miércoles, 21 de diciembre de 2011

Los faraones Negros y el racismo

Las investigaciones hecha por Robert Draper colaborador de la National Geographic (NG) acerca de la dinastia de nubios en suelo egipcio que empezo en el año 730 a. C. con Piankhi, es motivo de comentarios diversos en la página oficial de NG.
http://ngenespanol.com/2008/01/30/faraones-negros/
De todos los comentarios posteados sorprende la de un hombre Sergio Prudencstein que con una elocuencia soberbia y un conocimiento profundo del tema, expone sus comentarios magistrales logrando captar al público que da sus opiniones sobre el artículo "Los faraones Negros".
Con permiso de Sergio público un extracto de uno de sus comentarios.
Extracto completo de un comentario de Sergio Prudencstein
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EL RACISMO EN EL MEDITERRÁNEO ANTIGUO
“Llenos de pensamientos criminales y de pérfidos designios, con impuros corazones, ellos, como cuervos, no se preocupan por los altares”, asegura Esquilo en relación a los egipcios. “Como tienen instinto de fieras lujuriosas y salvajes, hay que guardarse de caer en su poder”, continúa en “Las Suplicantes”, mientras no repara en descalificaciones que llegan al punto de hablar de la inferioridad de la estirpe del Nilo frente a la griega: “el fruto del papiro nunca gobernará a la espiga”. De este modo veían los intelectuales helénicos a los faraones. Admitían su gran antigüedad, la sabiduría que los había precedido y la historia que detentaban (recuérdese a Herodoto), pero no se permitían admitir que los egipcios podían ser una nación equiparable a la de los griegos.
Es imprescindible tomar en cuenta que los pensadores de tradición dórica fueron quizás los creadores del concepto de superioridad étnica, aunque (para hacer honor a la verdad) no con las bases que mueven al racismo moderno. La evidencia histórica muestra claramente que los antiguos no tenían obsesión por el color de la piel en el grado que se encontrará en tiempos más recientes. La blancura no era en absoluto signo de superioridad: el término “leukos” (oscuro) se usaba para describir (por ejemplo) la madurez de algunos personajes míticos… En La Odisea, Ulises recupera su juventud oscureciéndose… Dice el poeta:
“Atenea lo tocó con su varita de oro. Una capa limpia y una túnica le echó sobre el pecho, aumentando su estatura y juventud. Una vez más se oscureció el color de su piel y de sus mejillas.” (Odisea, Homero, 16,172-176)
Como se ve, la palabra griega “oscurecer” (“melanchroiës”) tiene un sustrato más profundo. La piel de un anciano es sencillamente pálida y débil, mientras la de un hombre joven, es indudablemente más oscura.
No podemos entonces arriesgar nuestras concepciones modernas para aventurarlas a los dichos expuestos a lo largo de la Historia de la Humanidad. Por terrible que nos parezca, los intelectuales alejandrinos llegaron a encontrar características animales en los judíos de Alejandría sin que esto esté directamente asociado al tono oscuro o claro de su piel. Este tipo de metáforas eran bastante comunes entre los pueblos que habitaban el territorio griego. No olvidemos que para los clásicos -sin más- todos los que no hablaban su idioma eran “bárbaros”. Blancos, negros o amarillos entraban en el mismo costal. Por lo tanto, conclusivamente, estos viejos “padres de la cultura europea”, a pesar de su despótica terminología, no hablaban de la raza de las personas según nuestro actual concepto.

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