Es indiscutible que uno de los personajes más importantes del Antiguo Testamento
es Moisés, el escritor del Pentateuco, o los cinco libros de la ley: Génesis,
Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. No solamente es el autor que escribió,
proporcionalmente hablando, más de la Biblia que ningún otro, sino que también
protagonizó varios de los sucesos de más realce en la historia de la incipiente
nación de Israel.
Su nacimiento y posterior educación en la cultura
egipcia deberían haber matizado totalmente su manera de escribir y su punto de
vista global, pues fue el medio en el que se desenvolvió gran parte de su vida.
Sin embargo, es notable que Egipto no influyó en la redacción de el Pentateuco.
Esta es una prueba más del carácter totalmente inspirado por el Espíritu de Dios
de las Escrituras, pues a pesar de que Moisés estaba sumergido en la cultura y
pensamiento egipcios, los libros que él escribió no se vieron infiltrados por
las ideas paganas de su país natal. Al contrario, el Pentateuco expresa
claramente una condenación a la idolatría, y no da apoyo alguno a las ideas
religiosas, filosóficas ni cosmogónicas egipcias que prevalecían en la época de
Moisés. ¡Una demostración más del carácter sobrenatural de la Biblia!
Por
esto, es interesante estudiar la vida de Moisés desde el punto de vista de su
educación como egipcio, a la par de las ideologías egipcias de la época de los
faraones, junto con un poco de historia egipcia que nos permita ubicar
precisamente el tiempo en el que los hebreos estuvieron viviendo en ese
país.
ANTECEDENTES
Toda la Biblia se podría resumir en breves
frases:
1. Dios creó al hombre para que disfrutara de la tierra y para que la
habitara como un rey en su reino, sin el estorbo de ningún otro poder que
disminuyera la calidad de vida que Dios le había dado.
2. El domino del
hombre sobre la tierra—que Dios le dio y ordenó—se perdió por la desobediencia.
El control del planeta fue transferido a manos de Satanás, cuya meta es privar
al hombre del propósito de Dios para él y destruir toda esperanza de que se
recupere, a la vez que causarle el mayor dolor posible a Dios al ver a su
criatura especial separada irremediablemente de El por el pecado.
3. Dios
tiene un plan doble de restauración, en el cual el hombre será redimido y el
reino usurpado por Satanás será recuperado.
4. Dios fundó al pueblo de Israel
para enseñarle al hombre su deseo de que recupere su dominio.
5. Debido a que
Israel fracasó en su cometido, fue necesario que viniera el mundo Dios mismo
encarnado en un hombre que pudiera vencer al adversario de una vez por todas.
Esta parte de la historia es el Nuevo Testamento.
Dios escogió a Abraham
para que fuera padre de la nación elegida para destacar entre las naciones y
sirviera para traerlas al conocimiento de Dios.
Jacob, hijo de Isaac, hijo de
Abraham, tuvo doce hijos. Uno de ellos, José, su favorito y más amado, fue
vendido como esclavo por sus hermanos a mercaderes que lo llevaron a Egipto.
Allí, después de varias vicisitudes, José llegó al puesto de segundo bajo el
faraón. Esta posición en la jerarquía egipcia le valió para que pudiera salvar a
su nación adoptiva del hambre, al igual que a su familia, que recurrió a Egipto
para aprovisionarse de alimento.
Se dio una reconciliación entre José y
sus hermanos por gracia y plan anticipado de Dios, y por ello, tanto Jacob como
sus hijos fueron invitados por José a vivir en el país regado por el Nilo.
ISRAEL EN
EGIPTO
Al salir de Beerseba hacia
Egipto, Jacob ofreció sacrificio a Jehová—tal vez el último que ofrecería, y en
esa oportunidad, Dios le habló y le dijo: “Jacob, Jacob. Y él respondió: Heme
aquí. Y dijo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas de descender a Egipto,
porque allí yo haré de ti una gran nación. Yo descenderé contigo a Egipto, y yo
también te haré volver; y la mano de José cerrará tus ojos” (Gn 46:2-4).
Cuando llegaron a Egipto, fueron bien recibidos. José, sabiamente,
concedió a su familia el área del delta, tierra llamada Gosén. Faraón estuvo de
acuerdo con esta decisión, pues era buena idea mantener aparte a los israelitas
de los egipcios, que no toleraban mezclarse con pastores de ovejas, que era la
ocupación de los hebreos.
Cuando Jacob murió, con gran pompa salieron los
israelitas acompañados de representantes de Egipto en cortejo fúnebre con el
beneplácito de Faraón, hacia la tierra de Canaán, para enterrarlo en el mausoleo
familiar de la cueva de Macpela, como Jacob había deseado.
Mientras José
vivió, los hebreos gozaron de libertad y gracia, y se multiplicaron grandemente
en la tierra de Egipto. Antes de morir, José les hizo jurar que sacarían de
Egipto sus huesos, es decir, su cuerpo embalsamado, a enterrar en su heredad en
la tierra de sus padres, y ellos así juraron, sabiendo que Dios había convenido
que volverían a la tierra prometida a Abraham. Y siguieron pastoreando sus
rebaños en Gosén.
Sin embargo, con el transcurso de los años, las dinastías
egipcias cambiaron, y aquellos que habían conocido a José y lo habían tenido en
alta estima murieron. Poco tiempo después del periodo de José, hubo en Egipto un
tiempo de anarquía (dinastías XIII y XIV) que dio lugar a la invasión de los
hicsos.
Durante la ocupación de Egipto por los hicsos (dinastías XV y
XVI) los hebreos siguieron viviendo pacíficamente. Después de todo, eran semitas
al igual que ellos, y pastores de ovejas también. Mas cuando los egipcios
pudieron poner fin al gobierno hicso—que había durado unos 200 años—se dedicaron
a destruir todo aquello que llevara algún rastro de la ocupación extranjera. De
esta forma, llegó el momento en que los hebreos, que ahora eran numerosos,
fueron vistos con recelo por los egipcios.
Por tanto, Faraón determinó
tomar pasos para mermar su número, y debilitarlos. Y los egipcios hicieron
servir a los hijos de Israel con dureza, y amargaron su vida con dura
servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo y en todo su
servicio, al cual los obligaban con rigor (Ex 1:13). Pero esta táctica no
funcionó, y sucedió todo lo contrario: Israel más se multiplicaba, y se
fortalecía.
Faraón entonces recurrió a las parteras hebreas,
ordenándoles que mataran a todo hijo varón y conservaran la vida de las niñas.
Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de
Egipto, sino que preservaron la vida a los niños (Ex 1:17). Y el pueblo se
multiplicó y se fortaleció en gran manera (v. 20b).
Los bebés varones hebreos entonces fueron puestos a
muerte, arrojados al río.
La historia de Moisés, primera
parte
Pero hubo uno que se salvó:
Moisés. Su madre lo tuvo escondido en casa durante tres meses, y entonces lo
colocó en una cesta en el río, entre los juncos, con el propósito de que se
salvara.
La hermana de Moisés se quedó para vigilar. La princesa
egipcia, que se cree era una esposa sin hijos, vino a bañarse en el río sagrado.
Vio la canasta y ordenó que se la acercaran. Fue conmovida por el pequeño, y
decidió quedarse con él y criarlo como su propio hijo. La hermana estuvo a la
mano para sugerir una nodriza hebrea: la propia madre del bebé.
Esta fue
la primera parte del entrenamiento de Moisés—un entrenamiento en casa en la
religión verdadera, en la fe en Dios, en las promesas a Su pueblo, en la vida de
un santo,—un entrenamiento que jamás olvidó, aun entre los esplendores y el
pecado revestido de oro de la corte de Faraón. El niño fue adoptado por la
princesa, y desde ese momento en adelante, criado en la casa real, por muchos
años se le puede considerar como un verdadero egipcio.
Como príncipe
egipcio obtuvo una educación acorde a su rango; y fue enseñado en toda la
sabiduría de los egipcios (Hch 7:22), la cual en ese entonces era extensa en
civilización y entendimiento, adelantada a cualquier otro pueblo del mundo, rica
en lo académico. Esta fue la segunda parte del entrenamiento de Moisés,
preparándolo para un alto oficio, y para el liderazgo<1>. “Era poderoso en
palabras y obras”, dice Hch 7:22.
LA CULTURA Y RELIGION
EGIPCIAS
Egipto es una tierra que
sobrevive gracias al Nilo. De hecho el Nilo es la vida de Egipto. El país
dependía de la Inundación anual – el levantamiento del Nilo, debido a las
intensas lluvias a miles de kilómetros en Abisinia, que inundaban tanto el valle
como la mayor parte del delta de junio a octubre cada año, dejando un grueso
depósito de lodo y sedimento en el cual las cosechas crecían con sorprendente
fertilidad – todo tipo de grano y verduras, y frutas tales como uvas, melones y
dátiles. Los antiguos historiadores le llamaban “la canasta de pan” del Medio
Oriente.
Si la Inundación era demasiado pobre, Egipto encaraba una hambruna,
y muchos morían a causa de ella cuando los ‘años flacos’ se seguían unos a otros
y los faraones no contaban con un José que previsoramente almacenara alimento en
los años buenos.
Con la muerte siempre tan cercana, los antiguos egipcios
desarrollaron una obsesión por ella, sin que ello deformara su existencia. La
vida cotidiana estaba regida por los mandatos del más allá; todo, tanto nociones
científicas como textos literarios, majestuosos edificios e imponentes
monumentos, enfatizaban la excelsa eternidad de los dioses frente a la
fragilidad humana.
• DIOSES
Ra, después conocido como Amón-Ra, el dios-sol, era
la primera y más importante de las deidades egipcias – y el río Nilo mismo era
la segunda, a veces adorado como Khnemu, pero más a menudo como parte del
principio entero de la vida y reproducción que vino a ser encerrado en la
persona de la diosa Isis.
Osiris, dios del mundo de los muertos, era el
hermano y esposo de Isis y era el mayor dios de todos – porque todos los muertos
regresarían a la tierra cuando él, el primer faraón humano de Egipto, regresara
para ser el eterno Faraón. De igual manera se creía que cada faraón era un dios
en la tierra que se convertiría en un dios en el mundo de ultratumba—el Duat de
doce regiones donde reinaba Osiris.
Conocemos muchos trozos de las
historias y mitos egipcios gracias a que se preservaron en los templos
mortuorios y pirámides, y en las tumbas de reyes y reinas, los cuales fueron
construidos de la piedra más duradera para asegurar que permanecieran por la
eternidad. Inclusive, en algunas tumbas demasiado pobres para tener
inscripciones o grabados en piedra, las historias e instrucciones del Libro de
los muertos se han hallado en rollos de papiro conformando la “Guía hacia la
tierra de los muertos”, de vital importancia, pues les instruía acerca de cómo
superar el juicio de Osiris.
• CONCEPTO MONOTEISTA
El concepto del origen del mundo de acuerdo a los
egipcios era completamente diferente del registrado en Génesis, y la idea de un
solo dios se dio en Egipto unos doscientos años después de que Moisés estuvo
allí y no tuvo auge. En la Revolución de Amarna (1375 a.C.), Amenhotep IV
intentó cambiar la religión politeísta y a Amon-Ra por la adoración de Atón: “el
único dios junto al cual no hay otro”. Insistía en que Atón era un dios de
bondad, misericordia y clemencia (radicalmente diferente de los dioses egipcios
tradicionales… ¿A quién se parecía más bien? Y, ¿sería esto coincidencia?).
Deseaba que todos los egipcios adoraran al mismo dios, y ordenó que los nombres
e imágenes de Amon-Ra y los otros dioses fueran destruidos. Inclusive cambió su
propio nombre a Akhenatón, mas estos cambios disgustaron a aquellos que
preferían la manera antigua de hacer las cosas, su poder como gobernante se
debilitó, y su sucesor, Tutankhamón (de fama mundial por el hallazgo en 1922 de
su tumba sin saquear), regresó a la nación a la adoración de todo el panteón
egipcio, politeísmo del cual no se apartarían hasta la caída de Egipto en manos
de Alejandro Magno en el año 332 a.C., cuando se incorporaron aspectos
helenísticos a la cultura. Y aún así, el espíritu pagano permaneció y sigue
hasta le fecha en Egipto.
La historia de la creación de Génesis atribuye
todo al Creador. La historia egipcia del origen del mundo lo presenta como
surgido de un caos oceánico primigenio –reflejo de la influencia del Nilo en sus
vidas– que amenazaba volver a devorarlo, y la voluntad de los dioses era la
única garantía de equilibrio<2>. Proliferaban todo tipo de divinidades
antropomórficas y zoomórficas, a quienes los egipcios consideraban diversas
manifestaciones o aspectos de la deidad primordial. Predominaba una u otra
dependiendo del clima político que se vivía—los dioses regionales se fueron
convirtiendo en dioses nacionales.
• EL ORIGEN DEL COSMOS SEGUN
EGIPTO
Según el relato egipcio,
recopilado de varios fragmentos esparcidos en diferentes tumbas de distintos
periodos, de Nun, el espíritu de las aguas, surgió Ra el Ser Brillante, quien
entonces hizo a Thoth, el dios de la sabiduría y la magia. Ra también hizo todo
el mundo, dando origen al dios Shu, el viento; Geb, la tierra; Nut, la diosa del
cielo, que extendía su manto para hacer caer la noche; Hapi, el sagrado Río
Nilo… y fue haciendo todas las demás cosas que existen a partir de un monte
primordial. Entonces él mismo se hizo humano para ser el primer faraón, y reinó
durante miles de años sobre Egipto. Sin embargo, se hizo viejo, porque estaba
decretado que ningún hombre podía vivir para siempre. Ya no podía gobernar bien
su tierra, por lo que Apophis, el dios del mal, se aprovechó y entró en las
almas de los hombres, provocando que se rebelaran en contra de Ra. Por
consiguiente, Ra tuvo que castigar a los egipcios con el ataque de la diosa
Sekhmet, la leona asesina, que mató a todos los hombres malvados… pero cuyo
apetito sanguinario no era posible saciar. Ra mismo no la podía detener y se vio
forzado a tenderle una trampa. Embriagándola, consiguió que en un día y una
noche enteros no matara a nadie, por lo cual la pudo convertir en Hathor la Dama
del amor, cuyo poder sobre la humanidad era mayor que antes, dándosele así al
hombre una nueva delicia y un nuevo tormento. Las siete hijas de Hathor, las
Hathores, son las que tejen la red que da forma a la vida de cada ser
humano.
• CONTINUA
LA SAGA
Pero Thoth pronunció una
profecía que disgustó a Ra: si Nut (la diosa del cielo) tenía un hijo, éste
sería el faraón de Egipto. A través de artimañas, Nut consiguió dar a luz cinco
hijos: Osiris, el señor de todo y rey; Harmaquis, Set, Isis, y
Neftis.
Osiris se casó con Isis, y Set se casó con Neftis. Pero ni Osiris
ni Isis gobernaban todavía sobre Egipto, así que nuevamente usando engaños, Isis
aprendió toda la magia existente y la usó en contra de Ra para poder
destronarlo. El dejó de ser faraón en la tierra y tomó su lugar en el cielo,
donde día a día, cruzaba del este al oeste bajo la apariencia del Sol, y por la
noche pasaba por debajo de la tierra a través de las doce regiones llamadas Duat
por las cuales los espíritus de los muertos también tenían que pasar para
ganarse el reino eterno de Ra.
A partir de este momento, se suscitaron
entre los dioses una serie de traiciones, peleas y estratagemas, que
incorporando artilugios y magia, dieron lugar a la sucesión reinante de Egipto:
Osiris y luego su hijo Horus (el Vengador). Después de este último Egipto fue
gobernado por hombres, que se creía eran hijos de los dioses en espíritu y eran
adorados como tales y se suponía estaban dotados de poderes divinos– aunque
cometieran errores como ordinarios mortales<3>. Por tanto, cada faraón se
consideraba a sí mismo un dios, y era adorado como tal por el pueblo.
En
la época en que Moisés fue criado en Egipto, prevalecía la idea de que la tierra
estaba apoyada en cinco columnas, y se había incubado en un gran huevo cósmico
que tenía alas y volaba. Los hechos científicos aceptados en Egipto en esos
tiempos sugerían que mientras volaba aquel enorme huevo, dentro de su cáscara se
terminó el proceso de mitosis, y así surgió este mundo<4>. Las historias
de los dioses eran religiosas, y no necesariamente eran tomadas como verdades
científicas, por lo que los sabios egipcios ofrecían otro tipo de explicaciones.
Al parecer, la historias religiosas eran unas y las explicaciones científicas
eran otras, pero en el ambiente cargado de misticismo del Antiguo Egipto, ambas
podían convivir sin conflicto.
LA HISTORIA DE MOISES, SEGUNDA
PARTE
Sin que su pueblo lo supiera,
Dios había estado preparando callada, lenta y fielmente un mensajero renuente
llamado Moisés, que los llevaría a la libertad.
Moisés, como príncipe
egipcio, se vio favorecido con todo tipo de instrucción, y según la tradición,
fue un notable oficial del ejército egipcio.
Años más tarde, él se
identificó con su pueblo, y trató de libertarlos a su modo, pero fracasó en el
empeño, pues no era el momento de liberación estipulado por Dios. Tuvo que huir
de Egipto a Madián. La tercera parte de su entrenamiento la obtuvo como pastor
en el desierto, aprendiendo paciencia, apacentando rebaños que no diferían mucho
de los hebreos que guiaría en el Éxodo Habrían de pasar cuarenta años antes de
que Dios determinara que Moisés estaba listo para volver por su pueblo a
Egipto.
A su regreso, Moisés se entrevistó con Faraón, pero no tuvo éxito
en conseguir que el pueblo israelita fuera liberado. Por su obstinación, Faraón
y Egipto tuvieron que soportar 10 plagas enviadas por Dios para demostrar Su
poder y la determinación que tenía de liberar a Su pueblo. Egipto pagó por su
resistencia a la voluntad de Dios, pero esto sirvió como un testimonio poderoso
del Dios de Israel.
La décima plaga, que en realidad fue más bien un
severo juicio sobre Egipto entero, fue la muerte de los primogénitos, y en esa
ocasión, Faraón determinó que los hebreos salieran de su reino.
Más
tarde, en el cruce del Mar Rojo, Faraón tendría que enfrentarse de nuevo con la
furia de Dios, y vería la protección de la poderosa mano de Dios sobre Israel.
El ejército de Faraón fue diezmado, el mar quedó como barrera infranqueable
entre él e Israel y todo nexo que Moisés había tenido con Egipto se rompió
definitivamente.
La parte egipcia de Moisés quedó atrás para
siempre.
EL EXODO
EN EL TIEMPO
Lo más probable es que el
faraón de la opresión haya sido Tutmosis (Totmes) III. La princesa que adoptó a
Moisés pudo muy bien haber sido la famosa reina Hatshepsut. Si así fuera, Moisés
no solamente fue un príncipe en Egipto, sino que también fue un posible sucesor
al trono del más orgulloso gobernante del mundo.
Los datos acerca del
reino de Hatshepsut encajan muy bien con el relato bíblico. Fue hija de Tutmosis
I, y regente de Tutmosis II, su esposo y medio hermano, y de Tutmosis III (su
medio hermano también). Este último era todavía menor de edad cuando subió al
trono, y fue ella quien en realidad gobernó Egipto durante los primeros 20 años
del reinado de él.
El la despreciaba, pero ella lo dominó totalmente.
Después de la muerte de Hatshepsut, Tutmosis III gobernó Egipto por 30 años. Se
deshizo de todos los monumentos y estatuas de Hatshepsut al liberarse de la
presencia de ella. Fue el mayor conquistador de la historia de Egipto, y se
enfrascó en magnos proyectos de construcción. Esto pudo ser un factor
determinante en el aumento de la opresión sobre Israel. Saqueó Palestina y Siria
17 veces, registró sus logros en numerosos monumentos y paredes, subyugó a
Etiopía y gobernó hasta el Eufrates. Su tumba real se encuentra en
Tebas.
La opresión de Israel entonces se dio durante la XVIII dinastía
egipcia, conocida como la Tebana. El éxodo ocurrió durante el reinado de
Amenhotep (Amenofis) II, que mantuvo el imperio fundado por Tutmosis III.
Hay inscripciones que indican que Tutmosis IV, sucesor de Amenhotep II, no
era su primogénito ni heredero en sucesión. Esto es muy probable que se haya
debido a la muerte de los primogénitos.
Las momias tanto de Tutmosis III
como de Amenhotep II se encontraron hace varias décadas, y están en exhibición
en el Museo del Cairo. ¿Silenciosos testigos de la salida de Israel de
Egipto?
CONCLUSION
Lo interesante de esto es que en los escritos de
Moisés no encontramos influencia alguna de su adoctrinamiento como egipcio, y
vaya que los egipcios tenían una explicación para todo, predominantemente
sobrenatural y regida por sus innumerables dioses mayores y menores, locales y
nacionales.
Si Moisés hubiera escrito de su propia inspiración, si
hubiera inventado todo, hubiera incorporado versiones más o menos cercanas a lo
que se le había enseñado en Egipto. Pero en sus escritos encontramos una
revelación única de moralidad, principios y verdad impresionantes, la cual
solamente pudo provenir de Quien es el Autor de todo.
La Biblia
demuestra, vez tras vez, su verdadera paternidad literaria y que es portadora
fiel y sin adulteraciones de la Revelación de Dios para el hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario