lunes, 16 de enero de 2012

Albegando a Faraones

Las pirámides del antiguo Egipto fueron construidas para albergar las tumbas de los faraones, en su creencia de que la auténtica vida comenzaba después de la muerte.

Las tres grandes pirámides de la meseta de Giza están distribuídas sobre el desierto de manera idéntica a como estaban las tres estrellas del "cinturón" de la constelación de Orión, que era el equivalente celestial del dios Osiris. Su "cinturón" era lo que los egipcios llamaban el Duat, una especie de "puerta" por la que el alma del faraón debía pasar para llegar al Amenti, al más allá.

La Gran Pirámide de Giza es la única de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo que aún sigue en pie. Fue construída durante el período del Imperio Antiguo por el faraón Khufu, integrante de la IV Dinastía (2.613 a 2.498 aC) quien, al igual que sus antecesores, comenzó a planear su "hogar de eternidad" al asumir su mandato.

El lugar elegido para su construcción fue la ribera izquierda del Nilo, a 12 km. de El Cairo. Sobre este margen se construían usualmente los cementerios, ya que el sol se ponía en el oeste cada noche. Sus lados se orientan hacia los cuatro puntos cardinales, de modo que el reflejo de las sombras acusa con una exactitud cronométrica los puntos esenciales del año solar, dando las fechas precisas de los equinoccios de primavera y otoño y los solsticios de invierno y verano.

Si bien los egipcios no contaban con instrumentos ópticos como la brújula, hacían sus cálculos y mediciones a través de las estrellas. Sabían que todo en el cielo nocturno estaba en constante movimiento, salvo un oscuro punto inmóvil que era reverenciado como eterno, la ubicación del “cielo” mismo. Alrededor de este punto dos estrellas especialmente brillantes giraban en un círculo constante y, cuando una estaba directamente sobre la otra, se podía trazar una línea perpendicular que atravesaba el punto oscuro con total precisión. Estas estrellas que hoy conocemos como Circumpolares, eran llamadas por los egipcios “Indestructibles”.

Basándose en estas creencias y conocimientos, Hemiunu (primo de Khufu y principal arquitecto de la Gran Pirámide) desarrolló el proyecto como una “máquina de resurrección”. En la pared norte de la Cámara del Rey existe una pequeña abertura que funciona como telescopio hacia las “Indestructibles”, asegurando así el viaje a la eternidad para su rey y para todos los que colaboraron en la construcción de la pirámide.

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