Mapa de Egipto Antiguo, realizado por Bourguignon
d′Anville en 1765, titulado «Aegyptus antiqua»
para la Description de l′Egypte. Publicada en París
en 1809 en la Imprenta Imperial, bajo los auspicios de Napoleón
Bonaparte, fue el origen de la ciencia que hoy se conoce como Egiptología
1. Período Arcaico (hacia 3100 a. C.): Hubo un tiempo en que Egipto era una sabana, donde pastaban elefantes y gacelas y donde los humanos cazaban y recolectaban su alimento. Hace unos 7 000 años el clima cambió y la tierra, excepto las riberas del Nilo, se desertizó. La gente se asentó a orillas del río y empezó a cultivar la tierra y a formar comunidades. En el norte (Bajo Egipto), se desarrolló un notable centro comercial. En el sur (Alto Egipto), Naqada y Hieracónpolis se convirtieron en importantes núcleos de población. Narmer, gobernante del Alto Egipto, unificó las dos regiones hacia el 3100 a. C. 4
2. El Imperio Antiguo (hacia 2575-2150 a. C.): Cuanto más afirmaban su poder y organizaban la administración del territorio -que por el sur se extendía hasta Nubia- mayores eran los recursos que los faraones destinaban a la construcción de sus tumbas. Los primeros arquitectos trabajaron con ladrillos de adobe, pero en la III dinastía empezaron a proyectar pirámides de piedra cada vez mayores. Sólo la realeza era enterrada en ellas, aunque los nobles ricos se construían también sepulturas espléndidas. Los jeroglíficos de las paredes describían la prodigalidad que esperaban en el otro mundo. Entre los bienes depositados en la tumba había papiros y objetos de oro y lapislázuli. En su mayor parte, las obras se realizaban durante los meses en que el Nilo inundaba los campos de cultivo y el faraón podía emplear a los labriegos como albañiles. Para completar la gran pirámide de Keops, en Gizéh, los obreros prepararon y asentaron unos 2,3 millones de bloques de piedra, cuyo peso medio se acercaba a las 2,5 toneladas.
Perspectiva de Egipto, de Alejandría a
Filé
3. El Imperio Medio (hacia 1975-1640 a. C.): Con la XI dinastía, radicada en Tebas, la estirpe real comenzó a reafirmar su autoridad, pero fue Mentuhotep II quien logró controlar de nuevo el país entero. En su medio siglo de reinado se produjo un renacimiento de la cultura egipcia, que se prolongaría en las dos dinastías sucesivas. Se fundó una nueva capital cerca de Lisht, a unos pocos kilómetros al sur de Menfis (en el Bajo Egipto). Los arquitectos restauraron los templos y construyeron nuevas pirámides. Los artesanos crearon obras de gran detalle, que nos informaron sobre la vida cotidiana de aquel Egipto. Los orfebres labraron complejas joyas con incrustaciones de piedras muy valiosas. Los escritores crearon algunas de las mejores obras literarias del Egipto antiguo. El país comenzó a crecer como potencia dominante en la zona, reconquistando Nubia, gestando expediciones comerciales y erigiendo baluartes en el sur, que reafirmaban su autoridad. La prosperidad atrajo a muchos extranjeros, en especial a un pueblo mediterráneo oriental, cuyos jefes fueron llamados hicsos 5. Durante la XIII dinastía, con sede en Menfis, los hicsos comenzaron a lograr poder político. Se ignora cómo, pero llegaron a gobernar Egipto desde su capital Avaris, en la región oriental del delta del Nilo, durante una época incierta: el segundo período intermedio (1630-1520 a. C.). Simultáneamente los egipcios gobernaban en Tebas, libres de la injerencia de los hicsos.
4. El Imperio Nuevo (hacia 1539-1075 a. C.): Los gobernantes tebanos 6 expulsaron, por fin, a los hicsos del Delta e iniciaron una época de bienestar y poderío sin precedentes. Las campañas militares dilataron las fronteras de Egipto respecto a las del Imperio Medio, creando un dominio que abarcaba desde la quinta catarata del Nilo hasta el Éufrates, en Asia occidental. El reino de Mitanni y los hititas, dos potencias del Norte, se hicieron aliados, y Asiria y Babilonia pagaban tributos. Las riquezas vertidas sobre el principal dios estatal, Amón-Ra, otorgaron una influencia creciente a los sacerdotes del gran templo de Karnak, en Tebas. Quizás para contrarrestarla, el faraón Akenatón promovió el culto monoteísta a Atón, el dios Sol, y erigió una nueva capital en Amarna, al norte de Tebas. Por entonces, los faraones habían dejado de construir pirámides. Tal vez con intención de evitar saqueos, mandaron excavar sus tumbas en los riscos del desierto, al oeste de Tebas, en el conocido hoy como Valle de los Reyes. Los tesoros de la tumba 7 de Tutankamón, un faraón menor en la historia del Egipto antiguo, ofrecen un atisbo de aquella edad dorada. Los faraones de las dos dinastías siguientes -entre ellos Ramsés II, el Grande- reinstauraron las creencias tradicionales y combatieron a sucesivos enemigos, pero el Imperio acabó por resquebrajarse. Durante el tercer período intermedio (hacia 1075-715 a. C.), el poder pasó a los gobernantes de Tanis, en la zona oriental del Delta, y el de los sacerdotes de Tebas a las etnias de Libia y Nubia. Los reyes egipcios de Sais, en la zona occidental del Delta, se impusieron, más tarde, como XXVI dinastía de faraones de Egipto. Después, un Egipto debilitado sucumbió frente a asirios y persas y, luego, ante Alejandro Magno. Con la caída de su tradición dinástica, la cultura egipcia empezó a declinar.
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