas esculpidos o pintados. La última tumba descubierta, aparecida en 1922, fue la del faraón Tut Anj Amón (c. 1334-1325 a.C.), que se había salvado del saqueo completo. Aunque fue robada dos veces, la tumba todavía contenía más de 5.000 artículos enterrados con el joven rey. Exceptuando a la esposa de Tutmosis II, Hatshepsut, que gobernó como reina, las esposas reales eran enterradas varios kilómetros al sur, en el denominado Valle de las Reinas.

domingo, 15 de abril de 2012

Keops "El despota"

El faraón Khufu (o Keops en griego) pasó a la historia por su gran labor arquitectónica y también por su carácter rudo y tirano. Poco se sabe de este personaje, nada dejó en vida más que su reputación, su historia, el complejo piramidal de Keops y una estatuilla con su relieve, hallado en Abydos, el lugar de enterramiento más importante de la época del período dinástico, de los primeros tiempos de los faraones, situado en el Alto Egipto. Nos hallamos en la época en que surgen las primeras grandes pirámides.
Keops nació por el año 2400. Hijo del faraón Snefrú y de Hetepheres. Gobernó con mucha mano diestra alcanzando una fama de cruel. Subió al trono en el año 2389, siendo el segundo faraón de la Cuarta Dinastía que gobernó durante veinte y cuatro años, del Imperio Menfita (Memphita).
Fue un faraón muy administrador, se dedicó muchísimo a reestructurar distritos administrativos, clases sociales y ejército. Keops impuso un estilo de vida de mucho lujo en su corte. Amante del lujo, mandó reconstruir el palacio de los faraones dotándole de grandes lujos, como buscar turquesas en el monte Sinaí, mandando a su propio ejército para ello. También explotó minas de la piedra diorita. Gracias a él, la monarquía llegó a un poder totalmente absoluto; un sistema político superviviente con el paso de los siglos. La corte de un faraón siempre estaba compuesto por un consejo de eruditos, todos de estirpe noble y alguno que pudiera ser ascendido a la condición por orden del faraón.

Tumbas de los faraones

Tumbas de los faraones de Egipto podrían desaparecer en 500 años si siguen abierta a los turistas
Así lo advirtió Zahi Hawass, autoridad responsable de conservar las tumbas majestuosamente decoradas de los faraones en el Valle de los Reyes, sur del país.


Además, indicó que la humedad y el musgo atacan las tumbas de los faraones del Imperio Nuevo en la vasta necrópolis parte de la Antigua Tebas, declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1979.

La pobre ventilación combinada con la elevada afluencia de turistas provocan daños graves en las pinturas y fachadas de las tumbas, dijo Hawass.

"Las tumbas del Valle de los Reyes y de las Reinas, cerca de allí, están perdiendo color", subrayó.

"Los índices de humedad y musgo van en aumento debido a la afluencia de turistas y esto significa que las tumbas podrían desaparecer de aquí a entre 150 a 500 años", destacó.

El Valle de los Reyes, en árabe Biban el-Moluk, es una necrópolis del antiguo Egipto donde se encuentran las tumbas de la inmensa mayoría de faraones del Imperio Nuevo (dinastías XVIII, XIX y XX), así como unos pocos o pocas reinas, príncipes, nobles e incluso mascotas.

La sexualidad en el antiguo Egipto

A diferencia de otras civilizaciones antiguas, los egipcios no solían representar sus costumbres o prácticas amorosas en sus manifestaciones artísticas. Así, no encontraremos en Egipto nada parecido a los explícitos relieves hindúes, ni a las desinhibidas orgías griegas o romanas. Esto no significa en modo alguno que fueran un pueblo que no demostrara interés por estos aspectos, ya que, como en toda cultura antigua, se daba importancia extrema al hecho de la procreación, debido al alto índice de mortalidad infantil. Se calcula que una mujer en Egipto tenía una media de 5-7 hijos durante su periodo fértil, muchos de los cuales no sobrevivían los dos años.

La Tumba Egipcia

Las pirámides eran tumbas reales y su construcción solo tuvo lugar en el Imperio Antiguo. Solo se enterraban faraones en las grandes pirámides. A veces alrededor de una de ellas, vemos pequeñas pirámides subsidiarias para las esposas del faraón, miembros de la familia real o de la corte.
Dentro de algunas de las pirámides, encontramos paredes enteras llenas de jeroglíficos, a los que llamamos "Textos de las Pirámides"
También en el Imperio Antiguo los altos dignatarios se hacían construir tumbas que se llamaban Mastabas. Mastabat, es una palabra árabe que vale para designar un banco de madera donde exponer la mercancía para su venta en el mercado. Estas tumbas en forma de pirámide truncada debían parecerse a los puestos de venta de los mercados, y los árabes las llamaron asi. Tenían varias salas, entre ellas, la cámara funeraria.
Una característica de las mastabas eran las estelas llamadas de "falsa puerta". Esto era la representación en bajorrelieve de una puerta muy alta y estrecha, con una especie de persianilla, también en piedra, arrollada en la parte superior del dintel. Estas "falsas puertas" tenían por finalidad que el alma del difunto pudiera salir del sepulcro por medio de fórmulas mágicas. Esta representaba la puerta por la cual volver al mundo de los vivos.
También en las mastabas se decoraban las paredes con ofrendas para el alma del difunto. En estos paneles de bajorrelieve se representan todas las cosas que se ofrecen al alma del fallecido. Los egiptólogos les llaman a esta relación de ofrendas "el menú", pues siempre consta de miles de panes, de cervezas, de ocas, de frutas, de rollos de lino, de aceites, etc.

viernes, 13 de abril de 2012

La religion en el Antiguo Egipto

Antiguo Egipto es el nombre dado a la civilización que floreció en el valle inferior del Nilo desde el 3100 al 30 a.C. Los diferentes cambios en los campos político y económico a lo largo de todo este tiempo también debieron cambiar las posturas filosóficas y religiosas; sin embargo tenemos motivos suficientes para hablar de la religión egipcia como un todo en sí misma.
La religión ocupa un lugar importante en la civilización faraónica. Se la puede considerar bajo dos aspectos: el culto divino propiamente dicho y la religión funeraria.
Los dioses del Antiguo Egipto –como se representan en templos y tumbas- presentan formas muy complejas y extrañas, mitad animales, mitad humanas. En realidad conocemos muy poco sobre las creencias religiosas egipcias, ya que no hay estudios de la teología egipcia hechos por los antiguos pobladores.
Muchos de los dioses egipcios representaban las fuerzas poderosas del mundo natural. La prosperidad de Egipto dependía de la diaria reaparición del sol y de la inundación anual del río, y estas fuerzas naturales (junto con otras) eran consideradas como dioses que era necesario aplacar y estimular por el culto y el sacrificio.
Los dioses iban con frecuencia asociados a ciudades particulares. Probablemente esto se remonta al periodo prehistórico, cuando Egipto era una serie de comunidades individuales. Cuando éstas se unieron para formar más vastas unidades políticas, sus divinidades locales fueron adquiriendo también gradual importancia a escala nacional. El dios Amón, por ejemplo, originario de la ciudad de Tebas, vino a ser una especie de dios nacional que protegió y guió a la nación durante el Nuevo Imperio, cuando Tebas era la sede central de la familia reinante.
También el faraón era a veces considerado como un dios y a él dirigían sus miradas. La monarquía divina constituía el centro dinámico unificador del Egipto antiguo. Se atribuía al dios solar el haber sido el primer monarca en los tiempos primitivos, y el faraón era su hijo, su imagen y su encarnación física. Por sus títulos formales el faraón era el compendio vivo de cuanto de divino había en el Valle del Nilo, y en su personalidad compleja abarcaba los atributos de todos los dioses en él encarnados. En teoría, era él el sacerdote de cada templo y cada dios, aunque en la práctica se viese obligado a delegar sus funciones sacerdotales en los miembros del clero local, que en calidad de vicarios suyos oficiaban en su nombre y personificaban a los dioses en las diversas ceremonias.
También los animales constituyen un aspecto interesante de la religión egipcia, aspecto que variaba según el lugar y el tiempo. En algunos casos, todos los animales de una determinada especie fueron considerados sagrados y fueron momificados y sepultados en grandes monumentos: babuinos, cocodrilos, ibis e incluso gatos y perros. En otros casos un animal particular era elegido como encarnación de un dios.

jueves, 12 de abril de 2012

La imagen del poder real en la cultura material

Lo primero que hay que entender a cerca del faraón es que no es un dios, pero tampoco tiene las características de un ser humano. El concepto de poder real se concibe en el plano de lo divino e implica dos generaciones: la de Horus que gobierna Egipto y la de Osiris de quien Horus es heredero.
El rey encarna en la tierra el concepto divino de poder. Encarna la fuerza que mantiene el universo en orden, la fuerza divina en un cuerpo mortal. El orden social que estableció el primer faraón que gobernó en el país unificado, el faraón Meres, es parte inmutable del orden cósmico que se da a través de Maat.
Maat es el principio que limita el poder del rey a pesar de que éste no tenga límite. Si un faraón falta a Maat, puede sufrir la damnato memoriae ya que traiciona a la justicia y a la verdad, al orden que representa Maat. Por ello se pierde la pista a determinados faraones. EL egipcio no es cínico, sino que borra de la memoria la existencia de un ser malo que se puede enfrentar a Maat.

En el mundo egipcio el faraón puede cargar con todo el peso por ser un ser divino. La palabra egipcia para faraón es NTJR (“el dios”) o NTJeR NeR (“el buen dios”), como la encarnación terrena del dios Horus. Horus era un dios que aparecía ya en el periodo predinástico y que recibía culto en todo Egipto a través de acepciones locales y regionales.
Como podemos ver en la estatua sedente de Kefren como símbolo de la unión de las Dos Tierras, el faraón transmite la sensación de poder en estado puro, más allá de su cuerpo humano. En la cabeza le acompaña un halcón que extiende sus alas con una gran pureza de líneas, se trata de la representación de Horus, como un protector del poder real. En esta escultura nos encontramos la unión de la forma animal y humana del dios Horus.

domingo, 8 de abril de 2012

La maldicon del faraon

A principios del siglo XX la mayor parte de la historia del antiguo Egipto era desconocida para la mayoría de la población. Poco se sabía de aquella época, y menos aún de la mayor parte de los faraones egipcios.
Aunque se asocien las Pirámides de Egipto con los enterramientos de los faraones, lo cierto es que solo se usaron en el Antiguo Egipto entre las dinastías III (2650 a. C.) y XIII (1750 a. C.), pero ya en la dinastía XVIII (1300 a. C.) se prefería excavar grandes tumbas con varias salas en el interior de parajes escarpados (Valle de los Reyes). Estas salas se decoraban y llenaban de valiosos objetos y en ellas se depositaba el cuerpo embalsamado de los faraones, dentro de un sarcófago.
La tumba de Tutankamón de la dinastía XVIII permaneció oculta durante más de tres mil años. Existen evidencias de que fue sacada y luego restaurada en los meses posteriores a su enterramiento, pero el cambio de dinastía, y la tierra desplazada de los desescombros de otras tumbas próximas provocó que un siglo después del enterramiento de Tutankamón, el emplazamiento de su tumba o incluso la misma existencia del faraón habían sido olvidados. Los ladrones de tumbas de las dinastía XIX y XX incluso llegaron a construir algunas cabañas encima de la tumba sin sospechar de su existencia.

Ramses II

Ramsés II fue el tercer gobernante de la XIX Dinastía, perteneciente al Imperio Nuevo. El país estaba bien estructurado y hacía un milenio que se usaba la escritura jeroglífica, su sistema religioso era politeísta.
Ramsés II nació hacia el año 1326 a.C., accedió al trono imperial hacia 1301 a.C. y murió alrededor de 1234 a.C. siendo el suyo uno de los reinados más largos de la historia de Egipto.
Durante 67 años, su gobierno fue muy importante en la civilización egipcia.
No era de origen real, sino militar. Su abuelo fue el faraón Ramsés I, general del ejército y visir, durante el reinado de Horemheb, que lo sucedió al no tener éste descendencia.Al morir Horemheb, se inicia la XIX Dinastía, conocida como la Edad de Oro de la civilización egipcia.Durante ésta, los gobernantes intentaron mantener la estabilidad del pais, dentro y fuera de sus fronteras. En la Dinastía anterior, se habían producido desórdenes generales, provocados por las nuevas ideas de Ajenaton, que implantó el monoteísmo, representado por el dios Aton. Este cambio afectó a toda la sociedad. Sus sucesores dieron marcha atrás volviendo a las ideas anteriores.
Su padre fue Sethy I (1291-1279 a.C.), y su madre la reina Tuya, hija de militares. Tuvo dos hermanos y dos hermanas, con los que vivió en Luxor.
Desde su infancia fue educado como futuro faraón de Egipto. Su educación estuvo a cargo de un preceptor, posiblemente Paser, visir de su padre, que le enseñó a escribir y leer, matemáticas , geometría, astronomía, política, religión y moral.

miércoles, 4 de abril de 2012

Los inicios de la civilizacion egipcia

Las evidencias arqueológicas indican que la civilización egipcia comenzó alrededor del VI milenio a. C., durante el Neolítico, cuando se asentaron los primeros pobladores (véase el periodo predinástico). El río Nilo, en torno al cual se asienta la población, ha sido la línea de referencia para la cultura egipcia desde que los nómadas cazadores-recolectores comenzaron a vivir en sus riberas durante el pleistoceno. Los rastros de estos primeros pobladores quedaron en los objetos y signos grabados en las rocas a lo largo del valle del Nilo y en los oasis.
A lo largo del Nilo, en el XI milenio a. C., una cultura de recolectores de grano había sido substituida por otra de cazadores, pescadores y recolectores que usaban herramientas de piedra. Los estudios también indican asentamientos humanos en el sudoeste de Egipto, cerca de la frontera con Sudán, antes del 8000 a. C. La evidencia geológica y estudios climatológicos sugieren que los cambios del clima, alrededor del 8000 a. C., comenzaron a desecar las tierras de caza y pastoreo de Egipto, conformándose paulatinamente el desierto del Sáhara. Las tribus de la región tendieron a agruparse cerca del río, en donde surgieron pequeños poblados que desarrollaron una economía agrícola. Hay evidencias de pastoreo y del cultivo de cereales en el este del Sáhara en el VII milenio a. C.
Alrededor del 6000 a. C., ya había aparecido en el valle del Nilo la agricultura organizada y la construcción de grandes poblados. Al mismo tiempo, en el sudoeste se dedicaban a la ganadería y también construían. El mortero de cal se usaba en el 4000 a. C. Es el denominado periodo predinástico, que empieza con la cultura de Naqada, aunque algunos egiptólogos lo sitúan antes, en el Paleolítico Inferior.
Entre el 5500 y el 3100 a. C., durante el Predinástico, los asentamientos pequeños prosperaron a lo largo del Nilo. En el 3300 a. C., momentos antes de la primera dinastía, Egipto estaba dividido en dos reinos, conocidos como Alto Egipto Ta Shemau y Bajo Egipto Ta Mehu.[1] La frontera entre ambos se situaba en la actual zona de El Cairo, al sur del delta del Nilo.
La historia de Egipto como Estado unificado comienza alrededor del 3050 a. C. Menes (Narmer), que unificó el Alto y el Bajo Egipto, fue su primer rey. La cultura y costumbres egipcias fueron notablemente estables y apenas variaron en casi 3000 años, incluyendo religión, expresión artística, arquitectura y estructura social.
La cronología de los reyes egipcios da comienzo en esa época. La cronología convencional es la aceptada durante el siglo XX, sin incluir cualquiera de las revisiones que se han hecho en ese tiempo. Incluso en un mismo trabajo, los arqueólogos ofrecen a menudo, como posibles, varias fechas e incluso varias cronologías, y por ello puede haber discrepancias entre las fechas mostradas en las distintas fuentes. También se dan varias posibles transcripciones de los nombres. Tradicionalmente la egiptología clasifica la historia de la civilización faraónica dividida en dinastías, siguiendo la estructura narrativa de los epítomes de la Aigyptiaká (Historia de Egipto), del sacerdote egipcio Manetón.