Hasta la tercera dinastía, con Dyeser, no encontramos
un dominio del arte y la arquitectura monumental en piedra, en el
denominado Imperio Antiguo. De esta fecha se datan las tres colosales
pirámides de Seneferu, la Gran Pirámide de Giza atribuida a Keops (Jufu)
por Herodoto, con la inestimable ayuda de su hija, así como la de
Quefrén (Jafra) y Micerino (Menkaura) en la cuarta dinastía. La capital
se establece en Menfis y el periodo de mayor esplendor económico se
desarrolló a partir del 2400 adC con la quinta dinastía. El comercio es
fundamental: el trigo se cambia por madera de ébano, oro y especias. La
artesanía gozó de un gran auge.
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