martes, 19 de marzo de 2013

Alejandro Magno, faraón de Egipto


En su fulgurante campaña de conquistas,Alejandro Magno se adueñó de Egipto, donde fue recibido como liberador
frente a los persas. Allí se hizo reconocer como faraón y como hijo del dios Zeus-Amón, y allí sería enterrado.

Alejandro Magno tan sólo pasó cuatro meses en Egipto, pero en tan escaso tiempo dejó su profunda huella en el país. Fue aclamado como hijo de Zeus-Amón, y allí fundó la famosa ciudad de Alejandría, un espacio monumental en el que se fundieron las culturas egipcia y grecorromana. Alejandro hizo su entrada a Egipto por el fronterizo puerto de Pelusio, después de tomar Gaza, tras una marcha de seis días por parajes desérticos. Los egipcios, tiranizados por el persa Mazakes, recibieron a Alejandro como un liberador, y le coronaron enseguida emperador. En el delta del Nilo, frente a la isla de Faro, Alejandro fundó la ciudad que llevaría su nombre. En el oráculo del oasis de Siwa recibió la confirmación de que era hijo de Zeus-Amón y de que sería el conquistador del mundo. Dos textos documentan el encuentro del rey macedonio y el profeta egipc io: el de Plutarco y el de Diodoro de Sicilia. Pero la consulta de Alejandro en el interior del templo fue secreta y sin testigos inmediatos, por lo que la tradición ha manipulado estos detalles. Alejandró deseaba construir una ciudad espléndida que pudiera rivalizar con la mismísima Atenas. Además, debería ser fácil de defender y estar conectada, por los brazos del Nilo, con Menfis y las principales ciudades de Egipto. Según señala en novelista E. M. Forster: “No se trataba de un simple rasgo de idealismo, sino que era más bien una feliz combinación de idealismo y espíritu totalitario. Alejandro necesitaba una capital para su nuevo reino egipcio y esa capital tenía que estar en la costa porque así sería más fuerte su vinculación a Macedonia. Aquí estaba el lugar más idóneo: un puerto espléndido, un clima perfecto, agua dulce, canteras de piedra caliza y fácil acceso al Nilo. Aquí perpetuaría Alejandro lo mejor del helenismo y crearía una metrópoli para aquella Grecia más grande que no debía consistir en ciudades-estado, sino en reinos, e incluir a la totalidad del mundo habitado”.

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