martes, 20 de diciembre de 2011

Los Faraones Negros

Los Faraones Negros

Esta es la historia ignorada de los llamados “Faraones Negros” quienes hicieron capitular a todos los lideres egipcios durante tres cuartos de siglo.
En el año 730 aC. un hombre llamado Pianjy, también conocido como Pankhi, pensó desde su reino en Nubia, África, que la única manera de salvar de sí mismo a Egipto era por medio de una invasión.
“Dejaré que el Bajo Egipto pruebe el sabor de mis dedos”, dijo Pianjy, quien se consideraba como un fiel heredero de las tradiciones religiosas practicadas por los faraones Ramses II y Tutmosos III.
La invasión no se hizo esperar y rápidamente sus soldados desembarcaron en Tebas, capital del Alto Egipto. Antiguamente se creía que las guerras religiosas debían librarse de una manera apropiada, y por tal razón Pianjy ordenó a sus soldados que, antes de cualquier batalla, se purificaran mediante una inmersión en el Nilo, vistieran lino de la mejor calidad y salpicaran sus cuerpos con el agua proveniente del templo en Karnak.
Luego de un año en campaña, todos los líderes en Egipto habían capitulado, incluyendo al poderoso Tefnakht, quien envió a Pianjy un emisario para decirle: “¡Sé misericordioso!, que soy incapaz de ver tu rostro en los días de deshonra; no puedo erguirme ante tu fulgor, porque temo tu grandeza”.
A cambio de sus vidas, los vencidos pidieron con vehemencia a Piankhi que utilizara sus templos, se quedara con sus más finas joyas y reclamara sus mejores caballos. Piankhi aceptó con honor todos los ofrecimientos. En aquel momento, cuando todo Egipto se encontraba bajo su control, el proclamado como el “Señor de dos Reinos” hizo algo llamativo: embarcó a su ejército y su botín de guerra, zarpó rumbo a su tierra, Nubia, para nunca regresar a Egipto.
Tras un reinado de 35 años, Pianjy murió en 715 a. C.; sus fieles honraron sus deseos al enterrarlo, con cuatro de sus caballos, en una pirámide similar a las egipcias. Fue el primer faraón que, después de 500 años, recibió un entierro de tal magnitud. Todas las imágenes de Pianjy sobre las elaboradas estelas o losas de granito, que conmemoran su conquista en Egipto, ya hace tiempo que fueron destrozadas. Sobre un relieve en el templo de Napata, en la capital nubia, únicamente permanecen sus piernas. Sólo queda un particular detalle del hombre: su piel era negra.
Piankhi encabezo la dinastía de los llamados faraones negros, una sucesión de reyes nubios que reinaron en Egipto. Los faraones negros reunificaron a un Egipto desgarrado, y llenaron su paisaje de grandiosos monumentos. Se mantuvieron firmes ante los sanguinarios asirios, y probablemente esto contribuyó a mantener a salvo Jerusalén. Su sucesor, Shabako, luchó para evitar que Egipto fuera conquistado por Sargón II de Asiria, y lo consiguió, lo que aprovechó para ocuparse de construir monumentos y dedicarse más a las letras.
El siguiente rey, Shabitko, rompe la política de paz de sus predecesores y se enfrenta a Asiria. Eso provoca que durante el reinado de su sucesor, Taharqo, los asirios intenten conquistar Egipto, cosa que lograrán en el año 671aC., conquistando Menfis, expulsando a Taharqo e imponiendo a Necao I como faraón, que inaugura la vigésimo sexta Dinastía.
Aquellos episodios históricos permanecieron inéditos durante largo tiempo. Hoy en día las pirámides de Sudán son un lugar privilegiado sobre el Desierto de Nubia. Se puede deambular a su alrededor sin verse asediado por cientos vendedores que pululan entre estos desiertos lugares. Mientras que, cerca de 1 000 kilómetros al norte, hacia El Cairo o Luxor, los visitantes llegan en grandes cantidades para observar las maravillas egipcias, en Sudán raramente visitan las pirámides en El Kurru, Nuri y Meroe, vestigios de la prospera cultura Nibia.
Fuente
wikipedia1
wikipedia2
National Geographic
Fotografía
Flickr - zagordemores (Piramide de Meroe)

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