Conocido habitualmente por Keops, (siendo sin embargo su nombre original
completo "Jnum Juefui", términos que se traducirían como "(el dios)
Jnum me protege", pero que de manera abreviada se escribía
"Jufu"), y apodado Sufis por Manetón, este rey habría sido el segundo
de los monarcas de la IV Dinastía.
Hijo del faraón anterior, Snefru, y
de la reina Hetepheres I, su figura ha pasado a la historia esencialmente por
ser el artífice de la construcción de la más grandiosa y perfecta de todas las
pirámides erigidas en el mundo (situada en la meseta de Giza), lo que tuvo como
lógica consecuencia que su gobierno (que el "Canon de Turín" cifra en
23 años, aproximadamente entre el 2551 y 2528 a.C) estuviese -como no podría ser
de otro modo- marcado por las actividades derivadas de la extracción de piedra
de minas y canteras. De hecho se han encontrado inscripciones rupestres con su
nombre tanto en las canteras de alabastro de Hatnub, (localizadas a unos 65 km.
al sureste de la actual ciudad de el-Minya), como en Wadi Maghara, (lugar
situado en la Península del Sinaí), de donde se obtenía tanto cobre como
turquesas, aunque por otro lado se han podido encontrar asimismo vestigios con
su impronta en una estela hallada en otras canteras (en este caso de diorita)
ubicadas al oeste de Abu Simbel, en el desierto nubio, o en las ciudades de
Déndera, Bubastis y Coptos.
Paradójicamente (y a excepción de la
llamada de modo coloquial "Gran Pirámide", una de las Siete Maravillas del mundo
antiguo y la única que todavía subsiste a día de hoy), de su figura es muy poco
lo que se sabe y menos aún lo que se conserva, pues la única representación
completa que tenemos de su persona es una diminuta estatuilla de 7,5 cm. de
altura confeccionada en marfil, que fue encontrada en 1903 por el famoso
egiptólogo inglés William Matthew Flinders Petrie en el templo de Jentyamentiu
en Abydos, y en la que se le ve portando la corona roja del Bajo Egipto, una
estatuilla que originalmente fue descubierta sin cabeza, (la cual por fortuna
sería hallada tras semanas de infructuosas búsquedas entre montones de
escombros), y que en la actualidad se exhibe en el Museo Egipcio de El
Cairo.
A pesar de lo anterior, si bien son escasísimos los restos de
Keops que han llegado hasta nuestros días (tal como se ha apuntado), hay sin
embargo hay una serie de datos que dan cuenta inequívoca de su
importancia.
El primero de ellos es que su nombre figura como el
protagonista principal de varios de los relatos transcritos en el "Papiro
Westcar", unos relatos en los que si por un lado se le representa amable
con sus subordinados, por otro su presumible avidez a la hora de contemplar
prodigios sin límites le induce a no dudar en intentar cometer los actos más
infames, como por ejemplo el que se narra en un cuento en el que a un prodigioso
mago llamado Dyedi, ("un hombre de 110 años que aún a su edad come
quinientos panes y medio y bebe cien cántaros de cerveza") y de quien se
dice que es capaz de decapitar a un animal y posteriormente colocar su cabeza en
el lugar primigenio para volver a otorgarle la vida, le pide que lleve a cabo
dicha prueba con un prisionero con objeto de comprobar lo anterior, algo a lo
que el sabio y prudente mago se niega argumentando que nunca se debe hacer un
acto semejante con un ser humano, (al que textualmente denomina como "el
ganado de dios"). O en el que se le representa buscando "las cámaras
secretas del santuario de Thot" con objeto de hacer una reproducción de
ellas en su templo funerario.
En cuanto a los segundos, su recuerdo
nos llega de la mano del llamado "Padre de la Historia", Herodoto,
quien no solo nos presenta a Keops como un desalmado tirano que hizo añicos la
justicia en la que vivió el país antes de su llegada al poder merced al buen
gobierno de sus predecesores, clausurando templos y esclavizando al pueblo todo
con objeto de construir su "morada para la eternidad", sino de quien
nos narra una truculenta historia en la que el rey, falto de recursos con los
que concluir las obras de su pirámide, no duda en prostituir a una de sus hijas
con la intención de que esta recaudase los fondos que necesitaba para llevar a
efecto sus propósitos.
A un nivel más personal, destacar finalmente
que Keops tuvo numerosos descendientes, tanto varones como hembras, de los que
resulta obligatorio citar a dos de sus hijos, cada uno nacido de una esposa
diferente: Dyedefra, quien amen de dirigir sus ceremonias funerarias le sucedió
en el trono, y Kefren, sucesor a su vez del anterior y constructor de la segunda
gran pirámide en tamaño de la historia, la cual se encuentra asimismo en la
meseta de Giza al lado de la de su progenitor.
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