domingo, 2 de septiembre de 2012

NILO,EGIPTO


Resulta que uno se encuentra cara a cara con las huellas de una civilización de más de 3.000 años de historia, y se queda sin mucho que agregar. Egipto es una gran exclamación, deja la boca abierta y a uno le entran deseos de quedarse a mirar templos y tesoros de años atrás durante horas, imaginando lo que hubo, lo que fue, lo que llegó a ser. Hoy Egipto es lo que fue, su perfección como monumento y lo que es en la actualidad; todo mezclado, reunido como en un puzzle que encaja jugando a interconectarse para sobrevivir. De todo esto, el Nilo es la arteria principal, el eje alrededor del cual fue tejiéndose la historia y donde hoy se diseña la vida cotidiana. Quizás por eso navegarlo sea como acercarse a lo más íntimo de la región, al corazón del destino.
Uno de los grandes placeres que proporciona Egipto al viajero es realizar un paseo por el Nilo
Uno de los grandes placeres que proporciona Egipto al viajero es realizar un paseo por el Nilo
Éste es sin duda el río más conocido del mundo, el que salta a la memoria cuando se piensa en esa cultura de perfiles sutiles, de faraones y gatos como dioses, ese río que uno aprende ya en los primeros pasos de la enseñanza. Y estar ahí, navegándolo sobre barcos de ensueño, impresiona.
Hay que comprender cuáles son y cómo se construyen las relaciones del pueblo egipcio con su río y su pasado. Cómo es convivir con la memoria del apogeo… Por eso al navegar también es necesario ir en busca de esa crónica cotidiana de la gente y su contexto. El viaje en barco es una de las maneras más interesantes de empezar a acercarse.
Templo de Karnak, Luxor
Templo de Karnak, Luxor
Luxor es uno de los más importantes puntos de entrada al río si pensamos en los cruceros. Desde allí, después de descansar una primera noche a bordo de estos hoteles de cinco estrellas flotantes, puede comenzarse una visita a los templos de la necrópolis de Tebas. Los de Luxor y Karnak, dedicados al dios Amón, son los que más llaman la atención. Luego el recorrido continúa por el relieve sinuoso y desértico del valle de los Reyes, donde se han descubierto 62 tumbas numeradas de los monarcas de las dinastías más legendarias. Los decorados de los alrededores, las figuras pintadas, las historias contadas en dibujos  y la memoria latente de lo que fue, se han transformado con el tiempo en un tesoro en sí mismo.
Entrada al Valle de los Reyes
Entrada al Valle de los Reyes
Cerca del valle están también los colosos de Memnon y el templo de Luxor, dos de las joyas locales más visitadas. De vuelta, la navegación continúa hacia el sur, internándose en este desierto infinito que se abre a ambos márgenes. Desde cubierta, sobre tumbonas, el espectáculo cobra una nueva dimensión.
Los colosos de Memnón
Los colosos de Memnón
Ya en Esna y Edfu, el itinerario permite acercarse hasta el templo del dios Horus, para más adelante llegar hasta Kom Ombo, un inmenso santuario dedicado a los dioses Sobek y Haroris.
Detalle de la entrada a una tumba faraónica
Detalle de la entrada a una tumba faraónica
Assuán es el próximo punto del recorrido. La represa construida cincuenta años atrás genera un lago de enormes dimensiones.
Assuán se ha convertido hoy en uno de los principales puntos de interés a la hora de dar un paseo en faluca (barca tradicional) y observar desde allí el mausoleo del Aga Khan, la isla Elefantina y el Jardín Botánico.
Asuán, puerta de entrada al país de los nubios
Asuán, puerta de entrada al país de los nubios
A partir de aquí el camino debe hacerse por tierra (o por aire) para llegar hasta Abu Simbel, a casi 300 km, y conocer de primera mano los templos de Ramsés II y el de la reina Nefertari, dos monumentos que habían quedado bajo el agua tras la construcción de la presa de Assuán en 1957 y que fueron rescatados para ser ubicados en su posición actual.
Al sur comienza ya el lago Nasser. Y después Sudán. Claro que esto ya es otra historia.
Abu Simbel es un conjunto de templos excavados en la roca dedicados a Nefertari y Ramsés II
Abu Simbel es un conjunto de templos excavados en la roca dedicados a Nefertari y Ramsés II

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