viernes, 30 de noviembre de 2012

FARAON

Faraón es la denominación bíblica de los reyes del Antiguo Egipto. Para los egipcios, el primero fue Narmer, denominado Menes por Manetón, quien gobernó hacia el año 3050 a. C., y la última fue Cleopatra VII, de ascendencia helénica, reinando del año 51 al 30 a. C.
Los faraones fueron considerados seres casi divinos durante las primeras dinastías y eran identificados con el dios Horus. A partir de la dinastía V también eran «hijos del dios Ra». Normalmente no fueron deificados en vida. Era tras su muerte cuando el faraón se fusionaba con la deidad Osiris y adquiría la inmortalidad y una categoría divina, siendo entonces venerados como un dios más en los templos.


Entorno Familiar

Siempre, al lado del faraón, debía convivir su Gran Esposa Real, el equivalente a una reina y la transmisora del linaje real. La posición de Gran Esposa Real, en egipcio Hemet nise ueret, implicaba no solo una posición política a ocupar dentro de la corte, sino también una posición religiosa, ya que la Gran Esposa Real oficiaba de ritualista en variadas festividades. Considerando que existían variados ritos distribuidos a través de la geografía del país de las Dos Tierras, estos involucraban al faraón y su principal esposa. Así, en los cultos que formaban tríadas como ser: Osiris, Isis y Horus; Amón, Mut y Jonsu; Shu, Tefnut y Atum, etc. cada uno implicaba la participación del faraón, su principal reina y en los casos donde era posible, de su heredero. En dichos ritos, que se expresaban mediante múltiples festividades como ser la fiesta de Opet en Karnak, la participación del rey y la reina daban un significado por emulación de la existencia divina de los dioses representados. Y no sólo ello: dado que los egipcios creían que la legitimidad sólo podía poseerla una mujer, las Grandes Esposas Reales eran las garantías y el principal apoyo del faraón durante su reinado. Por tanto, no es de extrañar que los faraones se casasen con las hijas de su antecesor (en muchos casos estas hijas eran sus hermanas o sus hermanastras) para poder ascender al trono.

A lo largo de la historia egipcia también hubo grandes reinas, algunas de las cuales llegarían incluso a asumir el poder absoluto a la muerte de sus maridos. Otras ocuparon un determinante papel político o religioso, y no se podrían entender muchas cosas de la Historia Egipcia sin tener en cuenta el poder que ocuparon estas damas a la sombra de sus esposos.
Por debajo de las Grandes Esposas Reales, el faraón podía tomar tantas mujeres como quisiera, e incluso ascenderlas, si así lo quería, al rango de Gran Esposa Real (aunque esto sería infrecuente). En las primeras dinastías existirían numerosas esposas secundarias y concubinas, y ya a partir del Imperio Nuevo, los monarcas se encargarían de poseer enormes harenes en los que todo tipo de mujeres, incluidas las princesas extranjeras, pasaban a residir. Hay grandes diferencias los harenes faraónicos y los legendarios harenes utilizados por califas y sultanes: en el Antiguo Egipto los harenes eran una institución más abierta, no una cárcel de oro guardada por eunucos. Ésta situación sólo aparecería con la llegada de los persas y de los griegos.
En cuanto a la descendencia real y la sucesión al trono, las reglas no se mantuvieron inmutables a través de los miles de años que duró la investidura de faraón. Así, durante la Dinastía XVIII, al comienzo del Imperio Nuevo, surge con fuerza la posición de Hija del Dios, a quién se emparenta con el dios Amón, y se la eleva a Dadora de herederos, quedando identificada como la única que puede dotar de un sucesor al faraón reinante, por encima de las otras reinas de la Casa Jeneret (el harén real). No obstante, la sucesión normalmente se resolvía mediante un heredero masculino, aun cuando el mismo pudiera no ser hijo de la Gran Esposa Real, sino de una reina de menor rango. Si el sucesor provenía de una reina de menor rango, procedía a contraer enlace con una hija de la Gran esposa real del rey fallecido; este fue el caso de Hatshepsut y Tutmosis II, de quién se sabe era hijo de una reina de menor rango. Esto se repetiría también con Tutanjamon, quien se desposaría con una hija de Ajenatón y Nefertiti, que ocupaba la posición de Gran Esposa Real.
El futuro de las hijas dependía del rango de su madre: si eran hijas de una reina, podrían heredar su cargo o vivir en soltería; y si eran hijas de una esposa secundaria o de una concubina, podían casarse con algún noble o residir en el harén.


El fin de la era  de los Faraones 

Cleopatra VII 

Cleopatra Filopator Nea Thea, Cleopatra VII fue la última reina del Antiguo Egipto de la dinastía Ptolemaica, también llamada Lágida, dinastía creada por Ptolomeo I Sóter, general de Alejandro Magno. Fue la última del llamado Periodo helenístico de Egipto.
Cleopatra nació hacia el 69 a. C. y murió en el 30 a. C. Era hija de Cleopatra V Trifena y de Ptolomeo XII Auletes, de quien heredó el trono en el 51 a. C., cuando tenía 18 años, junto con su hermano Ptolomeo XIII, de sólo 12, quien sería además su esposo (hecho frecuente en los matrimonios regios ptolemaicos)

El Antiguo Egipto

Antiguo Egipto era una civilización en el noreste de África concentraron a lo largo de la media a baja del río Nilo, alcanzando su máximo en el segundo milenio antes de Cristo, durante el Nuevo Reino. Se extendía desde el Delta del Nilo en el norte como al sur como Jebel Barkal en la Cuarta Catarata del Nilo, hoy en día en Sudán. Ampliaciones de la gama geográfica de la antigua civilización egipcia incluido, en diferentes momentos, las zonas del sur del Levante, la zona oriental del desierto del Mar Rojo y la costa, en la Península del Sinaí, y de los oasis del desierto occidental.

La civilización del antiguo Egipto desarrollado a lo largo de más de tres milenios. Se inició con la unificación política de las grandes culturas del Valle del Nilo en virtud de una regla, el primer faraón, en torno a 3150 antes de Cristo, y dio lugar a una serie de las edades de oro conocida como Reinos, separados por períodos de relativa inestabilidad conocido como Intermedio períodos. Después de la final de la última edad de oro, el Nuevo Reino, la civilización del antiguo Egipto entró en un período de lenta y progresiva disminución, cuando Egipto fue conquistado por una sucesión de extranjeros adversarios. El poder de los faraones terminó oficialmente en el 31 a. de C., cuando los primeros Imperio Romano conquistó Egipto y la hizo una provincia del Imperio.

La civilización del antiguo Egipto se basa en el control equilibrado de los recursos naturales y humanos, bajo la dirección del faraón, líderes religiosos, y administradores de los tribunales, que se caracteriza por el control de riego de la fértil Valle del Nilo, la explotación de minerales de los que rodean el valle y regiones desérticas; Principios de los años de desarrollo independiente de un sistema de escritura y literatura; de la organización colectiva de la construcción y la ejecución de proyectos agrícolas, el comercio con las regiones circundantes en el este y centro de África y el Mediterráneo oriental, y, por último, las aventuras militares que derrotaron a los enemigos extranjeros y de la dominación de Egipto afirmó en toda la región . Y motivar a la organización de estas actividades fue una burocracia de élite de los escribas, los líderes religiosos, los administradores y bajo el control de la cuasi divino faraón (divina convirtiendo a la muerte), que garantiza la cooperación y la unidad del pueblo egipcio a través de un elaborado sistema de Creencias religiosas

Homosexualidad en el Antiguo Egipto

Los textos sobre la homosexualidad en el Antiguo Egipto no son muy numerosos. Son polémicos y están abiertos a diferentes interpretaciones. Esto no se debe a que el tema fuera considerado tabú, sino que puede deberse al tipo de fuentes que han llegado a nuestros días. La sexualidad casi nunca es representada y es rara su mención en los textos.

Contenido

Mitología

Seth y Horus protegiendo al faraón. Relieve en Abu Simbel.
La referencia más explícita a la homosexualidad está en el mito de Seth y Horus. La leyenda cuenta como Seth, que había matado a su hermano Osiris, dominaba el alto Egipto, y luchaba con su sobrino Horus, hijo de Osiris, que dominaba el bajo Egipto, lo que personifica la separación real de ambos territorios durante el periodo predinástico de Egipto. El relato cuenta que Seth trató de violar a Horus, y que lucharon en el Nilo transformados en hipopótamos durante días. En la lucha, Seth le sacó un ojo a Horus mientras que Horus arrancó el pene de Seth. Al final con la intervención de Tot, el dios de la sabiduría, ambos dioses se reconcilian. Esta legendaria lucha sexual y su posterior reconciliación es interpretada por los historiadores como una alegoría de las luchas entre ambos reinos, que se unificarían alrededor del 3000 a. C. Tras la unificación la pareja de dioses se representaba frecuentemente como símbolo de la unidad con ciertas connotaciones ambiguas. En algunas versiones Seth incluso da a luz a un niño de Horus. Otro relato encontrado en un papiro en El-Lahun (Imperio Medio, hacia 1700 a. C.), cuyo texto completo se ha conservado en una copia del Imperio Nuevo (hacia 1200 a. C.). Cuenta otra versión del mito de Horus y Seth. En él se describe como Seth viola a Horus e intenta humillarlo. Llama a los jueces para que dieran constancia del hecho, pero Horus, había recogido el semen de Seth por consejo de su madre Isis, que lo puso en una lechuga, la comida favorita de Seth, y éste se lo comió sin darse cuenta. Cuando los jueces llamaron al semen para constatar la fecundación, todos se sorprendieron al encontrarlo en el estómago de Seth, siendo este el deshonrado y exonerando a Horus.1 La interpretación de este fragmento vuelve a ser problemático. No se conoce el motivo de la humillación de Horus si es por ser sometido a un acto homosexual, por ser una violación sí, o por los dos motivos. En cualquier caso aunque no nos revele la opinión de la sociedad egipcia hacia la homosexualidad, nos dice que conocían el concepto de sexo entre hombres.
La historia de Horus y Seth podría indicar que en el antiguo Egipto existía una imagen de la homosexualidad similar a la existente en muchas culturas orientales. Las relaciones homosexuales son aceptadas para el homosexual activo (asociado a lo masculino), mientras que el pasivo (asociado a lo femenino) es despreciado.

Registros históricos

Del Imperio Antiguo (dinastía V, hacia 2500 a. C.) proviene la mastaba decorada de Nianjjnum y Jnumhotep, altos funcionarios de la corte. Ambos hombres estaban casados y tenían hijos, pero están representados varias veces íntimamente abrazados.2 Mientras una parte de los investigadores ve en la pareja una relación homosexual, estudios más recientes hablan de que se trata de gemelos, e incluso de siameses. La cuestión de la interpretación deberá quedar, de momento, abierta.
Si se interpreta la representación de Nianjjnum y Jnumhotep en su tumba como una pareja homosexual, es posible que la sociedad egipcia aceptara la homosexualidad que se realizara de común acuerdo.
Del Imperio Medio (c. 2000 a 1700 a. C.) provienen dos obras literarias que tienen claramente como tema la homosexualidad. El texto de El demandante de Menfis, conservado de forma fragmentaria, sólo en copias posteriores, cuenta la historia del general Sasenet y el rey Neferkara (nombre de trono, el nombre de nacimiento era Pepy). El rey iba todas las noches a la casa del general y tiraba una piedrecilla, el general descendía una escalera, tras lo que «su Majestad hacía lo que quería», lo que en textos egipcios antiguos es una perífrasis para la actividad sexual. El rey es observado por alguien en sus correrías nocturnas. No se conserva más de la historia, pero da la impresión de que el texto critica la actuación del rey. Si estas críticas están relacionadas con la homosexualidad de las acciones, o con el estatus social del amante, no se puede saber.
No existen otras fuentes claras para la homosexualidad en el antiguo Egipto. En el Libro de los muertos hay un fragmento que se puede interpretar como una condena a la homosexualidad («no yazcas con un yacedor»), pero la traducción y la interpretación es demasiado vaga para extraer conclusiones seguras. Este fragmento del Libro de los muertos, que pertenecía a una mujer, ha sido interpretado como una condena al lesbianismo, pero la interpretación no es demostrable. Finalmente, existen algunas representaciones eróticas, que quizás representen relaciones homosexuales entre hombres, pero estas representaciones no son lo suficientemente detalladas y, por lo tanto, no son seguras.
Jem ḥm
«marica», «cobarde»
en jeroglífico
N41 m D52
Una indicación de una opinión despectiva de la homosexualidad podría ser la palabra Jem, ḥm, que quizás se pueda traducir como marica. El significado sexual de la palabra parece seguro, debido al falo con el que está escrita. La palabra es generalmente empleada en los textos para difamar a alguien. No queda claro si ḥm se usa para la homosexualidad en el sentido moderno occidental o si se trata solamente del pasivo dentro del acto sexual.

Ejercito en el Antiguo Egipto

En el Imperio Antiguo, el ejército del Antiguo Egipto se denominaba ‘’mesha’’, cuya traducción viene a ser “agrupación de fuerzas”: y efectivamente, eso era, unos grupos que se reunían en caso de necesidad para apoyar a pequeñas unidades permanentes. Este ejército tenía entre sus funciones la protección de fronteras y del comercio marítimo, pero también la realización de todo tipo de trabajos públicos los cuales ayudaban para que el el faraon no asotara, o les puciera castigos a los esclavos.
Figuras de madera encontradas en la tumba de Mesehti (Dinastía XI).
El empleo de soldado no era muy popular en el Antiguo Egipto, cuyos habitantes eran más campesinos que guerreros. Pero para defender las cosechas del delta de las invasiones asiáticas, o, desde el oeste, de las libias, tuvieron que crear muy pronto un ejército, que se convirtió en permanente. Si los futuros oficiales eran alistados entre la clase media, los soldados de infantería procedían de las clases más desfavorecidas, porque ser soldado del Faraón les resultaba ventajoso.
Los soldados de la infantería fueron llamados literalmente el (infante) en la vida del ejército y en otras ocasiones el (infante) en la vida del ejército de las victorias grandes. Cada soldado debía "luchar por su buen nombre" y defender al faraón, otorgándosele si combatía bien un título o condecoración llamado "El Oro del Coraje". Si mostraba cobardía o huía del combate, se lo denigraba, degradaba y, en ciertos casos ejecutado.
Los mandos estaban formados por miembros de familias de cierta categoría, los únicos que podían acceder a la escuela de oficiales y que conseguían prestigio y fama en la batalla, consiguiendo sus ascensos, y cuando se retiraban eran nombrados asistentes personales de los nobles, administradores del estado o ayos de los hijos del rey, que eran enviados a aprender la carrera militar a los 7 años.
La tropa tenía la esperanza de conseguir un terreno de 3,25 ha, sin distinción entre nativos y mercenarios. El soldado recibía, además, rebaños y personal del cuerpo de servicios de la casa real para poder trabajar las tierras recién obtenidas de inmediato. La parcela podían heredarla sus descendientes siempre que entre ellos hubiese un varón apto para enrolarse. Un papiro relativo a impuestos, fechado hacia 1315 a. C. (bajo Seti I), es prueba de ello.

Índice

historia militar

La historia militar del Antiguo Egipto se desarrolla desde el 3150 a. C., fecha en la que se considera que se unieron el Alto y Bajo Egipto en una sola monarquía, hasta el 31 a. C., cuando el Imperio romano conquistó Egipto y lo convirtió en provincia romana. El imperio se extendía desde el delta del Nilo, hasta Jebel Barkal, una montaña de Nubia.
Las áridas llanuras y desiertos que rodean Egipto estaban habitadas por tribus nómadas que de vez en cuando intentaban asaltar o establecerse en el fértil valle del Nilo, pero el desierto forma una barrera que lo protegía y hacía casi imposible que un ejército la cruzara, por lo que la mayoría de las ciudades egipcias carecían de murallas: los vecinos inmediatos, nubios, libios y beduinos, no tenían capacidad militar suficiente para invadir el valle. Esta situación permaneció durante mil años, hasta la invasión de los hicsos en el Segundo Periodo Intermedio.
Durante los Imperios Medio y Nuevo, los egipcios construyeron fortalezas y puestos de avanzada a lo largo de las fronteras este y oeste del delta del Nilo, en el desierto oriental y en Nubia, al sur. Pequeñas guarniciones asentadas en los territorios conquistados impedían las incursiones de menor importancia y protegían las caravanas: en Nubia todavía subsisten las fortalezas de Buhen y Semna, en la frontera con Siria se levantó el llamado [Muro del príncipe], en el Sinaí los fuertes de Nekhl y Themed protegían el Camino de los Reyes, y en la costa occidental todo un sistema de fuertes.1 En caso de ataque, se avisaba y el Faraón reclutaba un ejército.

Armamento

Cuchillo de sílex y marfil. Año 3300 a. C.
Las armas utilizadas por los soldados de a pie del ejército faraónico son de dos clases: de tiro y de proximidad: la lanzas, jabalinas, mazas, hachas de combate, espada, sable curvo, ( Khopesh), los arcos sencillos y el arco de doble curvatura de origen hitita. tenían escudos de madera, cuero curtido o caña trenzada. Nada en absoluto parecido a la cota de malla o al casco; los soldados de la infantería ligera, utilizaban un arco y flechas rudimentarias hechas con una aleación imperfecta de bronce. El arco duró hasta la dinastía XVIII, para ser reemplazados por el arco triangular, más fácil de manejar y de fabricar en serie, y que lanzaba unas largas flechas de gran penetración, capaces de atravesar las armaduras.

Organización

Imperio Antiguo

Durante el Imperio Antiguo había relaciones diplomáticas con los pueblos del este, el oeste no era una amenaza y el peligro que pudiera representar Nubia no era alarmente, debido a su inferioridad militar. El que los faraones mantuvieran un ejército era por precaución, tanto para la defensa nacional como para suprimir ocasionales revueltas de los príncipes de distrito.
Durante este periodo hay por primera vez una organización militar. La mayoría las fuerzas armadas estaba bajo el mando de los gobernadores locales, enmarcadas en unidades organizadas. El faraón tenía su propia protección, una relativamente pequeña guardia, y reforzaba las tropas con mercenarios nubios; los príncipes estaban obligados a proporcionar al rey soldados si era necesario, reclutando campesinos.
Durante el Primer Periodo Intermedio, y a consecuencia de la inestabilidad, los distintos gobernadores crearon ejércitos privados, y comenzó una práctica que se hizo habitual: el empleo de fuerzas mercenarias extranjeras.

Imperio Medio

En la tumba de Mesehti (Asiut, principios del Imperio Medio), se han encontrado dos grupos de figuras de madera: arqueros y lanceros. Todos visten shenti (faldellín) y van descalzos, diferenciandose su vestuario solo en un pequeño casco usado por los lanceros, que portan un escudo apuntado forrado con piel de vaca en el brazo izquierdo y la lanza en el derecho. Los arqueros llevan el arco en la mano derecha y un paquete de flechas en la izquierda.
Durante el Segundo periodo intermedio, Los hicsos introdujeron en Egipto nuevas técnicas militares, como el caballo y el carro de guerra, cuyo uso quedó restringido al faraón y los nobles.

Imperio Nuevo

Tras la derrota de los Hicsos, la Dinastía XVIII comienza una serie campañas militares y conquistas para las cuales el ejército necesitó una elaborada organización. Mantienen la caballería y los carros de los Hicsos, y estos cuerpos de élite quedaban encuadrados en Divisiones de Infantería, que constituían la principal masa de combatientes. Cada una iba mandada por un general y recibía el nombre de un dios; estaban divididas en batallones y estos en compañías formadas por unos 200 hombres, repartidos en secciones de 50.
Espada de bronce de la época de Ramsés.
Los soldados adoptan un buen número de armas y de equipos originarios de Siria y de los hititas, como el arco triangular, el casco o la cota de mallas, que era una chaqueta de cuero con mangas cortas, guarnecida con chapas de metal. Las armas de bronce ganan en calidad, el cobre y estaño se mezclan en mejores proporciones. Las armas de hierro empleadas por los hititas, más resistentes, no parecen ser empleadas por los egipcios hasta tiempos muy posteriores. Así, el puñal de hierro descubierto en la tumba de Tutankamón es más un objeto de lujo que un arma de combate.
El ejército egipcio estaba organizado tradicionalmente en grandes cuerpos de ejército organizados a nivel local, que contaban cada uno con unos 5.000 hombres (4.000 infantes y 1.000 aurigas que tripulaban los 500 carros de guerra agregados a cada cuerpo).
Cada cuerpo de ejército recibía como emblema la efigie del dios tutelar de la ciudad donde había sido creado, residía normalmente y le servía de base, y cada uno poseía también sus propias unidades de abastecimiento, servicios para apoyo de combate, logística e inteligencia.
A partir de la Dinastía XVIII el ejército recluta extranjeros en sus filas, porque los egipcios parecen rechazar cada vez más las armas.
Bajo el reinado de Ramsés II, hay dos tipos de guerreros, los infantes y los carristas, cargos que se heredan de padres a hijos, que suelen ser terratenientes. Ramsés II amplió y reorganizó el ejército, ampliándolo de dos cuerpos a cuatro. Es posible que un tercer cuerpo existiese ya en tiempos de Ramsés I o Seti I, pero no existe duda alguna de que el cuarto fue fundado por Ramsés II.
Ramsés II en su carro.
Las unidades de carros eran agregadas a los cuerpos de ejército, de quienes dependían, en una proporción de 25 carros por cada compañía. Había tres tipos de carros: de combate, y otros más ligeros y veloces: el dedicado a las comunicaciones y otro para exploración.
Los carros egipcios tenían el eje en el extremo posterior y su trocha era mucho mayor que el ancho del vehículo, lo que los hacía casi involcables y capaces de girar fácilmente y cambiar de dirección en poco tiempo. Estaban tripulados por dos hombres un seneny (arquero) y el conductor, kedjen, que además debía proteger a aquel con un escudo. Un infante corría tras el vehículo, armado con escudo y una o dos lanzas. Este soldado debía rematar a los heridos, para que no quedaran enemigos vivos a sus espaldas.
Los mercenarios (y también algunos prisioneros de guerra a los que se ofrecía la vida y tierras si luchaban por Egipto) mantenían su identidad ordenándose en unidades separadas por nacionalidad y adscritas a uno u otro cuerpo de ejército, o bien como unidades auxiliares, de apoyo o de servicios.
Los nakhtu-aa, conocidos como "Los del fuerte brazo" constituían unidades especiales entrenadas para el combate cuerpo a cuerpo. Estaban muy bien armados, pero sus escudos y armaduras eran rudimentarios.
Ramsés II, tras la batalla de Qadesh, desconfiando de los mandos existentes, reorganizó el ejército sobre tres bases:
  • Los jefes del ejército pertenecían a la casa real, de hecho durante su reinado fueron sus propios hijos,
  • Una alta oficialidad de origen extranjero. Los mercenarios que ascendían se mantenían leales a la persona del Faraón, obteniendo a cambio un alto rango.
  • Unas tropas de élite en las que los extranjeros también tenían un papel destacado. A los guerreros nubios, asiáticos y libios de épocas anteriores, se habían añadido los shardana, soldados que eran leales a la persona del jefe, y que según los relieves participaron en numerosas operaciones bélicas. La presencia de estos mercenarios en Egipto está documentada hasta principios del Tercer Período Intermedio.

El ejército ptolemáico

Faraón Ptolemáico.
Bajo la Dinastía Macedónica, el ejército se organiza según el modelo creado por Alejandro Magno. Así, existe una distinción neta entre los jinetes y los soldados de infantería, organizados en falanges de mil hombres. Como las otras monarquías helenísticas, tuvo también un cuerpo de elefantes de guerra.
Los ejércitos fueron aumentando paulatinamente el número de mercenarios, profesionales de la guerra cuya principal aspiración era mejorar su propia suerte. Sin ningún espíritu patriótico, eran elementos inseguros. Los lagidas no hicieron nada para hacer frente a este problema hasta que Ptolomeo IV decidió realizar un reclutamiento nativo, buscando constituir un meollo de soldados fieles como base de su defensa militar. Los primero Ptolomeos habían intentado establecer a los mercenarios en Egipto, dándoles así una motivación nacionalista. Para ello, se distribuía entre estos mercenarios extranjeros parcelas de tierra a cambio de su participación militar en caso de conflicto. Los lotes eran proporcionales al grado militar de sus beneficiarios; cuando el sistema fue ampliado a los nativos incorporados en el ejército, éstos tuvieron que contentarse con parcelas más pequeñas que los griegos. Este sistema puso a los soldados griegos en contacto con los nativos, y ayudó a la transmisión de nuevas técnicas agrícolas.
En la práctica, el griego no renunció a su estilo de vida para lanzarse a la agricultura; generalmente, continuó viviendo en la ciudad entre otros griegos, alquilando su tierra a granjeros nativos; los contactos con la población local fueron por lo tanto de dueños a colonos, a menudo con modales despreciativos. Esta actitud fue tanta más odiada por los egipcios porque estos tuvieron a veces que hacerse cargo de alojar a los soldados, obligación pesada que se prestaba a abusos.
Si este sistema permitió a los primeros Lagidas asegurarse un ejército relativamente sólido, su efecto se deshizo poco a poco; debido en primer lugar a la saturación en las tierras disponibles que el rey podía ofrecer a cambio de un compromiso en el ejército; luego, porque el hecho de que los nativos se pudieran beneficiar de este sistema lo desvalorizaba a los ojos de los griegos; Y peor aún, porque no se recuperaban estas tierras a la muerte de sus poseedores, que los transmitían a sus herederos sin que estos reasumiesen las obligaciones militares de su padre. Éste último caso se agudizó al final del periodo ptolemáico, debido a la transmisión de los terrenos a las hijas cuando éstas eran las únicas herederas: El sistema de nuevo tiene que basarse en la contratación de mercenarios.

Religion del Antiguo Egipto

La religión del Antiguo Egipto comprende las varias creencias religiosas y rituales practicados en el Antiguo Egipto por más de tres milenios: desde el período predinástico hasta la adopción del cristianismo en los primeros siglos de esta era. Estas creencias se centraban en la adoración de múltiples deidades que representaban varios aspectos de la naturaleza, simbolizando ideas y funciones de poder, expresados por medio de complejos y variados arquetipos.
Durante la Dinastía XVIII, los faraones egipcios habían magnificado la condición de ciertas deidades singulares, como es el caso de Amón, a creadores universales con muchas manifestaciones, de manera similar a los conceptos trinitarios también encontrados en el cristianismo: la creencia de que un dios puede existir en más de una persona.1 Sin embargo, no se practicó el monoteísmo, excepto en el breve período del reinado de Ajenatón, el fundador del Atonismo.
Estas deidades eran adoradas con ofrendas y oraciones por los faraones, en los santuarios de los templos. El pueblo los veneraba durante las procesiones, expuestos en templetes exteriores, sobre barcas rituales portadas por los sacerdotes. Apoyados por la realeza, destacaron diferentes dioses en diversos períodos de la historia egipcia y los mitos asociados con ellos cambiaron con el tiempo, así que Egipto nunca tuvo una jerarquía coherente de deidades o una mitología unificada; sin embargo, la religión contenía muchas creencias generales. Entre ellas se encuentra la divinidad del faraón, que ayudaba a unificar políticamente el país,2 y creencias más complejas sobre una vida más allá, que dio lugar a la elaboración de las complejas costumbres funerarias egipcias: embalsamamiento, momificación, enterramientos rituales en ricos complejos funerarios, con templos funerarios, pirámides, mastabas, etc.

jueves, 29 de noviembre de 2012

La tumba del faraon

Recién coronados, los reyes dioses de Egipto se ocupaban de un asunto de enorme trascendencia: la construcción de su propia tumba, que debía garantizar su existencia eterna en el Más Allá.

Las costumbres funerarias de los antiguos egipcios experimentaron importantes cambios a lo largo de la historia. Si en el Imperio Antiguo surgieron las pirámides como tumbas colosales para los faraones, los continuados saqueos hicieron ver la conveniencia de un método de enterramiento menos expuesto. Fue en el Imperio Nuevo cuando se desarrollaron las tumbas hipogeas, es decir, excavadas bajo tierra. El lugar que se convirtió en gran centro funerario de las sucesivas dinastías faraónicas se encontraba en el alto Egipo, en las proximidades de Tebas. El Valle de los Reyes, según la denominación acuñada por los arqueólogos, alberga seseinta y dos tumbas, veintiséis de ellas pertenecientes a reyes. La más antigua corresponde a Tutmosis I, de la dinastía XVIII, muerto hacia 1494 a.C.
Cada una de las tumbas tiene características propias, pero todas ellas se articulan en función de un significado simbólico común. En efecto, las sepulturas se componían de una sucesión de corredores y salas que descendían cada vez más profundamente hasta la estancia en la que se depositaba el sarcófago con el cuerpo momificado del emperador fallecido. El trayecto a través de estas salas evocaba el viaje que hacía el dios solar Re cada noche, en el que debía enfrentarse a diversos peligros antes de renacer para iluminar de nuevo al mundo. La riquísima decoración mural de las tumbas reales evocaba profusamente esta historia, a la que se equiparaba el destino de los mismos faraones como figuras divinizadas. Las imágenes pictóricas y escultóricas proceden de los libros sagrados de la religión egipcia, como el Libro de los muertos o el Libro de las Puertas. Otros dioses comparecían igualmente para recibir al faraón en su viaje a la eternidad: Osiris, dios de la muerte y del renacimiento; su esposa Isis, madre simbólica del faraón; Horus, protector del soberano; o Hathor, guardiana de la montaña de Tebas, «Señora de Occidente» y como tal protectora del difunto. La maestría artísticase conjuga así con un profundo significado simbólico que aumenta aún más el atractivo de estos extraordinarios monumentos.

DINASTIA V DE EGIPTO

La dinastía V de Egipto comenzó c. 2500 a. C. finalizando c. 2350 a. C. Es parte del Imperio Antiguo de Egipto.
Manetón escribió que estos reyes gobernaron desde Elefantina, aunque los arqueólogos han encontrado claras evidencias para demostrar que sus residencias estaban situadas en Ineb-hedy "Muro Blanco" (Menfis). No se sabe con seguridad como fundó esta dinastía el faraón Userkaf.

Índice

Historia

El Papiro Westcar, que fue escrito durante el Imperio Medio, narra cómo vaticinaron al faraón Jufu, de la dinastía IV, que los tres niños de la esposa del sacerdote de Ra, denominado Sajbu, lo derrocarían y de cómo el faraón intentó asesinar a estos niños, llamados Userkaf, Sahura y Kaka. Sin embargo los eruditos han reconocido que esta historia pudo ser en el mejor de los casos una leyenda, y admiten su ignorancia de cómo se transmitió y transformó de una dinastía a otra.
Sahura.
Durante esta dinastía, la religión egipcia efectuó varios cambios relevantes. Surgen las primeras versiones conocidas de invocaciones funerarias inscritas en las tumbas reales, conocidas como los Textos de las Pirámides. El culto al dios Ra aumentó en importancia, y los reyes Userkaf y Menkauhor construyeron templos dedicados a Ra en Abusir. Más tarde en esta dinastía, el culto a Osiris adquiere relevancia, siendo las inscripciones más notables las encontradas en la tumba de Unis.
Entre los nobles egipcios de esta época, Ptahhotep, gran visir de Dyedkara-Isesi, ganó fama por su sabiduría; Las máximas de Ptahhotep le fueron atribuidas por sus copistas posteriores. Las tumbas de los nobles también fueron adornadas con inscripciones, como las reales, pero en vez de plegarias o sortilegios, fueron escritas en sus muros las biografías de los difuntos.
Como en tiempos pasados, enviaron expediciones a los yacimientos de Uadi Maghara y Uadi Jarit en el Sinaí para obtener turquesa, y a los del noroeste de Abu Simbel para conseguir gneis. También enviaron expediciones comerciales al sur, a Punt, para obtener malaquita, mirra, y electrum. Los hallazgos arqueológicos en Biblos prueban expediciones diplomáticas enviadas a esa ciudad Fenicia. Los descubrimientos que llevan los nombres de varios reyes de la quinta dinastía en la zona de Dorak, cerca del mar de Mármara, pueden ser evidencias de tratos comerciales, aunque siguen siendo una incógnita.

KEFREN

Jafra (ḫˁ f rˁ en egipcio) o Jefrén (Χεφρήν en griego), más conocido como Kefrén, fue el cuarto faraón de la dinastía IV de Egipto, reinando de c. 2547 a 2521 a. C.1
En la Lista Real de Abidos lo titulan Jafra y en la Lista Real de Saqqara Jaufra. El Canon Real de Turín da 20 años de reinado (datos muy dañados). Manetón lo denomina Sufis II y asigna 66 años de gobierno.
Hijo de Jufu y Henutsen; estaba casado con Meresanj III, hija de Kauab y depositaria de los derechos dinásticos, con Jamerernebty I, madre de Menkaura, y con Jamerernebty II.
Heródoto escribe que Kefrén era hermano de Keops, reinó 56 años y que en su época todos los templos estaban cerrados al culto y Egipto se encontraba en la mayor indigencia, siendo detestado por los egipcios (esta narración se contradice con la construcción de sus templos)
Según Heródoto mandó erigír la segunda pirámide de la meseta de Guiza, datada cerca de 2520 a. C (Altura 143,5 m. Base 215,25 m. Pendiente 53º 7’ 48”), de la que quedan el núcleo pétreo y restos del revestimiento original, en piedra caliza, cerca del vértice, y una hilada, de granito, en la zona inferior. Dispone de cámara Real con sarcófago de granito rosado, donde Giovanni Battista Belzoni encontró, en 1818, unos huesos de vaca.
También se le adjudica la Gran Esfinge, el templo funerario, el Templo del Valle, una pirámide subsidiaria, cinco fosos de barcos y la calzada procesional.
Ordenó construir la tumba de Jamerernebty I en Guiza, próxima a la pirámide.
Una espléndida estatua de Jafra sedente protegido por el dios Horus, de diorita, fue encontrada en Guiza por Auguste Mariette, en 1860; se expone en el Museo de El Cairo.

Índice

Testimonios de su época

Ruinas del templo, la Gran Esfinge y la pirámide de Jafra, en Guiza.
  • Pirámide, templos, fosos de barcos, calzada procesional, en Guiza
  • Tumba de la reina Jamerernebty I, en Guiza
  • Estatua sedente de Jafra, en Guiza (Mariette)
  • Estatua representando al rey (museo MNY)
  • Cabeza de maza con su nombre, en Guiza (Hassan)
  • Fragmento de una cabeza de maza, en Guiza (museo Petrie)
  • Sello cilíndrico encontrado en Biblos (Dunand)
  • Sello, UC11100 (museo Petrie)
  • Impresiones de sello, en Guiza (Kromer)
  • Impresiones del sello, en Buhen (museo Petrie)
  • Vasija de calcita, en Ebla (Matthiae/Pinnock/Matthiae)
Mencionado en:
  • La tumba de Sejemkara, en Guiza (Sethe)
  • La tumba de Nisutpunecher, en Guiza (Sethe)
  • Jafra (ḫˁ f rˁ en egipcio) o Jefrén (Χεφρήν en griego), más conocido como Kefrén, fue el cuarto faraón de la dinastía IV de Egipto, reinando de c. 2547 a 2521 a. C.1
    En la Lista Real de Abidos lo titulan Jafra y en la Lista Real de Saqqara Jaufra. El Canon Real de Turín da 20 años de reinado (datos muy dañados). Manetón lo denomina Sufis II y asigna 66 años de gobierno.
    Hijo de Jufu y Henutsen; estaba casado con Meresanj III, hija de Kauab y depositaria de los derechos dinásticos, con Jamerernebty I, madre de Menkaura, y con Jamerernebty II.
    Heródoto escribe que Kefrén era hermano de Keops, reinó 56 años y que en su época todos los templos estaban cerrados al culto y Egipto se encontraba en la mayor indigencia, siendo detestado por los egipcios (esta narración se contradice con la construcción de sus templos)
    Según Heródoto mandó erigír la segunda pirámide de la meseta de Guiza, datada cerca de 2520 a. C (Altura 143,5 m. Base 215,25 m. Pendiente 53º 7’ 48”), de la que quedan el núcleo pétreo y restos del revestimiento original, en piedra caliza, cerca del vértice, y una hilada, de granito, en la zona inferior. Dispone de cámara Real con sarcófago de granito rosado, donde Giovanni Battista Belzoni encontró, en 1818, unos huesos de vaca.
    También se le adjudica la Gran Esfinge, el templo funerario, el Templo del Valle, una pirámide subsidiaria, cinco fosos de barcos y la calzada procesional.
    Ordenó construir la tumba de Jamerernebty I en Guiza, próxima a la pirámide.
    Una espléndida estatua de Jafra sedente protegido por el dios Horus, de diorita, fue encontrada en Guiza por Auguste Mariette, en 1860; se expone en el Museo de El Cairo.

    Índice

    Testimonios de su época

    Ruinas del templo, la Gran Esfinge y la pirámide de Jafra, en Guiza.
  • Pirámide, templos, fosos de barcos, calzada procesional, en Guiza
  • Tumba de la reina Jamerernebty I, en Guiza
  • Estatua sedente de Jafra, en Guiza (Mariette)
  • Estatua representando al rey (museo MNY)
  • Cabeza de maza con su nombre, en Guiza (Hassan)
  • Fragmento de una cabeza de maza, en Guiza (museo Petrie)
  • Sello cilíndrico encontrado en Biblos (Dunand)
  • Sello, UC11100 (museo Petrie)
  • Impresiones de sello, en Guiza (Kromer)
  • Impresiones del sello, en Buhen (museo Petrie)
  • Vasija de calcita, en Ebla (Matthiae/Pinnock/Matthiae)
Mencionado en:
  • La tumba de Sejemkara, en Guiza (Sethe)
  • La tumba de Nisutpunecher, en Guiza (Sethe)
  •  Jafra (ḫˁ f rˁ en egipcio) o Jefrén (Χεφρήν en griego), más conocido como Kefrén, fue el cuarto faraón de la dinastía IV de Egipto, reinando de c. 2547 a 2521 a. C.1
    En la Lista Real de Abidos lo titulan Jafra y en la Lista Real de Saqqara Jaufra. El Canon Real de Turín da 20 años de reinado (datos muy dañados). Manetón lo denomina Sufis II y asigna 66 años de gobierno.
    Hijo de Jufu y Henutsen; estaba casado con Meresanj III, hija de Kauab y depositaria de los derechos dinásticos, con Jamerernebty I, madre de Menkaura, y con Jamerernebty II.
    Heródoto escribe que Kefrén era hermano de Keops, reinó 56 años y que en su época todos los templos estaban cerrados al culto y Egipto se encontraba en la mayor indigencia, siendo detestado por los egipcios (esta narración se contradice con la construcción de sus templos)
    Según Heródoto mandó erigír la segunda pirámide de la meseta de Guiza, datada cerca de 2520 a. C (Altura 143,5 m. Base 215,25 m. Pendiente 53º 7’ 48”), de la que quedan el núcleo pétreo y restos del revestimiento original, en piedra caliza, cerca del vértice, y una hilada, de granito, en la zona inferior. Dispone de cámara Real con sarcófago de granito rosado, donde Giovanni Battista Belzoni encontró, en 1818, unos huesos de vaca.
    También se le adjudica la Gran Esfinge, el templo funerario, el Templo del Valle, una pirámide subsidiaria, cinco fosos de barcos y la calzada procesional.
    Ordenó construir la tumba de Jamerernebty I en Guiza, próxima a la pirámide.
    Una espléndida estatua de Jafra sedente protegido por el dios Horus, de diorita, fue encontrada en Guiza por Auguste Mariette, en 1860; se expone en el Museo de El Cairo.


DINASTIA XXII DE EGIPTO

La dinastía XXII transcurre de c. 945 a 715 a. C., durante el Tercer periodo intermedio de Egipto. Sus últimos gobernantes son coetáneos de los dignatarios de las dinastías XXIII, XXIV y XXV.

Índice

Historia

Es una dinastía de origen libio que dominó el antiguo Egipto, coetánea con las XXIII, XXIV y XXV. Se establece con libios de la tribu mashauash, ya asentados en el delta, cuando a la caída de Psusenes II, Sheshonq I toma el poder y se hace proclamar faraón.
Los reyes de esta dinastía se pondrán bajo la protección de dios Amón (perceptible en sus titulaturas, con numerosos Mery-Amón, "amado de Amón") y delegarán parte de sus poderes a los Sumos sacerdotes de Amón de Tebas. También rinden memoria al glorioso pasado representado por Ramsés II, y numerosos reyes llevarán su nombre de coronación, Usermaatra "poderosa es la justicia (Maat) de Ra", comenzando por Sheshonq I.
Estos libios nunca perderán completamente sus costumbres: instauran un tipo de feudos, una especie de jefaturas, en todo el delta del Nilo, para los miembros de la familia real. El Bajo Egipto se fragmenta así hasta que un personaje de la familia funda una dinastía coetánea, la dinastía XXIII.
Otra tribu libia, los Libus, se asienta en la franja occidental del delta a mediados de la dinastía, con Sheshonq III. Probablemente es el origen de la dinastía XXIV. A veces se califica esta dinastía de bubas (de la ciudad de Bubastis), pero aunque era la urbe del fundador de esta dinastía, y aunque tenía el gran templo de Bastet, parece que el palacio real se encontraba siempre en Tanis, lugar donde se encontraron las tumbas de los reyes de esta dinastía.
Durante este periodo, la capital administrativa permanece en Menfis. Los templos, que se habían lucrado con las donaciones reales del Imperio Nuevo, se convirtieron en el vínculo indispensable de todo Egipto, desde el declive del poder real al final de la dinastía XX. Asumieron a través de las modificaciones institucionales la función de garantes del orden cósmico vinculado a la tradicional percepción del mundo egipcio.
En esta época se desarrollaron nuevos aspectos de la teología, como el culto de dioses niños, destinados a permitir la renovación de los grandes ciclos del universo egipcio. A su vez, aparecen como mediadores por excelencia entre hombres y dioses, en la esfera de influencia del desarrollo de la devoción personal. La considerable ascensión del culto a los animales consagrados se inscribe entre estas evoluciones, así como la práctica oficial del oráculo y su difusión en la esfera privada.
Los libios se aseguraron el apoyo del clero, respetando el poder real escrupulosamente las obligaciones religiosas tradicionales: restablecen una política de erección de monumentos a favor de los templos, especialmente en Bubastis, pero también en los grandes santuarios de Karnak, Heliópolis, Hermontis, Abidos y Tanis, que sigue siendo la capital del norte.
El arte del período señala la voluntad de los soberanos de emular las monumentales dimensiones ramésidas, tanto en arquitectura como en escultura. Se desarrolla un arte del bronce de gran calidad, como la Estatua de la Divina Adoratriz Karomama.

La dinastía XXII en los antiguos textos

Manetón escribió, según Julio Africano en versión del monje Sincelo, que la dinastía XXII consistió en nueve reyes de Bubastis: Sesonjis que reinó 21 años, Osorton reinando 15 años, otros tres reyes que reinaron 25 años, Takelotis que reinó 13 años y otros tres reyes que reinaron 42 años. En total, 120 años.
Eusebio de Cesarea comenta que la dinastía XXII consistió en tres reyes de Bubastis: Sesonjosis, que reinó 21 años, Osorton, que reinó 15 años y Takelotis, que reinó 13 años. En total, 49 años.
Las dinastías XXI, XXII, XXIII, XXIV y XXV configuran el tercer periodo intermedio de Egipto.

SETI I

Seti I

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Seti I
Faraón de la Dinastía XIX de Egipto
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Información personal
Reinado c. 1294 a 1279 a. C
Nacimiento Avaris, Egipto
Entierro Tumba KV17 del Valle de los Reyes, Egipto
Predecesor Ramsés I
Sucesor Ramsés II
Familia
Consorte Tuya y ¿Tanedyemy?
Menmaatra Sethy, o Seti I,1 hijo de Ramsés I y Sitra, fue el segundo faraón de la dinastía XIX; gobernó unos quince años, de c. 1294 a 1279 a. C.2

Índice

Biografía

Fue militar, como su padre, nacido en la región del delta del Nilo, en la zona de Avaris. Su nombre proviene de Seth, el dios de la guerra, de las armas y del ejército, al que Sethy I sirvió como sacerdote antes de ser soldado.
No se sabe mucho de la juventud de Sethy I, mas sí sobre su reinado. Al convertirse su padre en visir de Horemheb y más tarde en faraón, fue pronto asociado al trono, pero ya por entonces era de edad madura. En su primer año de gobierno en solitario, se lanzó a la temeraria conquista de Palestina, Siria y Fenicia, que habían logrado su independencia durante el reinado de Ajenatón o habían sido conquistadas por los temibles hititas, tradicionales enemigos de Egipto. Las campañas de Sethy por el sur de estos territorios fue un rotundo éxito, sin igual desde los tiempos de Thutmose III y Amenhotep II, pero no se atrevió a ir más al norte por el avance del dominio hitita.
Al subir al trono, Sethy ya era un padre de familia, y su esposa de toda la vida, Tuya, fue ascendida al rango de gran esposa real. Se ha querido ver también que Sethy I fue marido de la oscura Tanedyemy, una reina de comienzos de la dinastía, de la que desconocemos su filiación, pero que probablemente fuera la hija de Horemheb y el lazo de unión entre las dinastías XVIII y XIX.
Horemheb, Ramsés I y Sethy I debieron pacificar y reordenar Egipto, siendo otra de sus conquistas dominar a los poderosos sacerdotes de Amón, que tras el fin de la revolución de Ajenatón habían vuelto a ser demasiado poderosos. Un éxito en esta batalla silenciosa fue el impedir que los hijos heredasen el cargo. Al mismo tiempo, se potenció el culto a los demás dioses tradicionales (prohibiendo, por supuesto, mencionar al dios Atón), especialmente el dios Seth, de quien se hizo restaurar su templo en Avaris. Fue precisamente bajo Sethy I cuando comenzó la verdadera persecución hacia el recuerdo de Ajenatón, y su capital inconclusa, Ajetatón, comenzó a ser demolida.
La dinastía XIX había nacido como una verdadera familia de reyes guerreros, de un claro origen militar. El sucesor de Sethy, el futuro Ramsés II no sería una excepción, y fue debido a la inmensa fama que cobró este faraón que la memoria de Sethy I nos ha llegado, inmerecidamente, algo disminuida. También la dinastía XIX, sobre todo en sus comienzos, fue una casa real que impulsó grandes construcciones, y sólo los reinados relativamente cortos de Ramsés I y Sethy I impidieron que pudieran terminarse colosales monumentos que más tarde se adjudicaría Ramsés II como propios.

Enterramiento

Momia de Sethy I en el Museo Egipcio de El Cairo.
Sethy I murió hacia los 40 años, tras un reinado muy similar, incluso en duración, al de Thutmose I, en torno a 13-16 años. Le sucedió Ramsés II, con el que había establecido una corregencia para asegurar la sucesión pacífica.
La momia de Sethy, una de las mejores conservadas, fue encontrada en 1881 en el escondrijo de Deir el-Bahari y se conserva desde entonces en el Museo de El Cairo. Los estudios realizados sobre la momia no arrojan luz sobre los motivos de su temprana muerte, aunque se cree que sufría de una enfermedad vascular que provocaba el mal funcionamiento de su corazón. De hecho, éste fue encontrado a la derecha de su cuerpo, por lo que se piensa que el faraón ordenó, que a su muerte, se lo pusieran en el lado opuesto para que funcionara correctamente en la siguiente vida. Aunque otros expertos opinan que este pudo haber sido un error de los momificadores.
La tumba de Sethy (KV17) es una de las más grandes del Valle de los Reyes y una de las más bellas. Fue descubierta el 16 de octubre de 1817 por Belzoni. Su sarcófago, uno de los más hermosos hallados en Egipto, se encuentra actualmente en el Sir John Soane Museum, en Londres.

Testimonios de su época

Erigió templos y su nombre figura en varios monumentos e inscripciones:3
Templo de Sethy I en Abidos.
  • Templo y cenotafio en Abidos (Frankfort 1933 - el cenotafio; Kitchen 1975:129 - 199 - inscripciones)
  • Edificios en el templo de Karnak, con una larga serie de escenas e inscripciones de las guerras del rey (Kitchen 1975:6 - 32)
  • Templo principal para el culto del rey, en Luxor, Tebas oeste (Petrie 1909:13 - 14, pl. XLIII-XLVI, Osing 1977)
  • Bloques encontrados en Elefantina (Junge 1987:48 - 50)
  • Mencionado en varias inscripciones cerca de Asuán (de Morgan 1894:20. 123-124; 28.5)
  • Inscripciones en el Speos Artemidos (templo de Hatshepsut en Beni Hasan) (Kitchen 1975:41 - 44)
  • Estela de calcita encontrada en Karnak (El Cairo CG 34501) (Kitchen 1975:38 - 39)
  • Estatua en El Kab (El Kab 1940: pl. 33)