martes, 30 de abril de 2013

LOS FARAONES NEGROS


Los faraones negros


Los faraones negros fueron una serie de reyes nubios que gobernaron Egipto durante unos 75 años, formando la dinastía XXV o kushita. Procedían del reino nubio de Kush, una civilización africana que había florecido durante 2.500 años, remontándose a la primera dinastía egipcia. La saga de los nubios demuestra que esta civilización, nacida en las profundidades de África, no solo fue próspera, sino que ejerció un importante dominio en la antigüedad y estableció alianzas matrimoniales con Egipto. Por ejemplo, algunos afirman que la abuela del faraón Tutankamon era de ascendencia nubia. Sin embargo, la historia de los faraones negros era un capítulo de la historia casi desconocido hasta que en las últimas cuatro décadas los arqueólogos lo sacaron a la luz. 

Los egipcios dependían de las minas de oro nubias para mantener y extender su poderío, de modo que les inquietaba tener un vecino tan poderoso al sur. Los faraones de la XVIII dinastía enviaron ejércitos a conquistar el territorio y construyeron guarniciones a lo largo del Nilo. La élite sometida comenzó así a abrazar la cultura y costumbres de Egipto, venerando a sus dioses, y entre ellos especialmente a Amón. Además adoptaron su lengua y sus formas de enterramiento. 

Más adelante, cuando en el siglo VIII a. C. Egipto estaba desgarrado por la pugna entre diversas facciones, se estaba perdiendo el culto a Amón. Los sacerdotes de Karnak, preocupados, buscaron a alguien capaz de devolver al país a su anterior estado de poder y santidad. Lo encontraron en el sur, en un pueblo que, aun sin haber puesto el pie en Egipto, había conservado sus tradiciones espirituales. 

Cuando Piya (o Pianji) invadió Egipto en el 730 a. C.,  llevaba dos décadas gobernando su reino de Nubia, coincidente en su mayor parte con el actual Sudán. Sus soldados desembarcaron en Tebas. El rey les había ordenado purificarse antes del combate bañándose en el Nilo, vistiendo fino lino y rociando sus cuerpos con agua del templo de Karnak, lugar sagrado del dios Amón, al que el nubio identificaba con su propia divinidad personal. Piya hizo sacrificios al dios, y así, santificada la empresa, comenzó la guerra. 


Al cabo de un año todos los líderes egipcios habían capitulado. El vencedor cargó su botín de guerra y navegó con su ejército hacia su hogar en Nubia, para no regresar nunca a Egipto. Cuando murió en el año 715 a. C., sus súbditos cumplieron su última voluntad enterrándolo en una pirámide al estilo egipcio, junto a cuatro de sus caballos favoritos. Hacía más de 500 años que un faraón no recibía dicho enterramiento. 

No nos ha llegado ninguna imagen de Piya. En un relieve del templo en la capital nubia de Napata solo se conservan sus piernas, por lo que lo único que podemos conocer de él es el color de su piel. Él fue el primero de los llamados faraones negrosque reunificaron el país y lo llenaron de monumentos. 

Bajo el gobierno nubio, Egipto recuperó su esencia. Cuando murió Piya en el 715 a. C., su hermano Shabaka consolidó la XXV dinastía al establecer su residencia en MenfisEn lugar de ejecutar a sus enemigos, Shabaka los ponía a trabajar en la construcción de diques que protegieran a las poblaciones de las crecidas del Nilo. Además enriqueció Tebas y el templo de Luxor con sus construcciones. 

En oriente los asirios, con su rey Senaquerib al frente, marcharon contra los territorios de Judá en el 701 a. C.. Tras duro combate con el ejército nubio en Eltekeh,los asirios obtuvieron la victoria, pero un joven príncipe nubio, hijo del faraón Piya, logró sobrevivir. 

Cuando el enemigo se presentó ante las puertas de Jerusalén, de pronto el ejército asirio se retiró,  probablemente porque el príncipe nubio marchaba al frente de sus tropas contra él. Sea como fuere, Senaquerib levantó el sitio y regresó a su reino, donde fue asesinado 18 años después, al parecer a manos de sus propios hijos. 


Los asirios se referían al príncipe superviviente en Eltekeh como “el maldito por todos los grandes dioses”. Su nombre era Taharqa, y su influencia en Egipto fue tan grande que sus enemigos no consiguieron borrarla. Erigió monumentos por todo el país, con bustos, estatuas y cartuchos que llevaban su nombre, muchos de los cuales se encuentran hoy en diversos museos por todo el mundo. Se le representa como suplicante, o en presencia de Amón, o bien como esfinge, en pose de guerrero. La mayor parte de las estatuas fueron mutiladas por sus rivales para impedir su regreso de entre los muertos. La nariz aparece frecuentemente arrancada; también aparece destrozada la corona uraeus en su frente, para rechazar su pretensión de ser Señor de las Dos Tierras. 

Su padre, Piya, y su tío Shakaba fueron pálidas figuras comparadas con la de este general de 31 años que recibía la corona en Menfis en 690 a. C. para regir los destinos de Egipto y Nubia durante los siguientes 26. Fue un próspero reinado: el país estaba en paz, y durante el sexto año las aguas del Nilo garantizaron una espectacular cosecha de grano sin llegar a inundar las poblaciones. Según consta en cuatro estelas, las aguas incluso exterminaron ratas y serpientes. Parecía que Taharqa era realmente el elegido de Amón. 

En el complejo del templo de Karnak hay una columna, parte de un conjunto de diez que formaban un kiosco gigantesco añadido por el faraón nubio al templo de Amón. También construyó capillas en torno a él y erigió estatuas de sí mismo y de su madre, Abar. La misma atención prestó a la ciudad nubia de Napata. Su montaña sagrada, Jebel Barkal, había cautivado a los faraones egipcios, que la consideraban el lugar de nacimiento de Amón. Buscando presentarse como heredero de los faraones del Imperio Nuevo, Taharqa erigió dos templos al pie de la montaña para honrar a las diosas consortes de Amón. 


Llevaba 15 años gobernando cuando el éxito que siempre le había acompañado parece haberle convertido en un personaje soberbio y megalómano

Los mercaderes de madera de la costa del Líbano habían estado suministrando al faraón material para sus construcciones. Cuando el rey asirio quiso acabar con esta arteria comercial, Taharqa envió tropas para apoyar una rebelión interna contra él. Las represalias desembocaron en un enfrentamiento en el que el ejército de Taharqa resultó vencedor. Los Estados rebeldes del Mediterráneo entraron en una alianza contra el asirio, y en 671 a. C. este se dirigió con sus tropas hacia el delta del Nilo. Durante dos semanas se libraron sangrientas batallas en las que los nubios fueron derrotados y hubieron de retroceder hasta Menfis. Herido cinco veces, Taharqa logró escapar y abandonó la ciudad. Esarhaddon, el rey de los asirios, dejaría escrito lo siguiente: 

“Su reina, su harén, su heredero Ushankhuru y el resto de sus hijos e hijas, sus propiedades y sus bienes, sus caballos, su ganado, sus ovejas en incontables cantidades, todo lo llevé a Asiria. Arranqué de Egipto la raíz de Kush”. 

Y para conmemorar la humillación del enemigo, Esarhaddon encargó una estela que mostraba al heredero nubio arrodillado ante él con una soga atada alrededor del cuello. 

El rey asirio fallecía en 669 a. C. camino de Egipto nuevamente, tras enterarse de que los nubios habían logrado retomar Menfis. Con el nuevo rey, el enemigo asaltó otra vez la ciudad, esta vez con un ejército incrementado con las tropas rebeldes capturadas. Taharqa no tenía la menor posibilidad, de modo que huyó hacia el sur, a Napata, y nunca regresó a Egipto. Cómo pasó sus últimos años es un misterio, pero eligió ser enterrado en una pirámide, al igual que su padre antes que él. Sin embargo, en lugar del cementerio real en el que los faraones kushitas descansaban, eligió un emplazamiento en Nuri, en la orilla opuesta del Nilo. 

Ruinas de Kush- Imagen por el fotógrafo sudanés Vit Hassan

Hoy las pirámides de Sudán, más numerosas que las de Egipto, constituyen un impresionante espectáculo en el desierto nubio. Los exploradores que llegaron al tramo central del río Nilo informaron del descubrimiento de elegantes templos y pirámides, ruinas de una antigua civilización llamada Kush. George Reisner, egiptólogo de Harvard, cuyos hallazgos tuvieron lugar entre 1916 y 1919, ofreció las primeras evidencias arqueológicas de que los reyes nubios habían gobernado Egipto. Pero él, al igual que otros estudiosos, pensaba que los africanos de raza negra no podían haber construido los monumentos que estaba excavando. Creía que los líderes nubios, incluso Piya, eran hombres de piel clara que habían gobernado a los primitivos africanos, y explicaba lo efímero de su grandeza como una probable consecuencia de que sus reyes concertaran matrimonios con “elementos negroides”. 



Bibliografía: 
The Black Pharaos – Robert Draper – National Geographic, febrero 2008

HASTA CADIZ LLEGO EL EGIPTO DE LOS FARAONES


Hasta Cádiz llegó el Egipto de los faraones

Imagen1
Las obras en el solar que ocupaba la antigua sede de la Subdelegación del Gobierno en Cádiz han destapado, entre otros hallazgos arqueológicos, doce tumbas púnicas de los siglos V y IV antes de Cristo que tenían en su interior, además de huesos, más de 300 joyas y amuletos egipcios.
Junto a estas tumbas, en el solar han sido halladas otras dos inhumaciones fenicias del siglo VI antes de Cristo, sin ajuares asociados, y otras veintiocho de época romana, datadas entre el siglo I antes de Cristo y el II después de Cristo.
Además, en el mismo lugar ha sido descubierta la traza de los muros defensivos de la ciudad del siglo XVII (con muros, glacis y galerías de minas) y la puerta de entrada original a la ciudad, de las murallas del siglo XVII, junto a dos troneras.
“Ha sido increíble”, ha explicado María Eugenia García, una de las arqueólogas que trabajaba en las prospecciones que se llevan a cabo desde septiembre del 2012 en este solar para la construcción de la nueva sede de la Subdelegación del Gobierno en Cádiz, en la Avenida de Andalucía, muy cerca de la muralla de Puerta de Tierra.

Excelente estado de conservación

De entre todos los hallazgos, el más relevante, el de las doce tumbas púnicas, se produjo el 19 de diciembre, cuando los arqueólogos estaban a punto de concluir sus sondeos y realizaban unas catas en las zonas donde irán los pilotes del nuevo edificio.
Así descubrieron dos grandes conjuntos funerarios púnicos, datados entre los siglos V y IV antes de Cristo y compuestos cada uno de ellos por seis tumbas realizadas en cajas de sillares de roca ostionera de gran tamaño y con un excelente estado de conservación porque no han sido objeto de expolios.
Todas ellas tenían en su interior restos humanos en muy mal estado de conservación debido, entre otras cosas, a las filtraciones de humedad, así como importantes ajuares.
En total han sido halladas más de trescientas piezas de oro, cornalina, plata o ámbar, entre anillos, pendientes, collares y otras piezas, entre ellasdecenas de amuletos de origen egipcio, realizados en material cerámico de acabado exterior vítreo, conocido como fayenza, y que representan dioses como Seth, Horus, Ajet (Ojo de Ra), elementos de la mitología egipcia o zoomorfos como palomas.
El arqueólogo Ricardo Belizón, que también ha trabajado en estas prospecciones, asegura que desde principios de los años 20, cuando se descubrió un conjunto similar sin expoliar en Cádiz, no se producía un hallazgo arqueológico de esta envergadura en la ciudad.
Fuente y más información: http://www.elmundo.es/elmundo/2013/01/22/andalucia/1358844024.html

EL NILO, EL RIO DE LOS FARAONES EGIPCIOS


EL NILO, EL RIO DE LOS FARAONES EGIPCIOS

Egipto alcanzó un enorme esplendor y un magnífico poder durante la época de los faraones gracias, entre otros aspectos, alfértil, fecundo y extenso río Nilo. Este río fue la fuente de la vida, la prosperidad, la agricultura, la ganadería y la sociedad egipcias.

El Nilo es uno de los ríos más grandes del mundo y el más importante en lo referido al nacimiento de civilizaciones. Su cauce transcurre a lo largo de siete naciones recorriendo unos 6.700 km. hasta su desembocadura en el mar Mediterráneo.

La palabra Nilo (del árabe 'ni-l) viene de la palabra griega Neilos, que significa «Valle del río». En la antigua lengua egipcia, el río era llamado Iteru, que significa «Gran río». En copto, la palabra piaro (Sahídico) o phiaro (Boháirico) significa «El río» (literalmente «El gran canal»), que viene del mismo nombre antiguo. Este gran río trae a la memoria el mundo de los faraones, de las pirámides; como también del África profunda donde conviven primates, gorilas, leones, jirafas y elefantes.

El Nilo en su viaje hacia el mar parte desde Uganda y Kenia lo que se ha llamado como el Nilo Blanco y desde Etiopía lo que se ha llamado como el Nilo Azul. Estos dos cauces se unen en la ciudad de Khartoum, la capital sudanesa para atravesar el desierto dirigiéndose hacia Egipto pasando por la región de Nubia donde llega a su máximo esplendor, allí uno se sumerge en el mundo faraónico de las pirámides, de los sarcófagos, de los templos como el de Abu Simbel y donde atravesando las grandes ciudades como Lúxor y El Cairo el Nilo llegará finalmente a la ciudad de Alejandría donde se mezclará con el Mediterráneo gracias a un inmenso delta.

He tenido la oportunidad de navegar por el Nilo tanto en un crucero como en una faluca, tradicional barco de vela pequeño de los egipcios. Este río te engancha, apasiona y enamora. Nada más verlo, uno establece un lazo de unión con él. Tocar el agua del Nilo es una de las mejores experiencias de mi vida.

Dinastía XXV de Egipto


Dinastía XXV de Egipto

La dinastía XXV de Egipto, o Kushita (c. 747 a 664 a. C.) es originaria de la ciudad-estado de Napata (Kush). Desde allí, el primer rey de esta dinastía, Alara, invadió y conquistó toda Nubia superior. El templo de Amón de Gebel Barkal se convirtió en el centro religioso alrededor del cual se constituyó una aristocracia local cuyos jefes se hacían enterrar en la necrópolis vecina de El Kurru, y terminaron por constituirse en dinastía; el primer soberano del que se conoce el nombre es Alara, pero parece que sería en realidad el séptimo de la dinastía. Al final de su reinado, desde Meroe hasta la tercera catarata del Nilo estaban bajo poder de su sucesor, Kashta.
Esta dinastía fue coetánea de la XXIIXXIII y XXIV, hasta que, en 747 a. C., sus reyes consiguieron controlar el Alto Egipto. En 715 a. C. reunificaron el país y se mantuvieron como la única dinastía reinante. Su origen los hará llamar faraones negros, faraones etíopes o también faraones kushitas. En 762 a. C. el reino de Sais resurgió, pero siguió siendo vasallo de los kushitas. Esta dinastía es considerada por la mayoría de los historiadores la época final del Tercer periodo intermedio de Egipto.
Las pirámides de Meroe.

Índice

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[editar]Antecedentes

Egipto siempre consideró necesario controlar el país de Kush (Nubia), tanto para proveerse de materiales como para proteger sus rutas comerciales, y lo incorporó a la corona, convirtiéndolo en virreinato, en el siglo XVI a. C. El territorio pasó por una egiptización, con periódicas visitas de los faraones y sus visires, la construcción de numerosos templos con la consiguiente llegada del clero, y el envío de los príncipes a la corte para ser educados.
Tras la muerte de Ramsés XI, la inestabilidad política hizo que los kushitas se desentendieran de sus vecinos norteños y sus peleas por el poder, creándose un reino independiente en la Alta Nubia con capital en Napata, que fue creciendo a costa de Egipto. Durante siglos, los reyes mantuvieron las costumbres egipcias, aunque no la religión. Pero tomaron ejemplo del arte, laarquitectura, la escritura. Mantuvieron costumbres como la momificación, las tumbas piramidales y, lo más importante, la noción de ser los herederos de los faraones, descendientes del dios Amón que tenía una residencia en Napata. Tanto es así, que en el siglo VIII a. C., Kashta, tras conquistar la Baja Nubia hasta llevar la frontera a la primera catarata, se coronó con una titulatura plenamente egipcia. Su hijo Piye, reclamó todo Egipto.

[editar]La conquista

Geografía de Kush (Nubia): sus soberanos unieron todo Egipto bajo su control.
Piye se lanzó a la "recuperación" del territorio egipcio en el año tercero de su reinado, proclamando su soberanía sobre los gobernantes del norte.
Comenzó a involucrase en los asuntos del Alto Egipto y llegó a tener cierta influencia política en la zona; su sucesor, Pianjy, comenzó la conquista de Egipto pero Tefnajt, gobernante de Sais le opuso resistencia y creó una poderosísima coalición para hacerle frente, aunque fue vencido y Pianjy reunificó bajo su control el Alto Egipto y la zona central de Egipto, adoptando la titulatura de faraón, por lo que se le considera el primer faraón de esta dinastía. Su sucesor, Shabako, luchó para evitar que Egipto fuera conquistado por Sargón II de Asiria, y lo consiguió, lo que aprovechó para ocuparse de construir monumentos y dedicarse más a las letras.
El siguiente rey, Shabitko, rompe la política de paz de sus predecesores y se enfrenta a Asiria. Eso provoca que durante el reinado de su sucesor, Taharqo, los asirios intenten conquistar Egipto, cosa que lograrán en el año 671 a. C., conquistando Menfis, expulsando a Taharqo e imponiendo a Necao I como faraón, que inaugura la vigésimo sexta Dinastía. Desde el exilio, Taharqo promovió muchas revueltas.
Su sucesor Tanutamani reconquistó Egipto, pero los asirios le obligaron a marchar del Bajo Egipto limitando sus territorios al Alto Egipto, hasta que las tropas de Psamético I entraron pacíficamente en Tebas en 656 a. C. Tanutamani solo mantendrá bajo su mandoNubia hasta el año 653 a. C., cuando murió.

[editar]Gobierno

Caja de Shepenupet II, Divina adoratriz de Amón, hija del faraón Pianjy.
A pesar de proceder de un ambiente étnico diferente, los cinco faraones nubios no se consideraban invasores, sino unificadores de un gran Egipto: el Alto y Bajo Egipto de un lado y Kush de otro. Para indicarlo, añadieron otra cobra al uraeus (la cobra de la corona).
Los reyes nubios se consideraron representantes genuinos de las tradiciones, y se dedicaron a la construcción con cierto carácter arcaico, respetando escrupulosamente los hábitos y las instituciones; se afirmaron como plenamente egipcios, guardando al mismo tiempo su apariencia de negros africanos en los retratos. Ejercieron su control sobre los sacerdotes locales obligándoles a admitir nubios entre sus filas: En Tebas, la divina adoratriz tuvo que adoptar para sucederle una hija de Kashta, Aménardis, y los príncipes kushitas se integraron en el clero de Amón junto a las grandes familias de tebanas. El considerado primer faraón de esta dinastía, Sabacon o Shabaka, reinó desde Menfis.
A partir de este período se manifestó una intensa actividad intelectual y artística que buscaba sus referencias en las formas antiguas del pasado, en particular en el Antiguo Imperio. El poder kushita, deseoso de integrarse en la tradición institucional faraónica y de mezclarse con las élites egipcias, reanudó una activa política en favor de los templos.

[editar]La dinastía XXV en los antiguos textos

Manetón, según Julio Africano y Eusebio de Cesarea (versión de Jorge Sincelo y armenia), solo comenta que la dinastía XXV consistió en los siguientes tres reyes etíopes:
Sabacon, quien tras capturar a Bokkoris, lo quemó vivo y reinó 8 (o 12) años.
Sebijos (o Sebikos), su hijo, que reinó 14 (o 12) años.
Tarcos (Taracos o Saraco), que reinó 18 (o 20) años.
No menciona ni al primer rey, Pianjy, ni al último rey, Tanutamani, aunque existen inscripciones que refrendan la existencia de ambos.
Esta dinastía es considerada, por la mayoría de los egiptólogos, el final del Tercer periodo intermedio de Egipto: las dinastías XXI, XXII, XXIII, XXIV y XXV.

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LOS FARAONES NO VIVIAN COMO SE CREIA


En un estudio conjunto entre dos universidades hispanas llegaron a la conclusión de que la clase social más alta del antiguo Egipto en realidad convivía con infecciones, estaban desnutridos y morían relativamente jóvenes.
Foto: Universidad de Jaén
Una nueva investigación a cargo de las universidades españolas de Granada y Jaén determinaron que los faraones egipcios no vivían con la opulencia que se pensaba y que en realidad sufrían desde malnutrición hasta enfermedades infecciosas que los condenaban a morir antes de los 30 años.
El trabajo realizado por científicos del laboratorio de antropología física de la Universidad de Granada, que dirige el profesor Miguel Botella no sólo entregó información sobre sus características físicas, sino también sobre las condiciones de vida en el Antiguo Egipto en base a las 200 momias y esqueletos que encontraron.
“Aunque el nivel cultural de la época era extraordinario, el análisis antropológico de los restos humanos revela que la población en general y también los gobernadores, la clase social más alta, vivían en condiciones de salud muy precarias, en el límite de la supervivencia”, explicó el profesor Miguel Botella.
Los nuevos datos son parte de las conclusiones a las cuales llegaron los investigadores del proyecto Qubbet el-Hawa, una excavación que se realizó en la tumba número 33 de la necrópolis con el mismo nombre de la investigación, que se encuentra frente a la ciudad de Asuán, a unos mil kilómetros del Cairo.
Los antropólogos de la universidad afirman que la esperanza de vida apenas llegaba a los 30 años, “ya que sufrían muchos problemas de malnutrición y trastornos gastrointestinales agudos, debido al consumo de agua contaminada del Nilo”.
Esto quedó demostrado cuando se percataron de que los huesos de los niños no presentan marcas, “Este hecho nos confirma que murieron debido a una enfermedad infecciosa aguda”. Además, los investigadores han hallado en la tumba una gran cantidad de momias pertenecientes a jóvenes de entre 17 y 25 años.
Sobre la tumba número 33 se sabe que fue construida durante la XII Dinastía (1939-1760 a. C.) para albergar el cuerpo de un alto dignatario de la región de Asuán del que, por el momento, se desconoce su identidad. Luego fue reutilizada en al menos tres ocasiones por las dinastías XVIII, XXII y XXVI.
Esto transforma el yacimiento en uno de los más grandes de la necrópolis y posee una gran potencialidad arqueológica, ya que alberga al menos una cámara intacta en su interior, la cual los investigadores esperan volver a examinar cuando regresen a Egipto.

domingo, 28 de abril de 2013

LOS PRINCIPALES FARAONES


LOS PRINCIPALES FARAONES

La historia de Egipto ha dejado a la humanidad innumerables aportes, muchos de ellos descubiertos por la arqueología, papiros, construcciones, entre otros. Estos elementos nos han mostrado la grandeza e influencia de los faraones, que eran las personalidades más importantes de la época.
Los faraones en Egipto han durado casi 3 mil años. Donde 30 dinastías tuvieron el poder en su época. Veamos algunos de los más importantes faraones egipcios:
Narmer (Menes): Primer faraón del antiguo Egipto que gobernó hacia el año 3050 a. C. Bajo su gobierno se unificó los territorios egipcios.
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Amenofis III: Fue un importante faraón que gobernó de c. 1390/1 a 1353/2 a. C. Su reinado es considerado como el más próspero de toda la historia de egipcia.
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Ramsés II: Gobernó 66 años, del 1279 al 1213 a. C. Es uno de los faraones más conocidos debido a las muestras arqueológicas que existen de su reinado.
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Tutankamon: Faraón que restableció el poder de los sacerdotes de Amón. Murió a los 18 años cuando tenía seis años de gobierno. Su tumba es la única encontrada intacta en el Valle de los reyes.
tutankamon
Cleopatra VII: Heredó el trono a los 18 años junto con su hermano Ptolomeo XIII, de tan sólo doce años. Gobernó del año 51 al 30 a. C. Murió al hacerse morder por áspid, cuando Octavio Augusto decidió llevarla a Roma como botín de guerra.
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FARAONES DEL ANTIGUO EGIPTO


FARAONES
Antiguo Egipto





Pocas instituciones de poder han durado tanto como la de los faraones en Egipto. Durante casi 3000 años se fueron sucediendo en el trono del país del Nilo faraones de 30 dinastías diferentes.
Actualmente los historiadores consideran el año 3065 a.C como el inicio predinástico.

Un faraón recibía el día de la coronación cinco nombres que componían su título formal. Hoy en día utilizamos el quinto para nombrarlos, aunque según parece, ellos utilizaban el cuarto.
Las insignias del faraón

Una vez coronado, el faraón debía manifestar su posición a través de una serie de símbolos externos. En referencia al dios Osiris, por ejemplo, durante audiencias y ceremonias religiosas el faraón sostenía entrecruzados el látigo de trillar el maíz, y el báculo de los pastores.

Según la ocasión, utilizaba un tocado u otro. Habitualmente cubría su cabeza con el nemes (1) , un pañuelo de rayas que le caía sobre los hombros. Los días de fiesta, en cambio, se ponía la corona azul o kepres (2).

La corona blanca (3) era la corona del Alto Egipto, mientras que la corona roja (4) era la del Bajo Egipto. Unidas formaban la doble corona o pschent, (5) símbolo del reino unido.

En la frente el ureus, una especie de diadema con la figura de una cobra, le protegía de sus enemigos.El poder político del faraón

La misión del faraón como poder político era la de conducir a su pueblo hacia el más allá. Por eso, debía regir el país conforme a la ley de Maat (diosa de la justicia), cuidando de que sus súbditos también la cumplieran.

Para ello el faraón contaba con una serie de ministros, escribas, secretarios, etc. El más importante de todos ellos era el visir, una especie de primer ministro que acompañaba al faraón constantemente.

El poder militar

El faraón era la máxima autoridad en el ejército. Desde muy pequeño, el aspirante al trono era entrenado con la espada y con el arco, se le llevaba a cazar leones... En caso de guerra, el faraón no podía quedarse en palacio mientras sus hombres luchaban. Él, como cabeza del reino, debía ser el primero en presentarse en el campo de batalla.

El sumo sacerdote

El cargo del faraón implicaba así mismo convertirse en sumo sacerdote del reino. Como tal, debía construir, restaurar y mantener los templos de todo el reino, procurando que se cumplieran los oficios religiosos establecidos.

También tenía que presidir y celebrar ceremonias diversas para solicitar favores de los dioses, para dar gracias por la crecida, etc

La divinidad del faraón

Se le consideraba la representación en la tierra de todos los dioses. Especialmente se le identificaba con Horus, el dios real, aunque a veces también con Ra, dios del sol. Una vez muerto, pasaba a identificarse con Osiris.

Muy pocos faraones fueron considerados como un dios en sí mismos. Éste es el caso de Ramsés, por ejemplo, que construyó un templo en su honor (en Abu Simbel).

La familia real

Era muy importante que el faraón se asegurara la sucesión. Por eso tenía varias esposas, de las que sólo una era considerada como reina, y recibía el nombre de Gran Esposa Real. Cuando una Gran Esposa Real moría, el faraón escogía a otra de entre sus mujeres para que la sucediera.

Una práctica habitual entre los soberanos era casarse con sus propias hermanas, e incluso hijas, igual que los dioses se casaban con su propia familia. Ésto se hacía para fortalecer la pureza de la sangre real.

También era algo habitual que el faraón adoptase los hijos de los nobles para incluirlos en el grupo de jóvenes entre los que tendría que escoger un heredero.
Autora del texto: Isis
Para ampliar la información se recomienda visitar Faraones, con detalles de las diferentes dinastías y detalles históricos de gran interés.
Reproducido con autorización de la autora.

lunes, 22 de abril de 2013

NAVEGACION Y RUTAS EN EL EGIPTO DE DARIO


Navegación y rutas en el Egipto de Darío:
El gran período de legislación y codificación que representan los reinados de Amasis y Darío queda también marcado por la expansión económica de Egipto, tal vez la más rápida que dicho país hubiese conocido jamás. Su prosperidad tenía dos bases: la producción interior, que alimentaba a la exportación -especialmente la del trigo-, y el mar, que mantenía al país en contacto con el extranjero.
[...] El desarrollo del comercio había sido ya una de las preocupaciones constantes de los reyes de la XXVI dinastía. En este respecto, Darío prosiguió con gran fidelidad la política saíta. Así como Necao había hecho reconocer las costas de Africa por los marineros fenicios en un intento de abrir nuevas perspectivas, Darío envió a Escilax de las bocas del Indo al mar Rojo para establecer relaciones directas entre la India y Egipto. La ruta entre estos dos territorios parece haber existido desde hacía muchos siglos, pero los egipcios sólo la frecuentaban hasta el país de Put (Arabia y las Somalias). La tradición pretende que una reina de Saba visitó Jerusalén durante el reinado de Salomón; y aunque ello no fuese más que una leyenda demostraría la existencia de poblaciones árabes que servían de intermediarias entre el mar Rojo y el de la India. Pero una vez establecidas relaciones directas, el tráfico debía adquirir una amplitud muy distinta. La ruta entre el Indo y el mar Rojo llegaría a convertirse en una de las vías esenciales del Imperio persa. Al crearla, Darío preveía su futuro. Por esto, en el cuarto año de su reinado (518) emprendió su viaje a Egipto para encontrarse allí a la llegada de la expedición confiada a Escilax. En pocos años, los límites del mundo conocido habían retrocedido mucho, y Egipto aparecía como punto de unión de todas las rutas marítimas del mundo civilizado. A partir del Imperio Antiguo, su posición de intermediario entre el Mediterráneo y los países de Oriente fue comprendida por los faraones.
Reapertura del canal de Suez:
El istmo de Suez había sido abierto en varias ocasiones a la navegación, desde Bubastis hasta el mar Rojo por el Wadi Tumilat y los lagos Amargos. Al mismo tiempo que hacía explorar las costas de Africa, Necao había reanudado, con un proyecto de mayor amplitud, la reparación del antiguo canal. Darío ordenó terminarlo en el momento en el que Escilax enlazaba la India con Egipto: El antiguo canal había sido obstruido por la arena, pero en pocos años una soberbia vía acuática de 45 metros de ancha, en la que dos trirremes podían cruzarse o navegar de lado, y provista de caminos de sirga, unió los dos mares. La inauguración, que tuvo lugar en presencia del propio Darío, fue una ceremonia grandiosa. Tres grandes estelas de granito rosa con inscripciones en egipcio y en los idiomas imperiales -arameo, persa antiguo, elamita y babilonio- fueron erigidas, jalonando el canal en Tell el-Maskhutah, el-Kabrit (Kabret) y Suez, para recordar la grandiosa obra realizada por el rey "del Alto y el Bajo Egipto, el Gran Rey, el rey de reyes, Darío... el hijo de Neith, la imagen de Ra... de quien todo lo que Su Majestad pronuncia existe inmediatamente como todo lo que brota de la boca de Ra".
[...] Al mismo tiempo que estas estelas gloriosas quedaban erigidas, la primera escuadra, compuesta de veinticuatro navíos, atravesaba el canal en presencia del rey para transportar a Persia, por vía marítima, los tributos de las provincias orientales del Imperio. Las mercancías procedentes de Oriente llegaban hasta entonces al Mediterráneo por diversas rutas: la del Oxus y la del Caspio, que Ciro había tratado de valorizar fundando la ciudad de Cirópolis, de la que nos han llegado muy pocas noticias; la de Mesopotamia, que enlazaba el golfo Pérsico con Siria mediante el camino de caravanas que había sido origen de la riqueza de Damasco; la del mar Rojo, por donde llegaban los productos de la India, y que había enriquecido a los sabeos, los mineos y los nabateos de Arabia, alcanzaba el golfo Elanítico, se dirigía desde allí a los puertos fenicios, por el valle del Jordán, y en Petra enlazaba con la ruta de caravanas procedente del golfo Pérsico. Desde Siria las mercancías arriban a Egipto por mar o por la ruta del Sinaí.
La apertura del Canal de Suez aportaría una profunda transformación a todo este sistema de vías de tráfico internacional. A partir de entonces, los buques procedentes del mar Rojo podían llegar directamente a Bubastis, y desde allí a Menfis o al Mediterráneo. La ruta más cómoda para llegar a los puertos fenicios pasaría en adelante por el delta del Nilo. La introducción en todo el Imperio, y especialmente en Egipto, de una misma moneda, el darico deoro, y del sistema de pesos y medidas persa, debía ejercer también una considerable influencia en el desarrollo de los intercambios o en el carácter internacional de la economía. Al agrupar Mesopotamia, las ciudades fenicias, el Asia Menor y Egipto en un solo sistema monetario, Darío proseguía por otro camino el mismo plan de organización económica del Imperio al que tendía la creación del canal de Suez. Y a causa de este mismo canal, Egipto debía ocupar una posición clave en la economía general. [...] El impulso que recibió el comercio en Egipto después de la apertura del canal se hizo sentir profundamente en todo el país. La gran ruta de caravanas de Koptos a Qoseir (junto al mar Rojo) por el Wadi Hammamat adquirió una nueva importancia, demostrada por las doscientas inscripciones aqueménidas que se encontraron después en ella. Reconstruida como en los tiempos más prósperos de la antigüedad egipcia, viose jalonada de centros de actividad; las canteras fueron explotadas otra vez, y se creó una nueva ruta que enlazaba directamente a Tebas y el Alto Egipto con Persia y era utilizada por los altos funcionarios -como Atuyawahi, el gobernador de Koptos- para regresar a su país. La apertura del canal de Suez convirtió a Egipto en el centro de la economía oriental. La conquista del valle del Indo y su transformación en satrapía colocó a toda la economía india bajo el dominio de Darío. La ruta marítima que unía directamente Persia, el Indo y las costas de Arabia en el mar Rojo, y por éste a los puertos de Fenicia y de Jonia, sustituyó en provecho de Egipto a la antigua ruta terrestre de la India a Babilonia. A partir de entonces la importancia económica de Mesopotamia decaería rápidamente (Jacques Pirenne)

viernes, 12 de abril de 2013

PINTURA DE CRETA


En la isla de Creta, en la antigüedad, se desarrolló una pintura innovadora de extraordinaria calidad. El carácter singular e innovador de la pintura cretense se distingue en tres aspectos fundamentales:
Como todo el arte cretense, la pintura cretense deriva del hecho que en la isla de Creta se desarrolló una civilización de base agraria que evolucionó a partir del intenso comercio marítimo que puso Creta en contacto tanto con los Imperios Agrarios de Egipto y Mesopotamia como con las culturas de la Edad de Bronce del continente europeo.
Creta fue el lugar del mundo antiguo civilizado, donde se inició el desarrollo de las artes y técnicas de la metalurgia del bronce el cual se introdujo en la isla hacia el año 2500 a.C.
Mediante el comercio marítimo, la civilización cretense mantenía intensos contactos tanto con los Imperios Agrarios como con los pueblos de Anatolia y de Europa donde se habían desarrollado las primeras culturas de la Edad de Bronce. Sus naves comerciaban con Egipto y Mesopotamia intercambiando aceitevino y ganado por legumbrescerealestejidos, también intercambiaban objetos de arte y cobre. Por las rutas comerciales del Danubio y otras vías de penetración, obtenían el estaño de los yacimientos del centro de Europa.
La arquitectura cretense se inspira en la arquitectura de Mesopotamia, sus modelos son acadiossumerios o hititas, pero la pintura cretense se inspira en la pintura del antiguo Egipto a partir de la cual, crea un nuevo universo de formas de extraordinaria influencia en la evolución posterior de la Historia del Arte.
El Príncipe del lirio. Pintura mural en el Palcio de Cnosos. Creta.
La obra más destacada de la pintura cretense es El Príncipe del lirio un fresco del Palacio de Cnossos que pertenece al periodo Minoico I. Otras obras son: Corrida de Toros, con el tema de las bailarinas saltando que hemos comentado, y el perfil de una muchacha que popularment se denomina La Parisina, ambas, como el anterior, procedentes del Palacio de Cnossos, se guardan actualmente en el Museo de Candía.

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