miércoles, 18 de enero de 2012

Faraones destacados de la historia

 Conocido habitualmente por Keops, (siendo sin embargo su nombre original completo "Jnum Juefui", términos que se traducirían como "(el dios) Jnum me protege", pero que de manera abreviada se escribía "Jufu"), y apodado Sufis por Manetón, este rey habría sido el segundo de los monarcas de la IV Dinastía.
Hijo del faraón anterior, Snefru, y de la reina Hetepheres I, su figura ha pasado a la historia esencialmente por ser el artífice de la construcción de la más grandiosa y perfecta de todas las pirámides erigidas en el mundo (situada en la meseta de Giza), lo que tuvo como lógica consecuencia que su gobierno (que el "Canon de Turín" cifra en 23 años, aproximadamente entre el 2551 y 2528 a.C) estuviese -como no podría ser de otro modo- marcado por las actividades derivadas de la extracción de piedra de minas y canteras. De hecho se han encontrado inscripciones rupestres con su nombre tanto en las canteras de alabastro de Hatnub, (localizadas a unos 65 km. al sureste de la actual ciudad de el-Minya), como en Wadi Maghara, (lugar situado en la Península del Sinaí), de donde se obtenía tanto cobre como turquesas, aunque por otro lado se han podido encontrar asimismo vestigios con su impronta en una estela hallada en otras canteras (en este caso de diorita) ubicadas al oeste de Abu Simbel, en el desierto nubio, o en las ciudades de Déndera, Bubastis y Coptos.
Paradójicamente (y a excepción de la llamada de modo coloquial "Gran Pirámide", una de las Siete Maravillas del mundo antiguo y la única que todavía subsiste a día de hoy), de su figura es muy poco lo que se sabe y menos aún lo que se conserva, pues la única representación completa que tenemos de su persona es una diminuta estatuilla de 7,5 cm. de altura confeccionada en marfil, que fue encontrada en 1903 por el famoso egiptólogo inglés William Matthew Flinders Petrie en el templo de Jentyamentiu en Abydos, y en la que se le ve portando la corona roja del Bajo Egipto, una estatuilla que originalmente fue descubierta sin cabeza, (la cual por fortuna sería hallada tras semanas de infructuosas búsquedas entre montones de escombros), y que en la actualidad se exhibe en el Museo Egipcio de El Cairo.
A pesar de lo anterior, si bien son escasísimos los restos de Keops que han llegado hasta nuestros días (tal como se ha apuntado), hay sin embargo hay una serie de datos que dan cuenta inequívoca de su importancia.
El primero de ellos es que su nombre figura como el protagonista principal de varios de los relatos transcritos en el "Papiro Westcar", unos relatos en los que si por un lado se le representa amable con sus subordinados, por otro su presumible avidez a la hora de contemplar prodigios sin límites le induce a no dudar en intentar cometer los actos más infames, como por ejemplo el que se narra en un cuento en el que a un prodigioso mago llamado Dyedi, ("un hombre de 110 años que aún a su edad come quinientos panes y medio y bebe cien cántaros de cerveza") y de quien se dice que es capaz de decapitar a un animal y posteriormente colocar su cabeza en el lugar primigenio para volver a otorgarle la vida, le pide que lleve a cabo dicha prueba con un prisionero con objeto de comprobar lo anterior, algo a lo que el sabio y prudente mago se niega argumentando que nunca se debe hacer un acto semejante con un ser humano, (al que textualmente denomina como "el ganado de dios"). O en el que se le representa buscando "las cámaras secretas del santuario de Thot" con objeto de hacer una reproducción de ellas en su templo funerario.
En cuanto a los segundos, su recuerdo nos llega de la mano del llamado "Padre de la Historia", Herodoto, quien no solo nos presenta a Keops como un desalmado tirano que hizo añicos la justicia en la que vivió el país antes de su llegada al poder merced al buen gobierno de sus predecesores, clausurando templos y esclavizando al pueblo todo con objeto de construir su "morada para la eternidad", sino de quien nos narra una truculenta historia en la que el rey, falto de recursos con los que concluir las obras de su pirámide, no duda en prostituir a una de sus hijas con la intención de que esta recaudase los fondos que necesitaba para llevar a efecto sus propósitos.
A un nivel más personal, destacar finalmente que Keops tuvo numerosos descendientes, tanto varones como hembras, de los que resulta obligatorio citar a dos de sus hijos, cada uno nacido de una esposa diferente: Dyedefra, quien amen de dirigir sus ceremonias funerarias le sucedió en el trono, y Kefren, sucesor a su vez del anterior y constructor de la segunda gran pirámide en tamaño de la historia, la cual se encuentra asimismo en la meseta de Giza al lado de la de su progenitor.

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