Egipto tenía una religión mágica con una parte
esotérica para el pueblo y otra esotérica para el faraón, sacerdotes y
altos dignatarios, esta diferenciación es muy clara en el Reino
Antiguo. La religiosidad del pueblo consistía en servir a su faraón con
una devoción absoluta puesto que significaba servir a la divinidad.
Los rituales de muerte también eran muy diferentes entre una clase y
otra. En esta época, el faraón estaba identificado con Horus, el dios
vivo y cuando moría con Osiris, el dios muerto.
Cuando el faraón moría se procedía a su
momificación. Este complejo ritual mágico no solo se realizaba para
preservar el cuerpo, porque con haberlo enterrado en la arena, ya se
hubiera momificado de forma natural, sino que se llevaban a cabo toda
una serie de ritos mágicos para ayudar al difunto en su viaje a la otra
vida. Además cuando empezaron a complicar el ritual del enterramiento,
se dieron cuenta de que los cuerpos momificados naturalmente se
corrompían dentro de los sarcófagos y en las cuevas o cámaras
funerarias.
La momificación: El
faraón era asistido por los sacerdotes y los momificadores con la ayuda
de Anubis, el dios momificador en el Templo Bajo. Su cuerpo se lavaba
ritualmente y mediante técnicas se extraían todas las vísceras por los
orificios del cuerpo, que una vez limpias y tratadas eran colocadas en
cuatro vasos canópicos que en este período tenían tapas planas y en el
Reino Nuevo representaban a los 4 Hijos de Horus: Duamutef (cabeza de
chacal), Quebsenuf (cabeza de pájaro), Hapi (cabeza de mono) y Amset
(cabeza humana).
El cuerpo se vendaba de forma ritual también y
entre las vendas se colocaban trozos de cerámica o metales escritos con
hechizos y conjuros que lo ayudaran a resucitar y lo guiaran en la
otra vida. El corazón se sustituía por una piedra sagrada o preciosa y
los brazos todavía no habían definido totalmente la posición, a veces
se colocaban con las palmas abiertas sobre los hombros y sería más
tarde cuando los cruzaron sobre el pecho y le colocaban los atributos
reales.
Literatura Funeraria:
Eran los trozos de hechizos que colocaban entre las vendas. Primero se
llamaron “Textos de las Pirámides”, luego, “Textos de los Sarcófagos” y
llegaron a conformar el tardío “Libro de los Muertos” y que en el
Imperio Nuevo, ya estaba disponible para todo aquel que pudiera
permitírselo. Se sabe que el faraón Unis de la dinastía V utilizó una
colección de hechizos ‘Textos de las Pirámides’ y por primera vez los
hizo grabar en una tumba. En este grabado de Unis se explican pasajes
de la teoría de la creación, las luchas entre Horus y Seth y,
fundamentalmente, fórmulas para permitir al faraón la ascensión,
resurrección e identificación del faraón con los dioses. También se
hablaba de que el faraón pudiera transformarse en Aj, el espíritu
transfigurado e imperecedero y el faraón quedaba formando parte del
orden cósmico. Estos primeros textos del Reino Antiguo además de
hablarnos de mitos solares contemporáneos a los faraones enterrados,
también nos hablan de una religión mucho más antigua relacionada con
la mitología estelar.
Procesión funeraria:
Después de acabado el ritual de momificación, se hacía un cortejo
funerario que acompañaría al faraón hasta su última morada. Salían del Templo Bajo donde se había realizado todo el proceso y acudían al Templo funerario o Templo Alto que estaba cercano a la pirámide. Todo el cortejo ascendía por la rampa
hasta el templo. En esta larga procesión se llevaban alimentos,
perfumes y flores y se entonaban letanías para favorecer la
resurrección. También había plañideras que acompañaban el cortejo y
lloraban, no como se despide a un muerto sino como cuando se despide a
alguien que emprende un largo viaje y que no vamos a ver más. A veces
el traslado se realizaba en barca.
Parte de los alimentos eran consumidos por los que participaban en el cortejo y parte de ellos se depositarían en la tumba. Al templo funerario del faraón, solo tenía acceso su familia y sacerdotes. El pueblo rara vez tenía acceso al faraón pero lo amaba y respetaba como a su dios.
Parte de los alimentos eran consumidos por los que participaban en el cortejo y parte de ellos se depositarían en la tumba. Al templo funerario del faraón, solo tenía acceso su familia y sacerdotes. El pueblo rara vez tenía acceso al faraón pero lo amaba y respetaba como a su dios.
Ya en la tumba, el sacerdote realizaba el “Ritual de la Apertura de la Boca”
para que el difunto pudiera hablar y respirar en la otra vida. Un
sacerdote tocaba la boca, ojos, oídos y nariz con una herramienta
especial y se quemaba incienso.
El sarcófago es la
caja donde se deposita la momia. En el Imperio Antiguo se cambia la
posición de enterramiento anterior en posición contracta por la
posición estirada y solo había dos cajas, luego serían tres, una dentro
de otra como las matriuskas rusas. La externa representa la casa del
faraón, su microcosmos donde él va a revivir y podía tener tallada la
piedra como su propio palacio. La interna en ocasiones tenía la
representación de la diosa Nut, el cielo estrellado que nos acerca
todavía a esos mitos ancestrales cosmogónicos donde el faraón se
convertiría en la estrella más esplendorosa del firmamento. Estas
representaciones fueron evolucionando en períodos posteriores a Maat,
que es símbolo de la Verdad, la Justicia y la Armonía cósmica; y como
diosa, es la hija de Ra y se han encontrado numerosas representaciones
en el interior del sarcófago, debajo del muerto y por tanto solo para
que las viera o las utilizara él. A veces parecen instrucciones o mapas
para el camino. Los sarcófagos todavía no eran antropomorfos.
Las ofrendas eran
colocadas en la tumba para que el muerto las utilizara o se alimentara
del Ka de las mismas, de su doble, alimentos, perfumes, coronas de
flores o pequeñas estatuillas dejadas allí como especie de exvotos para
pedir el favor real para alguien.
El ajuar eran una
serie de objetos que eran depositados en la tumba para uso del faraón, a
través del Ka de cada uno de ellos, eran objetos necesarios para que
pudiera vestirse, alimentarse y desplazarse y según su riqueza nos dan
un reflejo del poder que tenía el faraón en cuestión. En este período
las máscaras funerarias todavía no son utilizadas pero a veces los
artesanos pintaban las vendas con los rasgos del difunto. También se
colocaba una figura con los rasgos del difunto que representaba su
doble, el Ka del muerto y esto se hacía por si el cuerpo sufría algún
daño, que el Ka pudiera reconocerse en la estatua. Por eso se colocaba
en algún lugar de la tumba cerca del sarcófago para que el muerto
pudiera verla. También podían ser cartuchos con el nombre del
fallecido.
Los grabados,
escritos, imágenes y estatuas de la tumba del faraón, como tal dios que
era, seguían los arquetipos de la vida del dios. Nunca se narraba la
biografía de un faraón en su tumba pues el faraón era el dios. Se lo
representaba como un dios, con el disco solar, como el halcón Horus y
siempre eran representaciones que pudieran ayudar al muerto en su
resurrección.
Los templos funerarios:
En el Reino Antiguo, los templos funerarios eran construcciones
sencillas realizadas con elementos vegetales, luego fueron de adobe y
más tarde pequeños templos pero aún totalmente alejados de la
magnificencia y poder que fueron adquiriendo en épocas posteriores.
Las pirámides: En el
Reino Antiguo se empezó realizando los enterramientos en mastabas,
pirámides escalonadas pero con la dinastía III se pasó a la
construcción de pirámides, símbolo perfecto muy relacionado con el
culto solar que iba extendiéndose. A partir de entonces este período
se caracteriza por la monumentalidad de sus pirámides que se iban
haciendo cada vez mayores hasta llegar a su plenitud con Keops, Kefrén y
Micerinos, luego este tipo de construcción empezó a decaer y a medida
que el tamaño de la pirámide decrecía, crecía el del templo solar
mandado construir por el faraón.
La pirámide formaba parte del complejo funerario.
Un complejo funerario constaba de una pirámide, el templo funerario o
templo alto, la rampa y el templo bajo o templo del valle donde se
realizaba la purificación y la momificación.
El pueblo participaba en la construcción de la
pirámide del faraón y así servía a la divinidad. Este trabajo en común
era una forma de aglutinar al pueblo y de procurarles la salvación, así
todo faraón estaba obligado a realizar una gran obra en su vida para
asegurar la salvación de su pueblo.
Los faraones enterrados quedaban totalmente
integrados con la divinidad y eran reverenciados como dioses, tenían
relación con los vivos y éstos les dejaban sus escritos, peticiones,
ofrendas, les consultaban sus problemas, pero no solo lo hacían sus
parientes sino cualquiera que sintiera devoción por él.
Egipto nos legó una religión mistérica de la que
hemos perdido muchas claves de interpretación pero que después de miles
de años, nos sigue fascinando y nos habla de una constitución mágica
del hombre.
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