domingo, 5 de febrero de 2012

Arte Egipcio

El arte egipcio es el mejor ejemplo en el mundo oriental del perfecto acuerdo entre la obra de arte y su destino, al servicio de l religión. Hubo una correspondencia total entre quienes fijaban el dogma y los encargados de realizar sus expresiones figuradas. La relación con el poder político también fue estrechísima, al punto de que los períodos de esplendor y decadencia del arte se correspondieron con los de la institución faraónica.
El arte egipcio es el mejor ejemplo en el mundo oriental del perfecto acuerdo entre la obra de arte y su destino, al servicio de l religión.
El paisaje inmenso y calmo predisponía también al sentido de lo ilimitado, lo eterno y de lo colosal. La naturaleza, con la periódica crecida del Nilo y el renacimiento de la vida que traía, fortalecía este sentido de lo permanente. Las obras del arte egipcio trataron de mostrar lo eterno y lo permanente.
El arte egipcio es la expresión de un pueblo que organizó su vida sobre las nociones de lo eterno y lo ilimitado, y el estilo se adecuó perfectamente a éstas. Templos, estatuas, pinturas y artes menores se distinguieron por la unidad y la comunidad, reforzadas por los reglas impuestas por la tradición y por el relativo aislamiento en que vivió el país.

El arte egipcio y su arquitectura

Los egipcios experimentaron la necesidad de erigir monumentos de enormes dimensiones para evocar la majestad de sus dioses y soberanos; también buscaron sugerir lo ilimitado, lo inconmensurable, en relación con el paisaje que lo rodeaba. Su arquitectura y las artes que la complementaban se adaptaban y ligaban al paisaje, aunándose admirablemente para dar la impresión de lo absoluto. Emplearon la piedra en la arquitectura, expresión fundamental del arte egipcio, y por medio de formas arquitectónicas poderosamente geométricas buscaron intensificar la noción de masa. Tal es el caso de las pirámides de piedra, la más perfecta adecuación de la forma a la materia, y los templos: gigantescas masas de piedra que presentaban una estructura unida que los ligeros relieves no llegaban a alterar, y que daban la impresión de una vasta masa en reposo que armonizaba perfectamente con el horizonte. Las proporciones aparecían perfectamente conciliadas con la simplicidad de las líneas. Los templos, obras destacadas en el arte egipcio, estaban precedidos por avenidas de esfinges cuya regularidad y ritmo constituyen una feliz transición entre el paisaje y el monumento.
Ese efecto de poder se manifestaba también en el hecho de que sobre los relieves y las pinturas, los reyes y dueños de las tumbas aparecen de un tamaño mayor que los otros personajes.
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Para el egipcio era fundamental esculpir sólido y durable; de ahí que en la arquitectura además de buscar la solidez de los materiales se eligieran las formas en las cuales la base era la más estable, pirámides, mastabas, templos de sección rectangular, con una base más ancha que la superestructura. Los maestros del arte egipcio, para esculpir sus estatuas elegían materiales sólidos, de preferencia la piedra, y las poses que por ofrecer menos salientes ofrecían menos riesgos de rotura. Se prefirieron los relieves atenuados, y las estatuas aisladas se buscó protegerlas por medio de la supresión de las salientes bruscas. Así, por ejemplo, las formas se encuentran en cierto modo envueltas, con los brazos adheridos al cuerpo. Los cuerpos sentados parecen apoyados en un respaldo y las piernas unidas al cubo macizo, que sirve de asiento. Cuando están de pie casi siempre están apoyadas, y el cuello se refuerza con elementos agregados que parecen naturales.
Durante la evolución del arte egipcio también se adoptan formas casi geométricas donde la estatua aparece como recogida sobre sí misma.
Los personajes están agachados o arrodillados y el tipo más característico es el de la forma sentada con la barbilla apoyada en las rodillas, sobre las cuales se cruzan los brazos: el cuerpo se encuentra reducido a un cubo. La forma general de la obra obedece así a una preocupación de eternidad, pero también está condicionada por la calidad de los materiales empleados. Utilizaban calcáreas finas en las cuales resultaba difícil tallar un alto relieve, o piedra muy duras de granito o diorita que trabajaban con herramientas de bronce. En las estatuas de madera o metal, los movimientos eran sueltos y los brazos están separados del cuerpo. Pero lo fundamental del arte egipcio era la voluntad de eternidad.

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