Necrópolis utilizada por los 
faraones egipcios del periodo del Imperio Nuevo (1570-1070 a.C.), 
situada en la orilla occidental del río Nilo, en las proximidades de la 
antigua ciudad de Tebas y frente a la actual ciudad de Luxor. 
Aunque sólo a algunos 
kilómetros al oeste del curso del río, el valle está limitado por altos 
acantilados y una entrada larga, estrecha y sinuosa. Antes del Imperio 
Nuevo, los faraones de Egipto construyeron complejos funerarios 
consistentes en tumbas piramidales con templos adyacentes. El faraón 
Amenofis I (1551-1524 a.C.), de la XVIII Dinastía, se separó de la 
tradición y construyó su templo más cerca del curso del río, ocultando 
su tumba más al norte y al oeste, en los acantilados. Sus sucesores 
continuaron esta práctica, pero decidieron que sus tumbas estuvieran 
dentro del valle. Este fue probablemente un intento de impedir la 
profanación y saqueo de las tumbas reales. Aunque ya no estaban marcadas
 por una pirámide construida con millones de bloques esculpidos, las 
tumbas se sitúan bajo la pirámide natural de la Escarpa, conocida 
actualmente como el Cuerno (en árabe, Al Qurn).
En este emplazamiento 
se han encontrado treinta y cuatro tumbas, empezando con la de Seti I 
(1312-1298 a.C.), que fue descubierta en 1817 por el explorador y 
arqueólogo italiano Giovanni Battista Belzoni. El cuerpo de Seti, junto 
con otras 39 momias reales que se habían trasladado de sus lugares 
originales de descanso, fue hallado en 1881 en una gran cámara funeraria
 en el lado de los acantilados del Nilo. La mayoría de las tumbas se 
excavaron en la roca sólida y contienen una multitud de estancias con 
textos jeroglíficos y escenas mágicas y simbólicas esculpidos o 
pintados. La última tumba descubierta, aparecida en 1922, fue la del 
faraón Tut Anj Amón (c. 1334-1325 a.C.), que se había salvado del saqueo
 completo. Aunque fue robada dos veces, la tumba todavía contenía más de
 5.000 artículos enterrados con el joven rey. Exceptuando a la esposa de
 Tutmosis II, Hatshepsut, que gobernó como reina, las esposas reales 
eran enterradas varios kilómetros al sur, en el denominado Valle de las 
Reinas.
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