La historia de Egipto es una de las más largas de todas las
civilizaciones que florecieron en torno al Mediterráneo. Este imperio, según los
cálculos de los egiptólogos, nació por el año 3000 antes de la era común. El
mismo sobrevivió a los cambios que tuvieron lugar a través de los siglos y logró
enfrentar los obstáculos del crecimiento con el fin de mantener vivas las raíces
que lo establecieron.
Las aguas del río Nilo son las que trazan a lo
largo de miles de kilómetros el mapa de este extravagante país.
Egipto
está ubicado al norte de África, y en sus valles aún subsisten los restos
arquitectónicos de las distintas dinastías que moraron en este país en el
pasado. Hay allí colosales piedras que se enclavan en las orillas del río más
largo del planeta, a cuyas espaldas yace un desierto de arenas que parecen
infinitas.
En principio, Egipto estaba separado en dos reinos diferentes.
La historia del Egipto unificado comenzó, según se cree, cuando el rey Narmer
conquistó el Bajo Egipto y fusionó el país. Esta unión quedó simbolizada en la
famosa paleta de Narmer, en la cual se representa al rey portando la doble
corona, que integra los elementos del Bajo y Alto Egipto.
A partir de ese
momento, durante casi 3000 años se fueron sucediendo en el trono del país del
Nilo reyes o faraones de 30 dinastías diferentes.
LA CORONACIÓN DEL FARAÓN
El faraón, en el día
de la coronación, recibía cinco nombres, los mismos componían su título formal.
En la actualidad, se suele utilizar el quinto para nombrarlos, sin embrago,
según parece, ellos utilizaban el cuarto.
Una vez coronado, el faraón
debía manifestar su posición a través de una serie de símbolos
externos.
Según la ocasión, utilizaba un atuendo u otro. Habitualmente
cubría su cabeza con el “nemes”, o sea, un pañuelo de rayas que le caía sobre
los hombros. Sin embargo, en los días de fiesta, se ponía la corona azul o
“kepres”.
La corona blanca era la corona del Alto Egipto, mientras que la
corona roja era la del Bajo Egipto. Unidas formaban la doble corona o “pschent”,
símbolo del reino unido.
En la frente se colocaban el “ureus”, una
especie de diadema con la figura de una cobra, la cual según creían, brindaban
protección de los enemigos.
LOS NOMBRES DEL
FARAÓN
El faraón, en el momento de la asunción, recibía 5
nombres.
Durante el Imperio Medio, los reyes egipcios recibían una sola
combinación de cinco nombres. El primero era el nombre de nacimiento y se les
confería los otros cuatro cuando accedían al trono. La secuencia era la
siguiente:
Nombre: “Horus”; título correspondiente
“Horus”
Nombre: Nebti o las Dos Damas; título
correspondiente: el de las Dos Damas (Uadyet y Nejbet)
Nombre:
Horus Dorado; título correspondiente: Horus dorado
Nombre:
de Trono o Prenombre; título correspondiente: el de la juncia y la abeja
(Rey del Alto y bajo Egipto)
Nombre: de Nacimiento; título
correspondiente: Hijo de Re
EJEMPLO
PRÁCTICO
A título de ejemplo mostraremos la lista de los cinco
nombres de TutanKamón:
NOMBRE DE HORUS
Ka-najt
tut-mesut
"Toro fuerte, propio de las formas creadas"
NOMBRE
NEBTI: Nefer-hepu segereh-tauy shetep-netyeru nabu
"Dinámico de leyes,
que calma las dos tierras, que aplaca a todos los dioses"
NOMBRE DE HORUS
DORADO: Uetyes-jau shetep-netyeru
"Que exibe la insignias, que aplaca a los
dioses"
NOMBRE DE TRONO: Nesu-bity: Nebjeprure
"Rey del alto y
bajo Egipto: Señor de las manifestaciones de Re"
NOMBRE DE NACIMIENTO:
Sa-re: TutanKamón (heka-an-shema)
"Hijo de Re, Imagen viva de Amón,
soberano de la Heliópolis en el Alto Egipto"
EL
ASPECTO POLÍTICO DEL FARAÓN
El faraón electo debía gobernar
el país conforme a la ley de Maat, la diosa de la justicia. Además, tenía la
misión de hacer que sus súbditos también acaten esa ley.
Para esta
misión, el faraón contaba con una serie de ministros, escribas, secretarios, y
demás colaboradores. El más importante de todos ellos era el visir, quien
acompañaba al faraón constantemente.
PODER
MILITAR
El faraón era el comandante del ejército. Desde muy
temprana edad, el aspirante al trono era entrenado con la espada y con el arco.
También se lo llevaba a cazar leones.
Un dato interesante es, que si había
una guerra, el faraón debía ser el primero en presentarse en el campo de
batalla. No le era permitido permanecer en palacio mientras sus hombres
batallaban.
EL SUMO
SACERDOTE
El faraón, al asumir, se convertía en sumo sacerdote
del reino. Su misión sacerdotal consistía en construir templos, además de
reparar y mantener los ya existentes en todo el reino.
Era su función
también procurar que se cumplan los oficios religiosos establecidos.
Una
función más que le competía como sacerdote principal era, la necesidad de
presidir y celebrar ceremonias para solicitar favores de los dioses, para dar
gracias por la crecida del Nilo, y demás cuestiones necesarias para el
reinado.
LA DIVINIDAD DEL
FARAÓN
Al faraón, se lo consideraba el representante en la
tierra de todos los dioses. Especialmente se le identificaba con Horus, el dios
real, aunque ocasionalmente también con Ra, dios del sol. Al morir, pasaba a
identificarse con Osiris.
Algunos pocos faraones, fueron considerados
como un dios en sí mismos. Uno de estos casos fue Ramsés, quien construyó un
templo en su honor en Abu Simbel.
LA FAMILIA
REAL
El faraón debía asegurarse la sucesión. Por tal razón,
poseía varias esposas, aunque solo una de ellas era considerada como reina, y
recibía el nombre de Gran Esposa Real.
Cuando una Gran Esposa Real moría, el
faraón escogía a otra de entre sus mujeres para que la sucediera.
Algo
usual entre los soberanos era, casarse con sus propias hermanas, e incluso
hijas, al igual que los dioses, quienes se casaban con su propia familia. Este
procedimiento era, con el fin de fortalecer la pureza de la sangre
real.
Estas eran las principales características de los faraones que
gobernaron a lo largo de las 30 dinastías egipcias. Sin embargo, los egiptólogos
no lograron aun revelar el motivo del nombre faraón, asignado al rey de
Egipto.
Nosotros investigamos este tema, y encontramos maravillosos datos que
son mencionados en el antiquísimo libro “Sefer Haishar”:
LOS DATOS
El versículo declara: “Dijo Di-s a
Abram, vete de tu tierra, del lugar donde nacisteis, y de la casa de tu padre, a
la tierra que te mostraré”. (Génesis 12: 1)
A continuación, es revelado
el lugar adonde fue Abram por orden de Di-s: “Emprendió la marcha Abram, tal
como le habló Di-s, y fue con él Lot. Abram era de 75 años de edad cuando salió
de Jarán. Tomó Abram a Sarai, su mujer, y a Lot, el hijo de su hermano, y todos
los bienes de ellos que obtuvieron, y todas las almas que hicieron en Jarán. Y
salieron para ir a la tierra de Kenaan” (Génesis 12: 4-5)
En aquellos
días, había en la tierra de Shinar, un hombre sabio e inteligente, que dominaba
todo tipo de ciencias. Además, su aspecto era muy agradable. Solo que era una
persona muy pobre. Su nombre era Rakaión.
Este individuo estaba muy
afligido por su pésima situación económica, y se encontraba muy preocupado,
pensando en cómo solucionar el grave problema que lo aquejaba, la
subsistencia.
Decidió ir a Egipto, para hablar con el rey de allí,
llamado Ashverosh, el hijo de Enam. Pensó mostrar al rey su sabiduría, en un
intento de hallar gracia ante sus ojos, y le otorgue un puesto en el gobierno,
que le permita obtener ingresos suficientes para vivir
dignamente.
Rakaión puso en práctica su idea, y viajó a Egipto. Pero
cuando llegó, y preguntó por el rey, los habitantes del lugar le informaron
acerca del sistema gubernamental vigente en Egipto en aquellos días. El rey
permanece en su palacio todo el tiempo, y no se muestra ante la población,
excepto un día al año. En este día, el rey sale y juzga a todo el
pueblo.
Todo individuo que tiene algo para hablar, se presenta delante
del rey en ese día, y expone su caso al rey.
Rakaión escuchó la manera
de proceder en ese lugar, y comprendió que no podrá presentarse delante del rey
en forma inmediata. Por tal razón, se entristeció mucho, y se llenó de
fastidio.
A la caída de la tarde, Rakaión encontró una casa en ruinas,
ingresó, y pasó allí la noche. Aunque estaba apenado y con mucha hambre, motivo
por el cual no pudo dormir.
Rakaión reflexionó acerca de qué hacer en la
ciudad hasta ver al rey, y cómo puede sustentarse hasta ese momento.
Por
la mañana se levantó, y fue a la ciudad. Se encontró con los vendedores de
verdura, y les preguntó como hacen para ganar su sustento vendiendo verduras y
hortalizas. Ellos le dijeron que compran la mercadería a los quinteros y luego
la venden a los habitantes del lugar.
Rakaión quiso hacer lo mismo que
estos hombres, pero al no conocer las normas de conducta de la gente de ese
lugar, era como un ciego entre ellos.
De todos modos hizo el intento,
consiguió verduras, y las dispuso como los vendedores que vio. Pero se
congregaron allí vándalos, que se burlaron de él, y le robaron toda la
verdura.
Desconsolado, se fue de allí, a la casa en ruinas donde había
pernoctado, y pasó en ese lugar la segunda noche intentando
descansar.
Mientras permanecía acostado, pensaba como hacer para lograr
sobrevivir.
AL OTRO DÍA
A la
mañana se levantó, con una idea fija. Se dirigió a la ciudad y contrató treinta
guerreros fuertes e impúdicos, portadores de armas de combate.
Rakaión
condujo a los hombres a las cavernas donde los egipcios enterraban a sus
muertos, los dispuso allí y les dio instrucciones precisas. Les dijo: “Así dijo
el rey: fortificaos y sed valientes, cuando vengan aquí a enterar un muerto, han
de abonar 200 monedas de plata, luego podrán enterrar a su muerto. No abandonéis
a nadie, hasta que no paguen, no permitáis que entierren al muerto”.
Los
individuos obedecieron la orden de Rakaión e hicieron lo que les encomendó
durante todo ese año.
Al cabo del mes octavo, Rakaión y sus hombres
habían recolectado mucho dinero, también oro y plata, e innumerables piedras
preciosas.
Con ese dinero Rakaión adquirió gran cantidad de caballos y
demás ganado. También destinó parte de su capital a contratar más hombres, a los
que asignó caballos para que monten sobre ellos.
EL DÍA DEL REY
Al aproximarse el día en que el
rey sale del palacio para juzgar al pueblo, y atender las solicitudes de los
pobladores, todos se congregaron para exponer el caso de lo hecho por Rakaión y
sus hombres.
El rey salió, y todo Egipto se aproximó a él clamando:
“¡Viva el rey para siempre!, ¿Pero que es esto que acontece a tus siervos en la
ciudad, a los cuales no se les permite enterrar a sus muertos hasta que no
entregan oro y plata?. ¿Acaso aconteció en la tierra algo semejante, incluso en
los días de los primeros reyes que nos antecedieron, desde los días de Adam
hasta la fecha, de no permitir enterrar a los muertos, únicamente pagando?.
Sabemos que el rey toma de los habitantes impuestos cada año, pero ahora
¿también de los muertos y día tras día?. Por lo dicho señor rey, te manifestamos
que ya no podemos más con esta situación, pues toda la ciudad resultó arruinada
por lo que se hizo, y tú no lo sabías”.
Cuando el rey escuchó esas
palabras, se llenó de furia, ya que no supo nada de lo que sucedió en su
imperio. Luego preguntó ¿quién es el que osó hacer semejante barbaridad en mi
tierra sin mi autorización?.
En ese momento le informaron todo lo hecho
por Rakaión y sus hombres. El rey se enfureció más aun, y envió traer a los
rebeldes.
Rakaión tomó 1000 niños y niñas, los vistió con prendas de seda
y lino, los hizo montar sobre caballos, y los envió al rey en manos de sus
hombres.
Además, Rakaión en persona tomó como ofrenda oro, plata y
piedras preciosas, y un caballo de lo más selecto. Se dirigió al rey, y se
prosternó a tierra.
Al contemplar la escena, el rey egipcio y los
habitantes del lugar se sorprendieron mucho. Contemplaron toda la riqueza y la
ofrenda que trajo al monarca, y el rey se mostró gratificado por el presente, y
a su vez maravillado del mismo.
Rakaión fue invitado a sentarse delante
del rey, quien le formuló varias preguntas respecto a su
proceder.
Rakaión respondió de manera sabia frente al rey, todos sus
consejeros, y todos los habitantes de Egipto.
Al escuchar el rey las
palabras de Rakaión, y su sabiduría, se congració con él, y lo mismo aconteció
con los consejeros y demás ciudadanos egipcios. Por tal razón, todos allí lo
amaron mucho desde ese día.
El rey reflexionó y dijo a Rakaión, no será
más llamado tu nombre Rakaión, sino que Paró –Faraón-, será tu nombre. Esto
porque cobraste impuestos por los muertos (Paró significa cobrar). Por eso,
desde ese día lo llamaron Paró -Faraón-.
El rey y sus siervos amaron a
Rakaión por su sabiduría, y llamaron a votación general para decidir si
nombrarlo virrey de Egipto.
El resultado de la consulta popular fue
satisfactorio, y por eso lo nombraron virrey de Egipto. De este modo, Rakaión
reinaría sobre Egipto todos los días del año, menos uno. El único día que
Rakaión no reinaba y no juzgaba al pueblo, era el día en que el rey Ashverosh lo
hacía.
LA ASUNCIÓN
Faraón
Rakaión asumió, y tomó fuertemente el reinado. Cobró impuestos a todos los
pobladores de Egipto, haciendo honor al nombre que le pusieron,
“Paró”.
Al ver la forma en que el nuevo mandatario gobernaba, todos los
egipcios lo amaron mucho. Por tal razón, legislaron una ley, consistente en que
de aquí en más, el rey que gobierne sobre Egipto, será llamado Paró - Faraón-.
(Sefer Haiashar parashat Lej Leja)
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