Faraón es
la denominación bíblica de los reyes del Antiguo Egipto. Para los
egipcios, el primero fue Narmer, denominado Menes por Manetón, quien
gobernó hacia el año 3050 a. C., y la última fue Cleopatra VII, de
ascendencia helénica, reinando del año 51 al 30 a. C.
Los
faraones fueron considerados seres casi divinos durante las primeras
dinastías y eran identificados con el dios Horus. A partir de
la dinastía V también eran «hijos del dios Ra». Normalmente no fueron
deificados en vida. Era tras su muerte cuando el faraón se fusionaba con
la deidad Osiris y adquiría la inmortalidad y una categoría divina,
siendo entonces venerados como un dios más en los templos.
Entorno Familiar
Siempre, al lado del faraón, debía convivir su Gran Esposa Real, el equivalente a una reina y la transmisora del linaje real. La posición de Gran Esposa Real, en egipcio Hemet nise ueret,
implicaba no solo una posición política a ocupar dentro de la corte,
sino también una posición religiosa, ya que la Gran Esposa Real oficiaba
de ritualista en variadas festividades. Considerando que existían
variados ritos distribuidos a través de la geografía del país de las Dos Tierras,
estos involucraban al faraón y su principal esposa. Así, en los cultos
que formaban tríadas como
ser: Osiris, Isis y Horus; Amón, Mut y Jonsu; Shu, Tefnut y Atum, etc.
cada uno implicaba la participación del faraón, su principal reina y en
los casos donde era posible, de su heredero. En dichos ritos, que se
expresaban mediante múltiples festividades como ser la fiesta de Opet en
Karnak, la participación del rey y la reina daban un significado por
emulación de la existencia divina de los dioses representados. Y no sólo
ello: dado que los egipcios creían que la legitimidad sólo podía
poseerla una mujer, las Grandes Esposas Reales eran las garantías y el
principal apoyo del faraón durante su reinado. Por tanto, no es de
extrañar que los faraones se casasen con las hijas de su antecesor (en
muchos casos estas hijas eran sus hermanas o sus hermanastras) para
poder ascender al trono.
A
lo largo de la historia egipcia también hubo grandes reinas, algunas de
las cuales llegarían incluso a asumir el poder absoluto a la muerte de
sus maridos. Otras ocuparon un determinante papel político o religioso, y
no se podrían entender muchas cosas de la Historia Egipcia sin tener en
cuenta el poder que ocuparon estas damas a la sombra de sus esposos.
Por
debajo de las Grandes Esposas Reales, el faraón podía tomar tantas
mujeres como quisiera, e incluso ascenderlas, si así lo quería, al rango
de Gran Esposa Real (aunque esto sería infrecuente). En las primeras
dinastías existirían numerosas esposas secundarias y concubinas, y ya a
partir del Imperio Nuevo, los monarcas se encargarían de poseer enormes
harenes en los que todo tipo de mujeres, incluidas las princesas
extranjeras, pasaban a residir. Hay grandes diferencias los harenes
faraónicos y los legendarios harenes utilizados por califas y sultanes:
en el Antiguo Egipto los harenes eran una institución más abierta, no
una cárcel de oro guardada por eunucos. Ésta situación sólo aparecería
con la llegada de los persas y de los griegos.
En
cuanto a la descendencia real y la sucesión al trono, las reglas no se
mantuvieron inmutables a través de los miles de años que duró la
investidura de faraón. Así, durante la Dinastía XVIII, al comienzo
del Imperio Nuevo, surge con fuerza la posición de Hija del Dios, a quién se emparenta con el dios Amón, y se la eleva a Dadora de herederos,
quedando identificada como la única que puede dotar de un sucesor al
faraón reinante, por encima de las otras reinas de la Casa Jeneret (el
harén real). No obstante, la sucesión normalmente se resolvía mediante
un heredero masculino, aun cuando el mismo pudiera no ser hijo de la
Gran Esposa Real, sino de una reina de menor rango. Si el sucesor
provenía de una reina de menor rango, procedía a contraer enlace con una
hija de la Gran esposa real del rey fallecido; este fue el caso
de Hatshepsut y Tutmosis II, de quién se sabe era hijo de una reina de
menor rango. Esto se repetiría también con Tutanjamon, quien se
desposaría con una hija de Ajenatón y Nefertiti, que ocupaba la posición
de Gran Esposa Real.
El
futuro de las hijas dependía del rango de su madre: si eran hijas de
una reina, podrían heredar su cargo o vivir en soltería; y si eran hijas
de una esposa secundaria o de una concubina, podían casarse con algún
noble o residir en el harén.
El fin de la era de los Faraones
Cleopatra VII
Cleopatra Filopator Nea Thea, Cleopatra VII fue
la última reina del Antiguo Egipto de la dinastía Ptolemaica, también
llamada Lágida, dinastía creada por Ptolomeo I Sóter, general
de Alejandro Magno. Fue la última del llamado Periodo helenístico de
Egipto.
Cleopatra
nació hacia el 69 a. C. y murió en el 30 a. C. Era hija de Cleopatra V
Trifena y de Ptolomeo XII Auletes, de quien heredó el trono en
el 51 a. C., cuando tenía 18 años, junto con su hermano Ptolomeo XIII,
de sólo 12, quien sería además su esposo (hecho frecuente en los
matrimonios regios ptolemaicos)
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