Egipto es un país lineal donde todo tiene un orden y cumple una función.
El arte se repite, monocorde, casi hasta el infinito; sirve al poder; establece la conexión entre el pasado, el presente y el más allá.
El Nilo corta al país, de sur a norte, y aglutina el espacio fértil y poblado de Egipto. guiarte. Copyright
El eterno Nilo. Foto Moreno Gallo-guiarte. Copyright
La perseverancia es lo que ha permitido a Egipto sobrevivir durante seis milenios ajeno al mundo, protegido por el desierto, abierto a los viajeros.
Nada mejor para conocer este país que dejarse llevar por las aguas del Nilo, rememorar la historia y aceptar la cordialidad pegajosa de los paisanos.
El crucero fluvial
Los mejores restos faraónicos están situados a lo largo del río Nilo, única zona habitable de Egipto. Por eso un crucero fluvial es el mejor sistema para sumergirse en la historia.
Assuán suele ser uno de los puntos de partida, en el sur desértico. Allí se ha construido una enorme presa que permite regular el caudal a cambio de impedir el aporte de limos fértiles.
Kom Ombo
Desde Assuán se recomienda volar a Abusimbel, 300 kilómetros al sur, para encontrarse con las hermosas tumbas de Ramsés II y las mujeres de su familia. Una magnífica obra excavada en la roca.
La capacidad constructiva de los egipcios permitió que el sol naciente atravesara los lóbregos pasillos del cenotafio para iluminar la estatua del faraón. Si hoy la contemplación del lugar es un espectáculo, cabe imaginarse lo que pensarían los nubios del desierto que se asomaran allí hace miles de años y vieron aquellas moles ante ellos.
También hoy sorprende el traslado de estas gigantescas montañas de piedra para evitar que las tumbas quedaran anegadas por el pantano.
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